El libro negro del comunismo. Andrzej Paczkowski
conoció un nuevo auge en el curso de estos dos años. Durante este período se adoptaron unas pocas medidas de apaciguamiento, como la supresión de la categoría de lishentsy, la anulación de las condenas a penas inferiores a cinco años dictadas contra los koljozianos, la liberación anticipada de 37.000 personas condenadas de acuerdo con la ley de 7 de agosto de 1932, el restablecimiento en sus derechos civiles de los colonos especiales deportados, o la abrogación de las discriminaciones que prohibían el acceso a la enseñanza superior de los hijos de los deportados. Pero estas medidas eran contradictorias. Así, los kulaks deportados, restablecidos en principio en sus derechos civiles al cabo de cinco años de deportación, finalmente no tuvieron derecho a abandonar su lugar de residencia forzosa. Inmediatamente restablecidos en sus derechos, habían comenzado a regresar a sus poblaciones, lo que había creado una sucesión de problemas intrincados. ¿Se les podía dejar entrar en el koljoz? ¿Dónde se podía alojarlos, puesto que sus bienes y su casa habían sido confiscados? La lógica de la represión solo toleraba pausas. No permitía la marcha atrás.
Las tensiones entre el régimen y la sociedad siguieron aumentando cuando el poder decidió recuperar el movimiento estajanovista —nacido según el famoso «récord» establecido por el minero Andrei Stajanov, que había multiplicado por catorce las normas de obtención de carbón gracias a una formidable organización de equipo— y promover una vasta campaña productivista. En noviembre de 1935, apenas dos meses después del célebre récord de Stajanov, se celebró en Moscú una conferencia de trabajadores de vanguardia. Stalin subrayó en el curso de la misma el carácter «profundamente revolucionario de un movimiento liberado del conservadurismo de los ingenieros, de los técnicos y de los dirigentes de empresa». En las condiciones de funcionamiento de la industria soviética de la época, la organización de las jornadas, de las semanas, de las décadas estajanovistas desorganizaba la producción de forma duradera. El equipo se había deteriorado, los accidentes de trabajo se multiplicaban, los «récords» eran seguidos por un período de caída de la producción. Al solaparse con el spetzeedstvo de los años 1928-1931, las autoridades imputaron de manera natural las dificultades económicas a supuestos saboteadores infiltrados entre los cuadros, a los ingenieros y a los especialistas. Una palabra imprudente expresada en contra de los estajanovistas, rupturas de ritmo en la producción, o un incidente técnico, eran considerados como otras tantas acciones contrarrevolucionarias. En el curso del primer semestre de 1936, más de 14.000 directivos que desempeñaban sus funciones en la industria fueron detenidos por sabotaje. Stalin utilizó la campaña estajanovista para endurecer todavía más su política represiva y desencadenar una nueva oleada de terror sin precedentes, que iba a entrar en la historia con el nombre de «el gran terror».
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