Papel pintado. Diego Giacomini
cerró mucho antes en 1419, obligando a la hacienda municipal a recurrir a prestamistas particulares con el consiguiente quebranto en la hacienda municipal.
e) Los Bancos de Sevilla (25)
En el siglo XVI, en época de Carlos V, los principales banqueros de Sevilla eran los Espinosa, Domingo de Lizarrazas, Pedro de Morga, Cristóbal Francisquín, Diego Martínez, Juan Íñiguez y Octavio de Negrón. En las primeras décadas del siglo, la actividad bancaria fue floreciente. A medida que más oro ingresaba de América, más floreciente se hacía. Así se generó un boom económico. Sin embargo, todos estos banquero terminaron quebrando por no poder hacer frente al retiro de depósitos a la vista entre 1553 y 1579, lo cual demuestra que actuaron fraudulentamente utilizando encaje fraccionario en un marco de asociación inmoral y complicidad en primera instancia con los burócratas de Sevilla y en último término con Carlos V, quien financiaba su política imperial con el producido fraude de la actividad bancaria. En pocas palabras, otra demostración más de que la política de expansión artificial de la cantidad de depósitos y crédito sin respaldo de ahorro genuino terminó generando en España, al igual que en Italia, un boom & bust en el siglo XVI. Hubo un auge artificial con aceleración inflacionaria en la primera mitad del siglo XVI que luego devino en recesión y crisis con quiebras bancarias.
f) El Banco de Amsterdam
Se creó en 1609 y surgió como contra respuesta al caos bancario acontecido en la segunda mitad del siglo XVI en toda Europa, pero especialmente en Italia y España, en donde la violación del encaje del 100% y la práctica bancaria fraudulenta que expandió el crédito en forma artificial, generó auges económicos artificiales que inexorablemente condujeron a fuertes recesiones posteriores con quiebras masivas y generalizadas de bancos.
En este contexto, desde su fundación uno de los pilares del banco de Amsterdam era mantener en todo momento un coeficiente de caja del 100 % para los depósitos «a la vista». Según Huerta de Soto, “se pretendía con esta medida desarrollar la actividad bancaria de forma legítima, y también evitar los abusos y quiebras que históricamente se habían venido produciendo en todos los países en los cuales el Estado, no solo no se había preocupado de declarar ilegal y prohibir la apropiación indebida del dinero depositado a la vista en los bancos, sino que por el contrario, y en la mayor parte de los casos, había terminado concediéndoles todo tipo de privilegios y licencias para su fraudulento actuar, a cambio de poder aprovecharse fiscalmente del mismo” (26).
Durante los primeros 150 años de existencia, el banco de Amsterdam guardó una relación de prácticamente 1 a 1 entre sus depósitos y reservas bancarias, manteniendo con gran celosía el encaje del 100% para los depósitos a la vista. Así los depósitos como las reservas en metálico pasaron de 1 millón de florines durante 1610/1616 a cuatro millones de depósitos a tres millones quinientos mil entre 1619 y 1635. Luego, pasivos y activos se vuelven a equilibrar perfectamente en poco más de 11 millones ambos en 1645. En 1772, tanto los depósitos a la vista como las reservas ascendían a 29 millones de florines, lo cual muestra que siempre se guardó el encaje del 100%.
Esta política de respetar el encaje del 100% le permitió al Banco de Amsterdam poder enfrentar sin ningún inconveniente todas las corridas bancarias (generadas en diferentes contextos de crisis) que se suscitaron honrando hasta el último centavo todo pago de depósito requerido. Por ejemplo en 1672, ante el pánico por amenaza francesa, hubo una retirada masiva de depósitos que llevó a que los bancos de Rotterdam y de Middleburgo suspendieran los pagos. Por el contrario, el banco de Amsterdam pagó todos los depósitos.
Sin embargo, atenerse a derecho y el encaje del 100% sobre los depósitos a la vista no le duró toda la vida al Banco de Amsterdam. A partir de el año 1780, aproximadamente, con el estallido de la guerra entre Holanda y Gran Bretaña, el Banco de Amsterdam empezó a, en forma encubierta, no cumplir con el encaje del 100%. Este comportamiento se fue prolongando con la extensión de la guerra que duró hasta 1784. Al término de la guerra, el coeficiente de encaje estaba en 25% y, en consecuencia, la multiplicación del crédito en 4. Una vez más, el financiamiento del aumento desmedido del gasto público y del déficit fiscal por causa de una guerra habían violado los contratos y avasallado los derechos de propiedad. Una vez más, los delirios fiscales de la casta política asociada inmoralmente con los banqueros se llevaron puesto una institución bancaria que por más de un siglo y medio se había atenido a derecho. Este comportamiento destruyó la reputación del banco, que empezó a sufrir un drenaje constante y creciente de sus depósitos hasta cerrar en 1819. La caída del Banco de Amsterdam fue un mojón histórico, ya que fue el último banco fundado para operar con coeficiente de caja del 100%. A partir de ese momento, todos los bancos empezaron a operar con sistema de encaje fraccionario, abandonando los principios generales del derecho para dedicarse a la intermediación financiera y a la expansión artificial de los créditos y los depósitos sin ahorro genuino de respaldo. Además, ya había empezado una nueva era en Inglaterra, la era del papel moneda.
g) El Riksbank sueco o Banco de Estocolmo
El banco sueco tiene una de las historias de degradación bancaria más rápidas y pronunciadas de la historia. En su fundación en 1656, el banco fue concebido coma una institución modelo, que había sido creada para atenerse a los principios generales del derecho y del respeto de la propiedad privada, trabajando con un encaje del 100% para los depósitos a la vista. De hecho, el banco operaba con dos unidades de negocios bien separadas: un almacén de valor con encaje del 100% y una banca destinada a la intermediación financiera con toma y otorgamiento de préstamo. Sin embargo, más temprano que tarde, el banco dejó de respetar el encaje del 100% y terminó absorbido por el Estado sueco en 1668.
Una vez absorbido por el Estado sueco, el Riksbank inventó la peor estafa de todas, la mayor estafa de la era bancaria moderna: la emisión de billetes de banco o certificados de depósito por un importe superior a los depósitos en metálico realmente recibidos. Nació un nuevo y lucrativo negocio, el dinero papel (27) por un monto superior al dinero “de verdad” recibido. Nació en el Estado, en un banco estatal. En pocas palabras, el Riskbank es un eslabón más en la cadena de perfeccionamiento de la asociación inmoral y complicidad solidaria entre burócratas del Estado y banqueros. No solo es un banco que crea créditos y depósitos en forma artificial para obtener ganancias espurias y financiar las actividades gubernamentales, sino que el Estado era su único accionista (ya estaba inventado) e imprimía papel falsificado al cual llamaba dinero (novedad).
h) El Banco de Inglaterra
Es interesante analizar el caso del banco inglés, por dos motivos. Primero, porque el Banco de Inglaterra puede ser considerado la prehistoria de los Bancos Centrales como son conocidos hoy en día. Su evolución en el tiempo es la que termina dándole forma al concepto actual de Banco Central. Primero con la ley Peel de 1844. Finalmente con su nacionalización en 1946. De hecho, fue el modelo que otras grandes naciones copiaron durante los subsiguientes doscientos años cuando crearon sus propios “bancos de bancos”. Segundo, porque a solo veintiséis años de su creación, el Banco de Inglaterra fue uno de los generadores, junto a la Compañía de los Mares del Sur y la casta política, de la emblemática burbuja financiera de 1720, sentando precedente de la gran capacidad de generación de ciclos de boom&bust que iba a tener la actual organización monetaria.
El Banco de Inglaterra se creó en 1694 y desde el primer momento abandonó los principios generales del derecho, ya que desde su inicio tuvo como objetivo primordial financiar el gasto público y la actividad gubernamental. Sin embargo, no era ni un banco estatal, ni de la corona, sino que era privado y pertenecía a la familia Rothschild, que era una familia de origen judeo alemán que, asociados Kuhn, Loeb, Lehman, Warburg, etc, eran los dueños de las instituciones financieras más importantes del siglo XVIII. Luego, en el siglo XIX, los Rothschild se convirtieron en la familia banquera, tal vez, más importante del mundo.
En este marco, hay que aclarar que el banco de Inglaterra