Discusiones bioética entre primates: un análisis del humano en el mono ardilla. Gloria Estrada Cely
CAPÍTULO 3 INDICADORES BIOÉTICOS DEL BIENESTAR ANIMAL
Tipo de relación humano - mono ardilla
Grado de reconocimiento y respeto de los intereses
Instauración de estrategias de compensación
La toma de decisiones en fauna silvestre
Gloria Elena Estrada Cely es una investigadora oriunda del municipio de Puerto Rico, departamento del Caquetá, que ha desarrollado la mayor parte de su vida académica y profesional en la ciudad de Florencia, capital del departamento. Su trayectoria corresponde a más de una década de trabajo con primates y fauna silvestre en general, y sus estudios de posgrado se sitúan en el campo de la bioética y el derecho ambiental.
La particular preocupación de la autora la llevó a indagar sobre las problemáticas en torno al tráfico de especímenes silvestres, de forma específica en el caso de la especie Saimiri sciureus (Mono ardilla), a lo largo de su carrera académica, labor que en última instancia dio vida a este libro que aborda, no de forma tangencial sino con la preocupación de un apasionado, las cuestiones con respecto al rol de la bioética y del bienestar animal en relación exclusiva con el mono ardilla, como especie de primate silvestre con facilidad para su adaptación a ambiente intervenidos por el hombre, de lo cual se deriva su elevada presión antrópica y alto riesgo de mortalidad en cautiverio.
Esta obra se divide en tres partes: la primera se centra en las razones del trabajo de investigación con el mono ardilla; la segunda busca dejar en claro cómo la bioética no es una temática ajena a las diversas formas de relación de la especie humana con otras especies, y la última ofrece herramientas para la valoración efectiva del bienestar de animales silvestres en cautiverio.
El libro atrae la atención de manera especial porque es un llamado a la conciencia, sin olvidar que el trabajo dedicado asoma en cada rincón de la redacción. Las referencias a autores que polemizan constantemente respecto al tema no solo dan fuerza y carácter al contenido de la obra, sino que sugieren que, pese a no ser un tema que se imparta en escuelas o por el que se discuta vehemente en grandes plenarias políticas, tiene relevancia y atañe –sin pretensiones de originalidad– a nuestra situación como personas, en el sentido ético y moral del concepto.
El trabajo de la autora se perfila entre las pocas y valiosas producciones que le dan voz a un grupo de organismos vivos frecuentemente desconocidos o subvalorados por el hombre: al grupo animal; tarea que aborda sin ningún sentimentalismo subversivo, pero con la objetividad y humanidad de quien reconoce que el trabajo del ser humano en el campo del bienestar animal se encuentra aún en proceso de construcción.
Sofía Alejandra Estrada Cely
La tenencia de animales silvestres en cautiverio obedece, en la mayoría de los casos, a motivaciones antrópicas no vitales, es decir, a la satisfacción de necesidades de menor jerarquía, como la compañía o la distracción, por lo que resulta habitual que estos animales sean obligados a convivir con el humano cumpliendo el papel de mascotas. Los animales más frecuentemente destinados para este fin son aquellos cuyo fenotipo o conducta simulan facultades humanas, como es el caso de los primates, entre cuyas especies suelen seleccionarse aquellas que lograron adaptarse con facilidad a los ambientes antrópicos, o ambientes urbanos (pueblos y ciudades), como ocurre con los monos ardilla (Saimiri sciureus).
La vulneración del bienestar de los animales silvestres sometidos al cautiverio se realiza de manera directa e indirecta. La vulneración directa obedece principalmente a las siguientes situaciones:
El origen de los animales: en razón a la ausencia de zoocriaderos en las zonas donde con mayor frecuencia se registra este flagelo, como la Amazonía colombiana, los especímenes silvestres mantenidos como animales de compañía debieron ser previamente extraídos de sus ambientes naturales mediante procesos traumáticos en los que se registran mortalidades de hasta un 90%.
Las condiciones propias del cautiverio: entre las que se destacan las siguientes.
•La dieta instaurada, que en la mayoría de los casos no satisface los requerimientos propios de las especies, al estar constituida principalmente por alimentos o sobras de la alimentación humana, y que afecta severamente al animal, porque además de los riesgos de desnutrición, su exposición al consumo de compuestos como la sal, el azúcar o la leche, puede desencadenar alteraciones patológicas que comprometen su sobrevivencia.
•La forma de presentación del alimento constituye una fuente importante de estrés, pues los animales silvestres en condiciones naturales invierten la mayor parte de su tiempo activo en la búsqueda de su alimentación, sin embargo, en condiciones de cautiverio, los animales generalmente son alimentados de manera directa y en horarios específicos, sin mediación de procesos de enriquecimiento que estimulen la búsqueda; en consecuencia, los animales permanecen un mayor tiempo inactivos, lo cual les genera estrés y estados de comportamiento anómalos como estereotipias1 o auflagelaciones2.
•La ausencia de interacciones sociales, especialmente en el caso de especies gregarias (o que viven en grupos, tropas o manadas) como los mono ardilla, quienes en condiciones naturales establecen grupos de entre veinticuatro y cuarenta y cinco individuos (Rodríguez-Mahecha, 2003, p. 48), sin embargo, en cautiverio, la forma más frecuente de tenencia es con especímenes solitarios.
•Las limitaciones en su movilidad, debido a que generalmente se encuentran restringidos a jaulas o al largo de la cuerda con la que son sujetados, a diferencia de las grandes extensiones que recorren a diario en ambientes naturales (V. Imagen 1).
Imagen 1. Mono ardilla adulto confinado a una jaula para aves
Las lesiones: producidas de manera directa, causadas principalmente por los objetos utilizados para su restricción, como cuerdas, correas o cadenas sujetas alrededor de la cintura o el cuello.
El alto riesgo de mortalidad: en razón de que el estrés desencadena condiciones físicas de alto riesgo en respuesta al compromiso del sistema inmune, que suele responder de manera tardía, exponiendo al animal a enfermedades continuas, crónicas o recurrentes, así como a cuadros de hipoglicemia en animales desnutridos o que se resisten a consumir alimentos. La mayoría de estos casos presentan desenlaces fatales.
Desarrollo de comportamientos antrópicos: como resultado del cautiverio, los animales desarrollan comportamientos antrópicos como la preferencia por alimentos dulces o salados, “hablar”, en el caso de especies como los amazona (loras); caminar erguidos, utilizar objetos o herramientas, “saludar” y manifestar dependencia por el contacto humano, entre otros. Estos comportamientos en términos generales se reconocen como estados de antropomorfización o amansamiento,