El equipo habla. Enric Lladó Micheli
Competir o colaborar
El director comercial de una importante empresa me muestra orgulloso el ranking que utilizan en sus convenciones de ventas.
En este ranking aparecen todos sus vendedores, del primero al último, ordenados en función de los resultados que han obtenido en el último mes.
Cuando le pregunto para qué comparten este ranking en el equipo, me responde que para fomentar la «sana competencia» entre ellos.
Entonces le pregunto qué pasaría si en lugar de fomentar una relación de competencia entre ellos fomentáramos una relación de colaboración.
Qué pasaría si se apoyaran unos a otros para conseguir el máximo resultado del grupo en lugar de querer quedar los unos por encima de los otros.
Si queremos ser competitivos en el mercado, en nuestra empresa lo mejor es colaborar.
Cuanto más competitivos somos dentro, menos competitivos somos fuera.
Unir o separar
Como de costumbre, el director comercial está discutiendo con la directora de marketing sobre quién tiene la culpa del bajón en la cifra de ventas de esta semana.
Me cuelo audazmente en mitad de su discusión y un poco burlón les suelto un:
–Queridos amigos, cada vez que dos de vosotros os dedicáis a discutir, hay alguien en la competencia que se está partiendo de risa…
Me dan la razón y bajan el tono. A ver si ahora podemos avanzar…
Efectivamente, cuando discutimos, nuestros competidores se parten de risa, y no solamente porque al competir internamente perdemos competitividad fuera.
Es también porque cuando discutimos estamos destruyendo el equipo.
Cuando yo discuto es porque veo al otro como una amenaza. Temo que pueda perjudicarme y por eso siento rechazo hacia él.
Mi rechazo me separa emocionalmente de esa persona.
Entonces no puedo evitar hablarle de otra manera, con más intensidad, puede que incluso sin darme cuenta.
Hablándole así acabo consumando esa separación, que hasta ahora estaba solo en mi mente. Porque al sentirse atacada, esa persona reacciona exactamente de la misma manera.
Discutir nos separa, mientras que colaborar nos une.
Un grupo de personas que discute es como el montón de piezas de moto tiradas por el suelo.
Ni las piezas son una moto ni las personas un equipo.
Flow
Peloteando con las palas en la orilla de la playa. Un poco cansados de recoger pelotas todo el rato.
–¿Jugamos sin puntos? –propone mi hija.
Entonces empezamos a pasarlo realmente bien, a fluir. Y en ese fluir jugamos muchas más pelotas y las jugamos mucho mejor.
Cuando desarrollamos un equipo de alto rendimiento lo importante no es buscar los puntos.
Lo importante es buscar el flow.
Si buscamos los puntos, perdemos el flow y, acto seguido, los puntos. Pero si buscamos el flow, los puntos acaban llegando sin buscarlos.
El alto rendimiento es fluir en el intercambio.
Consiste en dejarnos llevar por el mero disfrute de relacionarnos con otras personas. Ese disfrute es precisamente el instinto de equipo dirigiendo nuestras acciones.
Mesas de ping-pong
El director de Recursos Humanos me da un hospitalario tour por las nuevas oficinas de su sede central. «Un sitio realmente acogedor y agradable para trabajar», pienso.
En una enorme sala polivalente, un par de mesas de ping-pong.
–Para que la gente pueda desconectar y fluir un poco más –me dice.
Me acompaña a la sala de juntas, donde asisto por primera vez a una reunión del Comité de Dirección.
La competitividad interna es brutal.
Mucho ping-pong, pero aquí se comen vivos entre ellos.
No, cuando hablamos de flow y juego no estamos hablando de que la gente se ponga a jugar al ping-pong en la oficina.
Aportar
–…no puedo casarme contigo… ¡¡¡porque soy un hombre!!!
–Bueno, nadie es perfecto.
La famosa frase con la que termina «Con faldas y a lo loco» fue una improvisación.
Otra genialidad de tantas con las que el guion de la película se iba reescribiendo a medida que se rodaba.
Se llegó a cambiar incluso el formato, filmándose en blanco y negro, contraviniendo así el contrato de producción donde se establecía que se iba a rodar en tecnicolor. El resultado fue un éxito de taquilla arrollador y la creación de un gran clásico.
El verdadero flow en el equipo se consigue cuando todas las personas pueden aportar con libertad aquello que llevan dentro.
Expresándose sin miedos y sabiendo que su contribución siempre será tomada en consideración.
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