La única. Guadalupe Marín
en otros idiomas, como inglés y francés, un criterio, por principio de cuentas, superficial. En cambio, desde la actualidad resulta muy interesante cómo la protagonista manifiesta su personalidad a través del lenguaje. Marín no había estudiado arte ni literatura, lo que sabía porque lo había aprendido de oídas y porque se interesó en aprenderlo, no era una elegida ni tenía reservado un destino sublime. Marín se volvió una infiltrada en la élite posrevolucionaria y se codeó con algunos de los artistas más respetados, sin embargo demostró en sus novelas que no los idealizaba ni buscaba su aprobación, sino que buscó construirse su propia manera de expresarse y gestionar su vida. Marín, como el personaje de Marcela, sobrevivió a una terrible enfermedad y a dos matrimonios, decidió viajar, equivocarse, intentar de nuevo y hacer lo que le daba la gana. Su obra es valiosa para la literatura mexicana porque nos presenta una perspectiva inédita.
La única no es una autobiografía, pero sí está basada en la experiencia de la autora, lo que le permite hacer un retrato de la vida cultural de los años veinte desde la mirada femenina. Marcela, la protagonista, descubre las flaquezas de las ambiciones artísticas y lo ruin de las envidias e intrigas que se tramaban entre la élite cultural. Así, nos introduce en la visión de una mujer que se adentra en los grupos de intelectuales y artistas de las primeras décadas del siglo xx. Su perspectiva es parte de la construcción narrativa, nunca logra pertenecer pero los observa muy de cerca. Marcela es un personaje imperfecto que se abre paso en el mundo equivocándose y ofendiendo, es objeto de burlas por despreciar la autoridad de los médicos, pronunciar “subrealistas” en vez de surrealistas, hacer una pregunta cuando tiene curiosidad o porque escribe discursos. No concede ante los modales de élite, ni se apega a las buenas costumbres de la época, al contrario, todo le genera curiosidad y nunca da por sentado que las cosas son como son. Está convencida de que se puede cambiar de opinión en cualquier momento, porque nadie tiene la verdad absoluta.
A pesar de ser una novela de estructura caótica, el hilo conductor es la búsqueda de Marcela. Ella no está segura de qué es lo que quiere, pero sabe que no es feliz y que solo tiene una vida. Por fortuna, es lo suficientemente curiosa y crítica como para explorar, preguntar y experimentar, le interesa conocer gente nueva, lugares nuevos, libros nuevos. A lo largo de la trama, Marcela aprende a conocerse a sí misma y a descubrir qué es lo quiere hacer, aunque, para esto tiene que dejar a dos esposos y encargar a su hijo, quedar en ridículo o perder amigos. Su escritura es el resultado de este proceso. Justamente una pregunta que circula en la novela es si la protagonista es escritora.
En el libro titulado Dos veces única, dedicado a la biografía de Marín, Elena Poniatowska dice que la novela La única fue escrita en un arranque de ira hacia Jorge Cuesta. Y no puedo dejar de preguntarme quién logra hacer algo así: escribir un libro completo solamente con esa motivación. También me cuestiono si esto le negaría la calidad de escritora. Es verdad que el primer impulso puede estar generado por la ira, pero la realidad es que, aunque Jorge Cuesta aparece en el libro, no es el centro, tampoco Diego Rivera; el centro es ella, su enfermedad, su viaje, sus conversaciones, deseos y frustraciones.
Ella decidió formarse, leer y escribir porque así lo deseaba, porque la inquietud que la llevó a acercarse en primera instancia a los círculos intelectuales de escritores y artistas, era en realidad un interés propio. Su obra es el fruto de un proceso personal de creación y conocimiento. Si Guadalupe Marín se sentó a escribir dos novelas completas, cada una con un universo propio que se expresa a través de un trabajo del lenguaje; entonces, podemos decir, sin ningún reparo, que era una escritora. Si buscó publicar estos libros y que fueran leídos, quiere decir que pensaba en sus obras dentro del diálogo de la cultura y la literatura mexicana, dejarla fuera sería una torpeza. ¿Quién más podría narrar desde su perspectiva?
Tablada criticó con desprecio a Marín, pero escribió sobre ella y eso me permitió encontrarla, lo cual nos hace pensar en la importancia que tiene nombrar, en cómo se escribe la historia y cómo seleccionamos las obras que importan y deben ser leídas. Aunque se burló y describió como defectos lo que ahora podríamos ver como cualidades, la nombró y ahora podemos recuperarla. “El ímpetu que es toda ella” (así fue como la introdujo) le causaba incomodidad, esta sensación es el mayor acierto de la novela. Marcela es incómoda porque para complacer a todo el mundo tendría que negarse a sí misma, renunciar a todo lo que disfrutaba y aprender a ser otra persona. Ella se rehúsa a hacerlo, en cambio, decide experimentar, disfrutar y construirse su propia personalidad en la vida real y por medio de la escritura.
ANACLARA MURO
1 José Juan Tablada. “111. Libro de Doña Lupe Marín” en Obras Completas V. Crítica Literaria. México: Instituto de Investigaciones Filológicas Universidad Autónoma de México, 1994, pp. 525-527.
Nota editorial
Para esta nueva edición de La única quisimos dar al texto el cuidado editorial del que en su momento careció. Se corrigieron erratas y puntuación, actualizamos algunos usos arcaicos de la sintaxis y la escritura de términos, respetando en todo momento el estilo de la autora, el tono de la narración y las características propias de la prosa. Queremos que el texto reciba la lectura atenta y placentera que merece.
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