Las "serventias" en Galicia. José Luís Ramos Blanco

Las


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a veinte quilómetros en dirección al este.

      La organización del “agra” variaba según los pueblos. En algunos casos, como ocurría en el sector occidental, su estructuración interna se fijaba en el marco del propio “agra” y las entradas que desembocaban a los caminos estaban regularmente cerradas los años de puesta en cultivo. El problema se centraba en evitar la incursión en el “agra” de los animales que pacían en terreno inculto. Para resolverlo, no sólo se imponía una rigurosa disciplina de guarda de los rebaños, sino que también se establecían unos itinerarios a seguir, que se cambiaban de un año a otro (de “verea” en “verea”). Por supuesto, los concejos abiertos jugaban aquí un papel importante en la fijación y en el respeto de estas reglas.

      En otros supuestos, como en Xironda y en Videferre, las “agras” se repartían en dos grandes “hojas”. Esta distinción del espacio agrario ofrecía una solución sencilla al problema de la circulación del ganado. Desde los meses de octubre a junio, no se podían utilizar los caminos y “vereas” que atravesaban la “hoja” sembrada con cereales de invierno para dirigirse al monte. Desde el mes de junio a octubre, el trayecto a seguir sería el inverso, y se respetaba la “hoja” sembrada con cultivos de verano.

      En la depresión de Verín, que sucedía hacia el este a las mesetas orientales del sector entre el Alta Limia y Portugal, el ensanchamiento del viñedo y, sobre todo, las importantes modificaciones que sobrevinieron de su distribución y asentamiento, perturbaron seriamente los viejos diseños agrarios, aunque sin borrarlos por completo.

      Además de los acuerdos relativos a la rotación de los cultivos y a la apertura y cerramiento de las entradas del “agra”, el buen funcionamiento de las “serventías” exigía la observancia de una serie de reglas referidas al orden temporal en que debían efectuarse las labores agrícolas.

      La mayoría de las tierras se disponían en bancales sujetos por taludes de tierra117, aunque excepcionalmente también había muros de contención formados con piedras. Estos bancales presentaban aspectos diversos.

      En primer lugar, como pequeños bancales alargados con forma de “escamas de pez”. Su superficie quedaba comprendida, con carácter general, entre las 10 áreas y 1 hectárea. Dicha configuración de los bancales predominaba en los terrenos de reducidas dimensiones y muy discontinuos.

      En segundo lugar, como bancales constituidos en largas tiras.


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