Punto de encuentro. Laura Fonseca

Punto de encuentro - Laura Fonseca


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de campo en el ETCR-HR. Fueron gestados en conversaciones informales en campo y forjados en los escenarios educativos intencionados de reflexión colectiva durante los días de trabajo en el ETCR-HR. En este proceso fue posible ver el trabajo cooperativo que resulta al entender las conversaciones como estrategia pedagógica para aprender sobre la práctica, y que las mismas conversaciones que consolidan la situación de aprendizaje son las que ocurren durante el proceso de investigación-acción y son las que modelan la manera en que el conocimiento se podrá comunicar a otros (Levin, 2008).

      La primera versión escrita de los relatos fue compartida oralmente con el grupo de estudiantes y editada a partir de las preguntas y sugerencias de los demás; en los casos en los que se hacía referencia a personas de la comunidad del ETCR, los relatos fueron compartidos con ellos para recibir su consentimiento y aportes. La segunda versión de los escritos fue revisada entre los estudiantes de manera colaborativa y después se compartió con los coordinadores de la biblioteca del Espacio, quienes realizaron su revisión y aprobación.

      Con esta versión de los textos, identificamos en una sesión colectiva los temas comunes en las experiencias que cada uno eligió contar y llegamos a consensos sobre las categorías generales con las que nombraríamos los apartados que configuran el libro: “Valores”, “Rutas y caminos”, “Reflejos”, “Desmitificación”, “Artefactos”.

      En esta primera visita, en la que no teníamos más propósito que conocernos, el encuentro con “el otro”, la conciencia de la estigmatización y la sorpresa ante la humanidad compartida fueron los temas recurrentes; pero también convergieron las reflexiones sobre el encuentro con uno mismo y sobre los vínculos que se forjan entre estudiantes, y estudiantes y profesoras en este tipo de escenario de aprendizaje. Por ello, acordamos que Punto de encuentro era el título que mejor englobaba la experiencia compartida de aprendizaje en contexto de trabajo comunitario en alianza con el ETCR-HR (véase la figura 1). En el cierre de nuestra visita al Espacio, presentamos el libro en su versión hecha a mano para recibir las percepciones de la comunidad y pedir su aprobación para la publicación.

      Este libro es el resultado de un proceso colaborativo, de co-construcción de narrativas sobre el encuentro entre un grupo de estudiantes universitarios y la comunidad fariana en proceso de reincorporación. Cada sección cuenta con un comentario al final, en el que profesores de la Universidad de La Sabana analizan desde su disciplina los relatos de los y las estudiantes y reflexionan sobre ellos. El objetivo de estos comentarios es construir un libro que articule la práctica y las vivencias, con marcos de comprensión propios de las ciencias sociales. A continuación, presentamos las secciones y sus comentarios.

      VALORES: CONSTRUCCIÓN IDENTITARIA DESDE LA PRÁCTICA

      En teoría, el psicólogo comunitario aboga por valores afines a la liberación y el bienestar personal, relacional y colectivo, y en la intervención debe conocer tempranamente los valores de los colectivos, grupos y comunidades para revisar su convergencia con los propios (Nelson y Prillentensky, 2010). Pero ¿cómo ocurre esto en la realidad? ¿Dónde están escritos los valores de cada quién?

      En términos pedagógicos, pensamos que incluso la conformación de grupos con los estudiantes nos podía ayudar a sentar un precedente sobre el conocimiento de otros: al llegar al Espacio tuvimos la tarea de organizar grupos de trabajo de los estudiantes que ya habían establecido sus propias preferencias. ¿Cómo organizamos a los estudiantes en esos grupos de trabajo cuando ellos ya han establecido sus propios grupos de amigos? Entendimos que necesitamos conocernos a nosotros, entre nosotros, como proceso paralelo en el encuentro con otros. De manera que dividimos a los estudiantes en grupos mezclados con personas que sabíamos que no conocían. Por ello, los relatos de esta sección también muestran cómo la experiencia cotidiana compartida facilita el encuentro entre estudiantes y que se conozcan mejor los valores compartidos.

      Como señala Diego Efrén Rodríguez Cárdenas en su comentario a la sección, la apuesta metodológica y pedagógica por compartir las prácticas comunitarias cotidianas traerá aprendizajes sobre la cultura propia y la ajena, y permitirá acercarse a la meta compartida de conocernos. Los relatos de Andrés Lagos González y Juliana Sierra dan cuenta de la reflexión sobre la experiencia cotidiana compartida que permitió acercarse a la comprensión de los valores propios de la comunidad y a hacer explícitos encuentros y desencuentros en este nivel.

      En el primer capítulo, Juliana Sierra reflexiona sobre los valores de la comunidad que visitó y su articulación con los valores personales y de los otros grupos sociales a los que pertenece. Este acercamiento da cuenta de una mirada que no se centra solamente en el yo, sino que por el contrario busca espacios de encuentro con el ellos. En el segundo capítulo, Andrés Lagos González presenta sus comprensiones sobre los valores centrales que son la base para la co-construcción del ETCR-HR como un espacio social, cultural y político en el proceso de reincorporación. Esta narrativa presenta cómo los valores no se encuentran solamente en el nivel discursivo, sino que se viven en las prácticas cotidianas de la comunidad.

      Para finalizar esta sección, Federico Montes, uno de los líderes del Centro Poblado, describe la experiencia vivida en el trayecto hacia el punto de encuentro desde la otra orilla, presentando como punto de partida las nuevas apuestas que la comunidad naciente se esfuerza en lo cotidiano por consolidar. Federico cierra el recuento de aprendizajes mutuos, con la esperanza gestada en esta alianza y materializada en el nacimiento de la hija de Duver y Tatiana, el día de nuestra partida.

      RUTAS Y CAMINOS: ¿CÓMO SE LLEGA AL ENCUENTRO?

      El diseño de un espacio educativo que promueva la praxis debe proveer escenarios de cuestionamiento, de imaginación y de un lenguaje que permita construir ciudadanos capaces de reflexionar sobre su propia práctica (Freire, 1993). De esta manera, es importante que los estudiantes tengan espacios para analizar los significados alrededor de prácticas, del encuentro en sí mismo y de cómo se llegó allí. Cuando el estudiante asume el rol de sujeto cognoscente y no solamente de actor pasivo que recibe conocimiento, es cuando la educación empieza a tomar sentido (Freire, 1993).

      En la misma línea, entendemos con Nelson y Prillentensky (2010) que el aprendizaje de la psicología comunitaria es un “viaje de concientización”, un proceso identitario en el que se forja coherencia entre lo personal, lo profesional y lo político. El punto de partida de cualquiera de los caminos hacia el encuentro es la opción por la toma de conciencia de sí, que ha de ser permanente: la conciencia del punto del camino en el que se encuentra y de lo que se hace para facilitar o entorpecer un acercamiento. Por esto, la atención inicial hacia la comprensión de los procesos comunitarios externos giró rápidamente hacia procesos reflexivos personales: el primer día de trabajo en comités, repartimos las labores y todos salieron animados a encontrarse con esas nuevas personas que añoraban conocer. En el almuerzo, algunos llegaron asombrados a contar las historias de la guerra: las diferencias entre columna, bloque, frentes; las historias de amor, los animales en la guerra; los amigos perdidos y las vidas clandestinas. Otros de sus compañeros los miraban con inquietud y nos preguntaron: “y a nosotros que no nos hablaron, ¿qué hacemos? ¿Qué hicimos mal?”. Tuvimos que repetir esta respuesta múltiples veces: “el encuentro tiene sus propios ritmos: para algunas personas, es importante construir lentamente la confianza e incluso los silencios cuentan en el proceso de conocernos”.

      En su comentario sobre los textos de esta sección, Diana Vernot se refiere a la importancia del Espacio y de los recorridos que hicieron los estudiantes para entablar relaciones con la comunidad. La mirada sociológica sobre el encuentro es necesaria para entender la construcción de significados a través de la cotidianidad y la oportunidad de generar contranarrativas, o narrativas alternativas sobre un mismo


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