40 ejercicios para la mujer multitasking. Néstor P. Braidot

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      La inteligencia, según la definición académica, es la “facultad de la mente que permite aprender, entender, razonar, tomar decisiones y formarse una idea determinada de la realidad”.

      Pero la manera en la que la inteligencia se aplica, se desarrolla y se utiliza no es unívoca.

      Esta idea no es nueva. Por ejemplo, en el siglo XVI, mucho antes de que Howard Gardner publicara sus trabajos sobre el tema, Juan Huarte de San Juan, filósofo y médico español, escribió una obra que denominó “Examen de ingenios para las ciencias”.

      Allí explicaba su teoría sobre las diversas facultades mentales que poseen las personas, haciendo hincapié en que determinados individuos tenían algunas muy desarrolladas.

      Además de calificar el conocimiento en función de su dependencia de la memoria, la comprensión o la imaginación, sostuvo que en cada persona intervienen factores internos y externos y que no todas son iguales desde el punto de vista de su capacidad intelectual.

      Dos siglos después, el antropólogo inglés Francis Galton, primo de Darwin, se interesó por la inteligencia creativa y realizó estudios sobre sujetos que se consideraban dotados de genialidad.

      Durante sus investigaciones, focalizó en las capacidades que diferenciaban una persona de otra desde una perspectiva biológica y adaptativa.

      En su opinión, los seres humanos poseen con varios tipos de habilidades naturales.

      Gardner partió del paradigma cognitivo para avanzar luego en la explicación de cada una de estas capacidades. Según él, la mente humana genera representaciones variadas de los sucesos que pueden analizarse como módulos mentales.

      Pensó que era posible encontrar en estos módulos el sustrato neuroanatómico de los distintos tipos de inteligencia que constituyen su teoría.

      Coincidiendo con su visión, y dado el avance que se ha generado en las neurociencias, es difícil pensar en una capacidad cognitiva que no tenga un correlato neurobiológico.

      Gardner realizó varios estudios en personas con características especiales, como niños con un gran talento en diferentes manifestaciones del arte y adultos que habían perdido parte de sus capacidades cognitivas como consecuencia de daños cerebrales.

      Las observaciones realizadas en estos últimos lo llevaron a argumentar que ciertas lesiones podían afectar algunos de los tipos de inteligencia que detectó, por ejemplo, la verbal, sin interferir en el desarrollo de otras, como la numérica o espacial.

      También notó que ciertas capacidades variaban de una persona a otra.

      Buscó un modelo de inteligencia compatible con estas observaciones, ya que los vigentes no le parecían idóneos para explicar las diferencias individuales en las aptitudes cognitivas.

      Llegó a la conclusión de que “existen diferentes tipos de inteligencia que se manifiestan en las formas en que los individuos adquieren, retienen y manipulan la información del medio y demuestran sus pensamientos a los demás: la lingüística, la lógico-matemática, la corporal-cinestésica, la musical, la espacial, la naturalista, la interpersonal, la intrapersonal y la espiritual”.

      Tomando su teoría, y enriqueciéndola, es posible categorizar las diferentes inteligencias. Reconocerlas permite aplicar ejercicios apropiados para abonar esa sabiduría, desarrollarla, ampliarla y convertirla en más plástica. Así, es posible detectar:

La inteligencia lingüísticaInvolucra una habilidad especial en el empleo del lenguaje hablado y escrito, la capacidad para aprender diferentes idiomas y emplear el lenguaje para lograr determinados objetivos.También abarca el poder mnemotécnico del lenguaje, es decir, la capacidad de un individuo para recordar información y relacionarla, y la habilidad para transmitir conocimientos (típica de los profesores y los académicos).
La inteligencia visual-espacialEs la que ostentan las personas con habilidades para percibir las formas, los movimientos, la rotación de figuras y la creación de imágenes mentales.
La inteligencia lógico-matemáticaEs la que utilizamos para realizar cálculos y trabajar con números.
La inteligencia corporal-cinestésicaSu característica principal es la habilidad para dominar el cuerpo, tanto para expresarse a través de él como para alcanzar diferentes metas.
La inteligencia musicalAbarca un conjunto de habilidades que permiten componer, cantar, dirigir una orquesta, tocar muy bien un instrumento o saber escuchar.Durante el período de formación, las neuronas generan conexiones en función del tipo de estímulos que reciben.Esto significa que si un niño aprende a tocar un instrumento siendo muy pequeño, las neuronas que participan en los procesos de comprensión, interpretación y ejecución de la música tendrán más conexiones que las de un niño que no haya recibido este tipo de estimulación.
La inteligencia interpersonalSe revela en la posibilidad de establecer relaciones armónicas y productivas con los demás y está estrechamente relacionada con la empatía, es decir, con la capacidad para conectar con el otro y lograr un compromiso en el que casi siempre interviene un componente afectivo.Provee una actitud de escucha activa que facilita la comprensión no sólo de sus necesidades, sino también de sus sentimientos y estado de ánimo.
La inteligencia emocionalInvolucra la capacidad de sentir, entender, controlar y modificar estados emocionales en uno mismo y en los demás.Se trata de dejarlas fluir, dirigirlas y equilibrarlas inteligentemente.El nivel idóneo de inteligencia emocional se mide en función de la calidad de la relación que una persona es capaz de establecer consigo misma y con los demás, por ello está estrechamente relacionada con la inteligencia social e intrapersonal.
La inteligencia naturalistaSe distingue por la habilidad para identificar, reconocer y clasificar las especies (flora y fauna), como así también otros elementos de la naturaleza: el viento, las tormentas y las mareas. Estos conocimientos permiten distinguir lo que es útil o inocuo de lo que puede ser dañino o peligroso.
La inteligencia espiritualNo tiene que ver exclusivamente con las manifestaciones religiosas, ya que abarca varias particularidades.Gardner propone tres connotaciones diferentes de la palabra espiritualidad: inquietud por las cuestiones cósmicas o existenciales (¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Qué nos depara el futuro?), logro de un estado del ser y el efecto en los demás, como las personas que llevan una vida dedicada al altruismo.

      Aunque siempre es adecuado pensar en un diagnóstico personalizado que permita encarar una práctica de entrenamiento propio para cada necesidad, en líneas generales, del mismo modo que ocurre con el cuerpo, cualquier ejercicio que se realice para mantenerlo en forma, permitirá darle plasticidad y lo mantendrá joven.

      Interpretar los tipos de inteligencia y reconocerse en ellos es una manera sencilla de elegir ejercicios acordes a esos niveles.

      A la vez, detectar las dificultades o aspiraciones que se tienen en materia de conductas neuroemocionales contribuirá a una decisión sabia en ese sentido.

      Mejorar la calidad y salud del cerebro impacta en la vida global del individuo.

      Cuando la mujer toma uno de los aspectos sobre el que desea ejercitar, por ejemplo, el estrés, no sólo


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