La eugenesia en Colombia: aproximación bioética a un problema de justicia social. 1900-1950. Juan Vianey Tovar Mosquera

La eugenesia en Colombia: aproximación bioética a un problema de justicia social. 1900-1950 - Juan Vianey Tovar Mosquera


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la razón, el orden, la claridad y el gusto” (1928, p. 44). De los alemanes indicaba que “Alemania está poseída de un genio metafísico que se manifiesta en el pensamiento, en la abstracción y también en la disciplina” (1928, p. 46). Estas opiniones reflejan un contraste con la idea que tenía de la población colombiana, de la cual señala:

      Nuestra raza proviene de la mezcla de españoles, de indios y de negros. Los dos últimos caudales de herencia son estigmas de completa inferioridad. En lo que hayamos podido heredar del espíritu español es donde debemos buscar las líneas directrices del carácter colombiano contemporáneo. (1928, p. 47)

      De esta manera, Gómez continúa expresando los innumerables defectos de las “razas inferiores”, y aunque no es específico respecto de qué medidas se deben tomar con esta población, sí elogia lo ocurrido con las políticas de otros Estados latinoamericanos que han logrado con éxito la “limpieza racial”. El discurso del expresidente evidencia cómo el inicio del siglo XX estuvo marcado por una preocupación nacional sobre el tema de la “degeneración de la raza” y sus consecuencias para el país, lo que es corroborado por López de Mesa, quien, en su conferencia “El factor étnico”, pronunciada en 1927, afirma:

      Un pueblo de flaca complexión, de instrucción deficiente o de viciada educación moral, no puede hoy día sostener una nacionalidad libre en competencia irrenunciable con los que rigen la civilización y cultura universales, ni puede, mucho menos, aprovechar para su bienestar material y ennoblecimiento de su propia vida las riquezas del suelo en que habita. (p. 5)

      La Colombia de comienzos del siglo XX se mostraba convulsionada por las guerras civiles, por el atraso ferroviario, los problemas de seguridad y, según los intelectuales de la época, por la exigua presencia de hombres “ilustres o civilizados” en el país. Este hecho era concomitante con los discursos de “degeneración de la raza” y prácticas eugenésicas de Europa y Estados Unidos3, lo que deja entrever que los discursos racistas en Colombia no solo obedecían a la lógica social del momento por los rezagos de la esclavitud, sino también al interés de mejorar las condiciones raciales de la población, lo cual constituye la naturaleza misma de la eugenesia según Galton.

      En Colombia, a comienzos del siglo XX se señaló a la población indígena, negra y mestiza como una “raza inferior, enferma e inmoral”, y se la culpó de obstaculizar el progreso del país; en esa medida, se institucionalizaron discursos y prácticas tendientes a solucionar el problema, que partieron incluso del mismo Congreso de la República. Entre ellas, estaba implementar medidas fuertes de higiene social y blanqueamiento de la raza, para lo cual se promovió el ingreso de personas “blancas e intelectuales”, preferiblemente europeos. Así quedó expresado en los artículos 1 y 11 de la Ley 114 de 1922, disponibles en la página web de la Cancillería de Colombia:

      A diferencia de Europa y Estados Unidos, en Colombia no hay evidencia de tanatopolítica5; sin embargo, está claro que las instituciones sociales fueron redirigidas para abordar el asunto racial, la pobreza y los vicios de la “raza inferior”. De esta manera, se equipararon negritud, comunidades indígenas, mestizaje y pobreza con inferioridad, y consecuentemente, con degeneración moral. Ahora, la raza, que antes era solo un concepto biológico, tenía implicaciones sociales y morales: ser indígena, negro, mestizo o pobre indicaba ipso facto “degeneración moral”. Esta situación pasó a considerarse un obstáculo para el desarrollo económico del país, razón que llevó al tema racial y moral a convertirse en un asunto de Estado, de donde emanaron políticas públicas destinadas a intervenir escuelas, hospitales, orfanatos y cualquier institución de índole social. Los criterios para jerarquizar a la población se reconfiguraron con la aparición de la eugenesia; ahora la superioridad/inferioridad en la escala social estaba determinada por los genes, y rápidamente el positivismo científico naturalizó este discurso y generó graves problemas de discriminación, exclusión e injusticia, lo que con el tiempo ha llevado a grandes brechas de inequidad social.

      Por décadas hubo un desconocimiento sistemático de las comunidades indígenas, afrodescendientes, raizales y otras por parte del Estado, no de manera desprevenida, sino deliberada, asociada con factores étnicos y de productividad que se agudizaron por el interés económico de ingresar a Colombia en la modernidad (Álvarez, 2005). A estas comunidades se las acusó de “decadentes, degeneradas racial y moralmente” y se las culpó del atraso del país; en esa medida, no se atendieron sus necesidades básicas, entre ellas, la educación, con lo cual cayeron en un empobrecimiento cíclico que convirtió en realidad la falta de producción del país, y el estigma del que habían sido víctimas por décadas. Estas situaciones describen un panorama en el que existe un marcado arraigo de la cultura de la discriminación, la exclusión, el empobrecimiento cíclico, la jerarquización y un desconocimiento sistemático de las capacidades humanas.

      La eugenesia impuso criterios de clasificación que separaron a los seres humanos en dos categorías: superiores e inferiores, lo que tejió un cerco sobre estos últimos que los llevó al límite de la supervivencia. El objeto de esta investigación consiste en determinar en qué medida la escuela sirvió a esta lógica y la educación se convirtió en un mecanismo seleccionador y excluyente, generador de graves problemas de injusticia social, lo que Nancy Fraser llama justicia anormal (2008).

      La educación constituye una formación desde la vida y para la vida, especialmente desde la configuración de individuos y sociedades justas y democráticas, posibilidad que aumenta mediante una práctica ética de la educación que motive la reflexión y el interés por la justicia y la equidad. Cuando este propósito fundamental no se cumple, se llega a la desmoralización social, la pérdida de valores, principios y se pone en riesgo la integridad política y social: de allí que la bioética debe estar presta, no solo para identificar este tipo de problemas, sino además para dotarnos de los elementos éticos teóricos y prácticos para reevaluar la práctica educativa.

      Desde la concepción de la justicia propuesta por Fraser, se busca hacer una lectura del proceso formativo en Colombia en la primera mitad del siglo XX, centrada en tres elementos que hacen que la educación esté continuamente cuestionada desde su deber ser, a saber: el problema político de la representación, el problema económico de la distribución y el cultural, del reconocimiento, todos estos aspectos vulnerados ampliamente en el binomio eugenesia-educación.

      Estas tres dimensiones propuestas por Fraser (2008) constituyen el paradigma que desde la bioética permitirá abordar el problema de la existencia de la eugenesia en Colombia, y la forma cómo sus postulados influyeron la política educativa en la primera mitad del siglo XX. Abordar el problema de la educación pública desde la perspectiva de la justicia social o democrática permite ofrecer una mirada innovadora, desde la bioética, a un campo trascendental.

      Esta investigación busca comprender, desde la perspectiva de justicia social, la influencia ejercida por el movimiento eugenésico en las prácticas pedagógicas de la educación pública colombiana de la primera mitad del siglo XX. Esto permitirá determinar las características y prácticas pedagógicas del periodo de 1900 a 1950, enfatizando en las implicaciones socioculturales. Siguiendo


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