En Estado sólido. Rodrigo Henríquez Vásquez

En Estado sólido - Rodrigo Henríquez Vásquez


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Pasada la crisis de la I Guerra Mundial, el aumento del estatismo tuvo un repunte luego de la crisis de 1929, en parte, gracias a lo que los cientistas políticos Hartlyn y Valenzuela denominan “inmensas organizaciones burocráticas que permitieron aumentar la capacidad estatal para proporcionar asistencia social y estimular el desarrollo económico que el liberalismo no pudo o no quiso llevar a cabo. Esta capacidad estuvo normada en las constituciones políticas de países como Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Chile, Perú, Uruguay y Venezuela que otorgaron al ejecutivo poderes para promover leyes así como también para promulgar decretos, o decretos con fuerza de ley, en cuestiones tan diversas como la defensa nacional y el orden público, la hacienda pública y la creación de nuevos organismos y cargos gubernamentales.73

      La construcción estatal mexicana realizada fundamentalmente en el Gobierno de Plutarco Elías Calles se mantuvo prácticamente inalterable de 1920 a 1934. El control de Elías Calles se sostuvo en precarios equilibrios de fuerzas que le permitieron aumentar el control estatal de la sociedad aun cuando el conflicto entre clases, facciones y regiones era latente. Concomitante a este proceso de institucionalización fue la creación de la Confederación Regional Obrera Mexicana (CROM) en 1918 y del Partido Nacional Revolucionario (1929). Elías Calle pudo mantener los equilibrios de interés sólo hasta que la crisis de 1929 lo permitió: el aumento de la movilización social y de demandas regionales terminaron por debilitar el “maximato” (de “jefe máximo”, cargo que ocupó Calles cuando dejó la presidencia que ejerció entre 1928-1934). La designación de Lázaro Cárdenas como candidato del PNR, aunque apoyada por el ala de izquierda del partido, parecía la decisión acertada para los intereses de Calles de mantener su hegemonía. Cárdenas tenía una carrera como militar, como gobernador de Michoacán y había ocupado la Secretaría de Guerra. Mantenía un bajo perfil incluso para la izquierda comunista, que no le prestó apoyo.

      Durante la campaña presidencial, Cárdenas dio muestras de un estilo cercano, no tan anticlerical como Calles y con una renovada retórica reformista. El debut de Cárdenas estuvo marcado por fuertes movilizaciones sociales, con una CROM debilitada y con fuertes rupturas internas como la del ala izquierdista de Vicente Lombardo Toledano en 1933. Estos, más los sindicatos comunistas, promovieron hacia 1935 la estrategia del Frente Popular a la que se sumaron los descolgados de la CROM. Asimismo, Cárdenas afianzó sus relaciones con las organizaciones campesinas, clave para su reforma agraria.74 Junto a ello, Cárdenas desarrolló una poderosa red clientelar con el objetivo de restarle poder a Calles y, de esta manera, legitimar lo que se ha denominado como socialismo estatista y nacionalizador o “socialismo de la revolución mexicana”.75

      Sin embargo, las bases de soporte del cardenismo eran muy disímiles y el desafío era hacerlas confluir. El mayor apoyo que logró articular Cárdenas fue a través de la Confederación de Trabajadores de México (CTM), creada en 1936 bajo el liderazgo de Vicente Lombardo Toledano y con una fuerte influencia del Partido Comunista mexicano (PCM). La CTM se convirtió en la base legitimadora para llevar a cabo las políticas de nacionalización y librarse de los opositores del “pueblo”.76 Otro aspecto clave para el populismo cardenista fue la reforma agraria, que sirvió como arma política para eliminar a sus enemigos, así como para legitimarse en el propósito de la integración regional y el desarrollo económico. Los logros de Cárdenas fueron impresionantes: en 1940 ya había repartido alrededor de 18 millones de hectáreas de tierra entre unos 800.000 beneficiarios.77 Otro aspecto por el que se ganó la legitimidad popular fue la puesta en marcha de la “educación socialista” basada en la expansión de la escuela pública, en la movilización del profesorado y en el anticlericalismo, con el que muchos maestros simpatizaron por ser un gremio mayoritariamente comunista. Como señala Alan Knigth, la reforma agraria y la movilización campesina estaban vinculadas de modo “que a veces los maestros estimulaban un agrarismo latente y de vez en cuando contribuían a imponerlo a las comunidades que no lo deseaban; pero también hubo casos en que fueron los propios campesinos quienes ganaron a los maestros para la causa agraria”.78

      Estas políticas de corte frentepopulista permitieron a Cárdenas contar con las simpatías del Comintern que, en su VII Congreso apoyó abiertamente su programa de reformas De esta forma el PCM formó, junto a la CTM, un frente electoral común junto al PNR, consolidando la estrategia frentepopulista mexicana. Las políticas de nacionalización de los ferrocarriles y del petróleo legitimaron el poder de Cárdenas en los sindicatos, especialmente en el de los ferroviarios, al hacerlos partícipes en la gestión de la producción.79 El frentepopulismo que desarrolló Cárdenas en el contexto de entreguerras articuló a su favor la influencia de la antinomia fascismo-antifascismo; el antiimperialismo y el nacionalismo, junto a la institucionalización del sindicalismo, concitaron el apoyo del PCM y del Comintern. Sin embargo, el peso que tuvo el liderazgo de Cárdenas influyó también en su rápido desmoronamiento una vez acabado su gobierno en 1940.

      A diferencia de México, donde Cárdenas resignificó los contenidos de la revolución con los de un renovado estatismo nacionalista, en Venezuela el frentepopulismo se articuló en torno a la oposición al dictador Juan Vicente Gómez, durante los últimos años de las tres décadas de su Gobierno (1908-1935). De forma casi contradictoria, los comunistas venezolanos terminaron en una coalición junto a militares, sectores de centro, conservadores y católicos en torno a un enemigo en común. A fines de la década de 1920, numerosas movilizaciones opositoras a Gómez, como la masiva huelga estudiantil de 1928, fueron el origen de pequeños núcleos opositores al dictador. Este fue el caso de la Asociación Revolucionaria de Izquierda creada en el exilio en Barranquilla, Colombia, y de grupos clandestinos en Venezuela como el Partido Comunista de Venezuela (PCV),fundado en marzo de 1931 por los intelectuales Miguel Otero Silva y Juan Bautista Buenmayor. Aunque el PCV participó activamente en el Buró de las Antillas del Comintern, este no le prestó demasiada atención a los países “semi-coloniales” latinoamericanos, salvo en Brasil.80

      A la muerte del dictador Gómez, en diciembre de 1935, exiliados, comunistas clandestinos y otros grupos opositores formaron el Partido Democrático Nacional (PDN). Para los comunistas se trató de una forma avanzada de Frente Popular. El corto período de libertades civiles que se sucedió entre la muerte de Gómez y la llegada de su sucesor, el también militar Eleazar López Contreras, permitió al PDN aglutinar diferentes sensibilidades opositoras a Gómez: desde el izquierdismo democratizante de Rómulo Betancourt hasta seguidores de Rafael Caldera (católico y conservador). Dicha alianza duró hasta que fueron prohibidos por López, enviando a muchos de sus militantes al exilio en marzo de 1937. A esto se sumaron las diferencias ideológicas entre los grupos que formaban el PND. Cuestiones como la Guerra Civil Española terminaron por dividir al partido en torno a los dos bandos españoles, abandonando el parti-do el sector más conservador vinculado a Rafael Caldera.81 A pesar de ello, durante 1936 los comunistas vieron en el PND su aliado político más seguro, afirmando que se trataba de la estrategia del Frente Popular impulsado por el Comintern. De esta forma, llamaron a sus militantes a eliminar el sectarismo del “Tercer Período” con el fin de lograr junto a otras fuerzas antifascistas el derrocamiento del Gobierno de López.82 El pacto germano-soviético de agosto de 1939 dio un nuevo giro a la política frentepopulista de los comunistas, pues quedaron aislados del resto de las fuerzas de izquierda favorables a los aliados.

      Los comunistas venezolanos, al igual que otros de la región, quedaron bastante descolocados a partir de 1939 e intensificaron su política de alianzas con sectores de centro como manera de reaccionar ante la continuidad militarista de Isaías Medina Angarita (1941-1945) con el Gobierno de López. La invasión alemana a la Unión Soviética y la ruptura de relaciones del gobierno venezolano con Alemania, hizo dar otro giro al PCV, llegando de manera inverosímil a apoyar a Medina Angarita con un eslogan como “Con Medina contra los reaccionarios”. A cambio, Medina legalizó al PCV tomando la estrategia de llamar a todas las facciones anti reaccionarias a juntarse a favor del Gobierno bajo la bandera de unidad nacional ante los sacrificios de guerra que iban a tener los venezolanos. De esta división saldrían tres de los partidos políticos que dominaron la escena política de las décadas siguientes: la Acción Democrática de Betancourt (de 1941), el Partido Comunista de Venezuela y el Comité de Organización Política Electoral Independiente (COPEI) de Rafael Caldera.83

      La


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