Según natura. Eva Cantarella
en las emociones de la claudicación.
He aquí, en una sociedad ya solo de hombres, los caracteres y las reglas de la homosexualidad en la época arcaica. Si estos caracteres y reglas van a variar en el tiempo es lo que intentaremos verificar, pasando a analizar los testimonios de época clásica.
[1] Frag. 130 Lobel-Page, trad. de J. Ferraté, Líricos griegos arcaicos, Barcelona, 1968.
[2] No es extraño, entonces, que el problema de los efectos de Eros sobre el alma humana fuese especialmente sentido y discutido por aquellos que, desde distintas perspectivas, se plantearon el problema de establecer en qué condiciones la acción humana era voluntaria, y cuándo, por consiguiente (si se trataba de acciones ilícitas), el que la hubiese realizado era considerado culpable. Prescindiendo de las primeras referencias en Homero (para lo cual remito a mi artículo «Aitios. Archeologia di un concetto», en Studi C. Grassetti, Milán, 1980, p. 209, modificado en Norma e sanzione in Omero, Milán, 1979, pp. 273 y ss.), el primer tratamiento explícito del problema se encuentra en Gorgias que en el Elogio de Helena analiza las posibles causas de la fuga de Helena con Paris, y sostiene que en ningún caso Helena puede ser considerada culpable. Todas las posibles causas que la indujeron a huir con su amante, dice, son tales que convierten su acción en involuntaria: y entre las posibles causas está –precisamente– también Eros (Gorgias, Helena = Diels-Kranz, Vs. 82 B 116).
[3] E. Bethe, «Die dorische Knabenliebe, ihre Etic, ihre Idee», Rhein. Mus, n. F. 62 (1907), pp. 438 y ss.
[4] H.-I. Marrou, Storia dell’educazione nell’antichitá, Roma, 1978, pp. 54-55 [ed. cast.: Historia de la educación en la Antigüedad, Madrid, Akal, 1985].
[5] Od., VI, 48-315.
[6] Il., VI, 369-493.
[7] Véase, por ejemplo, A. Van Gennep, I riti di passaggio, Turín, 1981 y A. Brelich, Paides e parthenoi, Roma, 1969.
[8] H. Jeanmaire, Couroi et couretes, Lille, 1939; L. Gemet, Anthropologie de la Gréce ancienne, París, 1968; A. Brelich, op. cit.; P. Vidal-Naquet, Le chasseur noir. Formes de pensée et formes de société dans le monde grec, París, 1981, pp. 151 y ss.; J. Bremmer, «An Enigmatic Indo-European Rite: Paederasty», Arethusa 13 (1980), pp. 2 y ss.; H. Patzer, Die griechische Knabenliebe, Wiesbaden, 1982; B. Lincoln, Emerging from the Chrysalis, Cambridge (Mass.), 1981; y B. Sergent, L’homosexualité dans la mythologie grécque, París, 1983 (sobre el cual véase E. Cantarella, Dialogues d’ histoire ancienne 10 [1984], pp. 420 y ss.) y L’homosexualité initiatique dans l’Europe ancienne, París, 1986.
[9] B. Sergent, L’omosessualitá nella mitologia greca, Bari, 1986, donde en las pp. 234-235 se encuentra una tabla resumen de los distintos mitos homosexuales, con la zona de procedencia.
[10] Estr., 10, 4, 21 (= Ef., FGrHist 70 F. 149,21).
[11] Plut., Lic. 7, I (cfr. Ages., 2, 1) y Jenofonte, Resp. Lac., 2, 12, ss. Sobre el asunto véase P. Cartledge, «The Politics of Spartan Paederasty», Proceedings of the Cambridge Philological Society (1981), pp. 17 y ss., que considera que en esta ciudad la pederastia estaba institucionalizada.
[12] Véase respectivamente F. Hiller von Gaertringen, Die Insel Thera in Althertum und Gegenwart, Berlín, 1899-1909 (del mismo véase también el artículo Gymnopaidien en PWRE, 1912, col. 2087-2089) y R. Carpenter, «The Antiquity of greek Alphabet», AJA 37 (1933) 26. La dotación de Carpenter es aprobada por D. M. Robinson-E. J. Fluck, A Study of the Greek Love-Names. Including a Discussion of Paederasty and a Prosopographia, Baltimore, 1937, pp. 21 ss., lo que por consiguiente permite considerar las inscripciones de Thera contemporáneas de las inscripciones que en Atenas, comenzando en este periodo, señalaban como kalos (hermoso) al muchacho amado por el ejecutante del vaso. Pero sobre esto volveremos más adelante.
[13] I. G., XII, 357.
[14] H.-I. Marrou, op. cit., p. 478, n. 10.
[15] Elian., Var. Hist., III, 12.
[16] Calim., fr. 169 68 Pfeiffer, Teócr., XII, 13 y Alcm., fr. 34. Sobre el significado del verbo eispnein véase también C. Diano, Saggezza e poetiche degli antiche, Vicenza, 1968, pp. 167 y ss. (L’eros greco) y en particular p. 169; sobre el paso del significado físico al metafórico del verbo, véase P. G. Maxwell-Stuart, «Strato and the Musa puerilis», Hermes 100 (1972), pp. 216 y ss. y en especial pp. 224-225. El significado metafórico (inspiración ritual) está documentado por ejemplo en Jen., Symp., 4, 15. Ulteriores informaciones terminológicas en P. Cartledge, «The Politics of Spartan Pederasty», cit., p. 31, n. 18. Contra estas hipótesis, sin embargo, véase B. Sergent, L’homosexualité initiatique, cit., pp. 218-219.
[17] E. Keuls, The Reign of the Phallus. Sexual Politics in ancient Athens, Nueva York, 1985, pp. 276-277.
[18] «Fluidez» de las instituciones es la expresión utilizada por uno de los mayores estudiosos de la sociedad homérica, M. I. Finley, The World of Odysseus, Nueva York, 1977.
[19] Sobre el tan debatido problema del nacimiento de la polis y sobre el periodo en el que se puede empezar a hablar de una organización política (claramente distinta de la micénica), véase V. Ehrenberg, «When did the Polis Rise?», en Zur griechischen Staatskunden, F. Gschnitzer (ed.), Darmstadt, 1869, pp. 3 y ss., y además las referencias citadas en E. Cantarella, Norma e sanzione in Omero, Milán, 1979, pp. 278 y ss., a las que hay que añadir W. C. Runciman, «Origins of State: the Case of Archaic Greece», Comparative Studies in Society and History 24 (1982), pp. 351 y ss.
[20] Para una visión global y actual del periodo en cuestión, véase AA. VV., Origini e sviluppo della cittá. I. Il medioevo greco, en R. Bianchi Bandinelli (dir.), Storia e civiltá dei Greci, I, Milán, 1983.
[21] La demostración de que los poemas homéricos, aunque ambientados en época micénica, reflejan en realidad las condiciones de vida de los siglos de la llamada edad media griega se encuentran en M. I. Finley, op. cit. Para posteriores informaciones bibliográficas, véase E. Cantarella, Norma e sanzione en Omero, cit., pp. 7 y ss., donde se recoge también la bibliografía sobre la destrucción de los palacios micénicos, sobre sus posibles causas y sobre su datación.
[22] Por ejemplo, R. Flaceliere, L’amour en Grece, París, 1950, p. 213, según el cual la razón de esta ausencia estaría en el hecho de que la pederastia, que estaría provocada por la ausencia de mujeres