El desarrollo y la integración de América Latina. Armando Di Filippo
autorregulación del mercado, coloca a la empresa privada como el principal actor del orden capitalista. La visión liberal del mundo según la cual en la búsqueda del interés privado las empresas, a través del mecanismo de mercado logran acrecentar el bienestar general, entendido como un mayor crecimiento del ingreso y de la riqueza por habitante, ha sobrevivido como fundamento del capitalismo, desde el inicio de la era contemporánea.
Como ese mecanismo es presuntamente “automático”, ya hemos visto que las responsabilidades individuales se diluyen, y en particular, las responsabilidades de los poderosos. Sin embargo, el crecimiento de las grandes corporaciones globales desde fines de los años ochenta del siglo XX, hace evidente su inmenso poder y pone en relieve su creciente responsabilidad social (véase el capítulo XVII en la cuarta parte de este libro).
1 Trabajo inédito, primera publicación.
2 En particular cabe consultar: (1997) Sobre ética y economía. Madrid: Alianza Universidad; (2000). Desarrollo y libertad. Buenos Aires: Planeta; (2010). La idea de la justicia. Madrid: Taurus.
SEGUNDA PARTE
La escuela latinoamericana del desarrollo1-2
1 Trabajo publicado en la Revista Electrónica Cinta de Moebio año 2007 número 29: 124-154 www.moebio.uchile.cl/29/difilippo.html.
2 Me permito dedicar esta sección a José Besa, exdirector de la Biblioteca de Cepal, quien, de manera paciente y rigurosa ha creado la Sala Cepal en donde los investigadores del presente y del futuro podrán de manera directa conocer las fuentes del pensamiento latinoamericano sobre el desarrollo originadas en dicha institución.
CAPÍTULO II
Marco de referencia
El objetivo central de este ensayo, es crear un marco de referencia que permita un análisis conjunto de los aportes al tema del desarrollo latinoamericano efectuados por los científicos sociales vinculados al pensamiento de la Comisión Económica para América Latina de las Naciones Unidas (en adelante la denominaremos Cepal). Este objetivo adquiere significado especial en ciencias sociales porque los diagnósticos y recomendaciones de la Cepal en el campo del desarrollo dieron lugar a una visión unitaria e internamente coherente que constituyó una importante contribución al pensamiento latinoamericano sobre la materia. A esa visión la denominamos, en este ensayo, Escuela Latinoamericana del Desarrollo (ELD).
La decisión de situar el pensamiento de Cepal como punto de partida de la ELD, puede ser criticada por el hecho de que algunos autores latinoamericanos, no vinculados institucionalmente a este organismo internacional, contribuyeron con antelación aportando perspectivas comparables a varios de los temas que luego fueron profundizados por la ELD, y porque otro tanto sucedió durante la evolución de dicha Escuela, en el período de aproximadamente cincuenta años que se examina en esta reseña.
Sin embargo, la Cepal, como organismo de la ONU cumplió ciertas funciones sin las cuales probablemente las ideas centrales de la ELD nunca se habrían articulado y consolidado con sus rasgos específicos. El alcance latinoamericano de los estudios e informes de Cepal, permitió considerar, implícita o explícitamente, a América Latina como una unidad susceptible de ser analizada de manera conjunta.
Además, durante la segunda parte del siglo XX la Cepal fue una fuente insustituible y periódica de información económica y social actualizada, referida al conjunto de la región (más tarde se agregó el caribe angloparlante). Esto posibilitó y estimuló la elaboración de estudios comparativos entre países, y la formulación de síntesis interpretativas del desarrollo regional, no solo en el interior de la institución sino también en la esfera universitaria y académica en general.
En tercer lugar, los principales científicos sociales que contribuyeron a ese pensamiento, encontraron en la Cepal una interpretación histórica de largo plazo respecto del orden internacional, elaborada en 1949, a partir de la cual formularon sus propias interpretaciones. Ese encuadramiento o visión, que dio en denominarse centro-periferia, otorgó una fortísima identidad a la región latinoamericana como objeto conjunto de estudio y reflexión.
Téngase en cuenta que paralelamente a la Cepal fueron entrando en funcionamiento otras Comisiones Económicas Regionales de Naciones Unidas en Europa, Asia y África, pero ninguna de ellas produjo una visión unificada, académicamente reconocida, de las regiones cubiertas por estas agencias, que fuera cercanamente comparable a la originada en Cepal.
La razón del fuerte impacto de estas ideas, no deja de tener interés epistemológico. La “epistemología” de la ELD logró una visión sorprendentemente unificada porque la “ontología” (la realidad exterior) de los procesos sociales latinoamericanos contenía objetivamente esas pautas y regularidades comunes en las esferas económica, política y cultural. Solo hacían falta observadores agudos y sensibles que capturaran y expresaran esas regularidades básicas. América Latina supo encontrar en su seno a eximios intérpretes de su realidad histórica.
La visión unificada de una sociedad latinoamericana con rasgos históricos e institucionales análogos y, por lo tanto, comparables que, especialmente en el plano económico, la Cepal pudo formular tempranamente, confirió unidad e identidad a América Latina como objeto de estudio. Su dinámica de cambio histórico pudo periodizarse recurriendo a ciertos “parte-aguas” extraídos del orden internacional global, que eran factores fundamentales del cambio regional. Aunque los períodos de cambio histórico en el interior de las sociedades nacionales no eran iguales, dicha asincronía en el cambio interno, no negaba el origen principal, externo, de los impulsos transformadores principales y la permanencia en el largo plazo de ciertos rasgos estructurales comunes.
Recurriendo a estas pautas de comportamiento, inherentes a la historia y a las estructuras sociales de América Latina, la Cepal acuñó nociones o categorías amplias que ayudaron a interpretar la historia regional de una manera comparable. La Cepal pudo hablar de una herencia histórica común, y utilizar un lenguaje propio, rápidamente adoptado y popularizado en estudios académicos diversos, respecto de las fases o escenarios de “crecimiento hacia fuera”, “de economías primario-exportadoras”, de “industrialización sustitutiva de importaciones”, de “desarrollo desde dentro” o “hacia dentro”, etc. También pudo elaborar hipótesis que englobaban a la mayoría de las naciones latinoamericanas en materia de comercio exterior, diversificación productiva, tipología de productos exportables, o, en un plano con mayores implicaciones socioculturales, de haciendas señoriales, plantaciones tropicales, complejos latifundio-minifundio, etc.
Lo específicamente nuevo de este enfoque, fue su capacidad para articular muchas de esas categorías, algunas preexistentes a la ELD, en un marco histórico y estructural que les otorgaba inteligibilidad y articulación recíproca, ese marco fue precisamente la visión centro-periferia, dentro de la cual pudieron analizarse sucesivas versiones históricas de los sistemas centro-periferia.
El presente trabajo aborda los contrapuntos entre las visiones económica y sociopolítica de la ELD. Finalmente plantea un marco integrador en la esfera epistemológica, en el que, tanto la economía política como la sociología política del desarrollo latinoamericanas podrían ser analizadas de manera conjunta.
La visión centro-periferia como punto de partida
El Estudio Económico de América Latina del año 1949, (denominado en lo que sigue “el Estudio”) fue elaborado bajo la orientación del economista argentino Raúl Prebisch.
El Estudio expresó “fundacionalmente” la visión centro-periferia. Destacan en ella: a) su punto de partida global (en el sentido de planetario o universal) para situar históricamente la América Latina en el proceso de desarrollo económico; b) la posición estratégica