E-Pack HQN Sherryl Woods 1. Sherryl Woods

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de nuestra relación como para dejar que nadie se enterara de ella. ¿Y sabes lo que es peor? Que he ido hasta allí con la intención de entrar y arreglar las cosas, pero me he asustado porque he visto el coche de mi hermano.

      En esa ocasión, Gail no se rio ni sonrió.

      –Tengo que preguntarte esto: ¿De verdad te preocupa tanto lo que la gente, o más específicamente tu familia, piense? ¿O es algo que haces siempre? ¿Empiezas a salir con alguien, te asustas cuando las emociones son demasiadas, y después te inventas una excusa para poder salir corriendo o para invitar a la otra persona a abandonarte?

      Jess odió la recreación que hizo de la situación, pero tuvo que admitir que Gail había dado en el clavo. ¿Era eso lo que había hecho esa mañana? ¿Había evitado intencionadamente ir a Sally’s sabiendo que heriría los sentimientos de Will y, por lo tanto, que estaría retándolo a abandonar la relación?

      Gimió y hundió la cara en las manos.

      –Soy un desastre con estas cosas. Parece que tengo quince años en lugar de treinta, es patético.

      –Sí que lo es –dijo Gail con delicadeza–. Tal vez esta vez hayas empezado a pensar seriamente en hacer un cambio.

      –Es irónico que la persona mejor cualificada para decirme cómo hacerlo sea Will. ¿No sería el colmo? «Ey, Will, ¿puedes ayudarme a encontrar un modo de dejar de estropear mi vida?».

      Gail no se rio.

      –Sé que estás de broma, pero tal vez no sea una idea tan terrible.

      –No pienso acudir a Will para que me asesore. ¿No crees que sería poco ético que después saliera conmigo?

      –Es interesante que perder a Will como cita sea lo primero que se te haya ocurrido, pero tienes que hacer algo antes de seguir cometiendo el mismo error una y otra vez.

      –Sé que tienes razón, de verdad que sí.

      Justo en ese momento, Ronnie asomó la cabeza.

      –¿Ha terminado la charla de chicas? Hay gente en el comedor esperando el desayuno.

      Gail miró a Jess.

      –¿Estarás bien?

      –Claro –respondió inyectando un tono alegre en su voz–. Estaré bien.

      Ronnie entró.

      –Esto ha llegado hace unos minutos. Puede que la anime –dijo sacando el cubo de caramelos.

      Ella comenzó a sonreír antes de mirar la tarjeta. Solo una persona podía haber elegido un regalo tan perfecto para ella.

      –¿Will? –preguntó Gail.

      Jess asintió y se rio al leer la tarjeta.

      –Parece que esta mañana no lo has estropeado todo tanto, después de todo –comentó Gail–. Las segundas oportunidades no se tienen todos los días, preciosa. Aprovéchala.

      Y eso era exactamente lo que pretendía hacer, por muy difícil que le resultara.

      Thomas había logrado superar veinticuatro horas enteras sin hablar con Connie, pero tenía que admitir que no le había gustado. Lo había convertido en una especie de prueba para él, para ver si sus sentimientos hacia ella se enfriarían al poner un poco de distancia entre los dos. Sin embargo, había sido un ejercicio en vano porque no había podido dejar de pensar en ella.

      No sabía por qué lo atraía tanto, no se parecía a ninguna de sus esposas. Era una madre soltera fuerte e independiente que se alejaba mucho de las sofisticadas mujeres con las que había tenido relaciones en el pasado.

      Aunque no había tenido hijos, sí que había sido un gran observador de las familias de sus hermanos y sabía el trabajo que suponía ser un padre fuerte y luchador, aunque nunca lo hubiera experimentado por sí mismo. Admiraba la dedicación de Connie y cómo había criado a su hija sola. Por supuesto, había tenido a Jake a su lado, pero no había duda de que ella era la única responsable de la estupenda jovencita en que se había convertido Jenny.

      Connie era una madraza y su casa así lo atestiguaba. Era la casa en la que ella había crecido y estaba llena de toques cálidos que la convertían en un verdadero hogar. Probablemente nunca había pedido comida para llevar, al menos no más allá de una pizza. Era algo que se preguntaba, ya que el otro día le había costado mucho encontrar el número de teléfono de la pizzería en Chesapeake Shores. Él, por ejemplo, tenía el número de la más cercana a su casa grabado en el teléfono.

      –Odio interrumpir tu ensoñación –le dijo su secretaria cuando entró en su despacho–, pero tu hermano está aquí. ¿Le digo que pase? Tienes media hora antes de tu próxima cita.

      –¿Mick está aquí? –preguntó sorprendido.

      –Ha dicho que tenía algo importante que hablar contigo.

      –Pues dile que pase –contestó Thomas recostándose en su silla. Mick solo había ido a verlo al despacho en una ocasión, para pedirle consejo sobre Megan, y eso ya le había sorprendido bastante. Estaba deseando oír lo que su hermano tenía que decirle ahora.

      Mick entró con el ceño fruncido y Thomas se incorporó.

      –¿Hay algún problema? ¿Está bien mamá?

      –Mamá está genial, aunque creo que quiere que me dé a la bebida, porque no deja de hacer comentarios sobre echarse novio.

      –¿Mamá quiere salir con alguien?

      –Eso dice. Sinceramente, creo que lo hace para que me suba la tensión.

      –Seguro que le vendría bien –dijo Thomas pensativo una vez superó el impacto inicial–. Estaba acostumbrada a que sus días se vieran ocupados con tu familia, y seguro que ahora se aburre mucho.

      –No he venido aquí para hablar de mamá y sus citas, tengo algo que decirte sobre las tuyas.

      –Ve con cuidado, hermano. Estás entrando en territorio peligroso. Mi vida social no es de tu incumbencia.

      –Lo es cuando he oído que estás a punto de quedar como un idiota con una chica que es lo suficientemente joven como para ser tu hija, una chica que es parte de la familia.

      Thomas suspiró.

      –Así que te has enterado de lo que tengo con Connie.

      –Sí. ¿Qué tienes que decir al respecto?

      –No pienso defenderme ante ti, si eso es lo que esperas. Connie no es tan joven como para poder haber sido mi hija, ni siquiera aunque hubiera sido un chico precoz. Y es lo suficientemente mayor como para saber lo que quiere. Los dos nos hemos metido en esto con los ojos bien abiertos.

      –¿Esto? ¿Qué es «esto» exactamente?

      –Una relación.

      –Entonces es verdad. ¿Estáis teniendo un romance? –preguntó incrédulo–. ¿En qué demonios estás pensando?

      –En que me hace feliz. Y, gracias a Dios, parece que yo también la hago feliz a ella.

      –¿Y qué pasa con Jake? ¿Cómo le sentará que estés aprovechándote de su hermana mayor?

      –Nadie se está aprovechando de nadie. Eso puedo asegurártelo.

      Y en cuanto a Jake, nos hemos mirado a los ojos y hemos llegado a un entendimiento, así que supongo que el problema eres tú y no él. –¿Y qué si lo es? Me parece que esto está mal. ¿Es que no puedes verlo?

      –Lo que veo es que esto no es asunto tuyo. Connie y yo estamos siendo discretos.

      –¿Y por qué? Te diré por qué. Porque incluso tú sabes que deberías estar avergonzado de ti mismo. Te da miedo que mamá se entere de esto y que le dé un ataque.

      Thomas se levantó y dio un puñetazo a la mesa.

      –¡Ya es suficiente, Mick! Puede


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