Las leyes del pasado. Horacio Vazquez-Rial
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Biblioteca Horacio Vázquez-Rial
Horacio Vázquez-Rial
LAS LEYES DEL PASADO
Créditos
Título original: Las leyes del pasado
© Horacio Vázquez-Rial, 1999
y Herederos de Horacio Vázquez-Rial
© De esta edición: Pensódromo 21, Barcelona, 2019
1ª edición, Plaza y Janés, Barcelona, 2000
Diseño de cubierta: Pensódromo
Revisión: Carmen Garrandés Asprón
Editor: Henry Odell
ISBN rústica: 978-84-120828-5-2
ISBN e-book: 978-84-120828-6-9
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Prólogo del editor a esta edición
Si es por cuestión de prestar atención al escenario, esta novela sobre la mafia en la Argentina de los años veinte y en la Italia de Mussolini —que, como se sabe, combatió coherentemente el crimen organizado en Sicilia, tanto que la mafia colaboró con el gobierno americano facilitando el desembarco aliado en la isla— también podría ser considerada parte del «ciclo argentino» de Horacio Vázquez-Rial. Se trata de una novela que surge en el marco de una investigación del autor sobre Mussolini y sus relaciones con la mafia, y de allí a las ramificaciones de este poderoso grupo criminal en la Argentina.
Un libro violento, que transcurre en numerosos escenarios y que relata las aventuras de diversos personajes: el intento de una prostituta de escapar a un destino nefasto; un asesino profesional llegado de Rusia; un periodista enviado por Benito Mussolini para investigar las actividades de la mafia en la ciudad de Rosario, llamada en los años veinte «la Chicago argentina»; el capo Giovanni Galiffi, y el mismo Duce, son algunos de los personajes que se cruzan en las páginas de Las leyes del pasado, una novela en la que los escenarios, desde Roma hasta la Patagonia pasando por Rosario y Buenos Aires, dibujan las tortuosas sendas por las que discurrió uno de los capítulos de la historia del siglo XX: el de la mafia en el sur de América.
Las leyes del pasado tiene como marco Argentina e Italia y abarca, en su núcleo central, los años del florecimiento fascista. La novela arranca con un episodio lateral, pero significativo: la compra en Europa de una niña judía a sus padres por un desalmado; sometida a una cruel explotación, acaba sus días cuando un cliente abandona una pistola en el prostíbulo americano donde trabaja y ella la utiliza para suicidarse. Con ello logra por primera vez en su vida la libertad. Esas páginas emocionantes, duras, tal vez las más plenas de todo el relato, son la obertura estremecedora de un mundo implacable, que reconstruye un narrador principal convertido en investigador, casi en un reportero.
El narrador de esta historia es Walter Bardelli —hijo de Stéfano Bardelli y sobrino de Attilio— uno de los personajes del universo narrativo de Horacio Vázquez-Rial y que ya hiciera su aparición en El lugar del deseo, ya publicado en esta colección. De forma ágil, el narrador va revelando la trama de intereses que diversos grupos mafiosos urdieron para controlar Argentina —en particular la temible Migdal, la mafia argentina de Rosario— en la primera mitad del siglo XX. Las raíces sicilianas de la mafia, el intento de manipulación de los capos por el Duce, la malla de conveniencias y deslealtades de esos grupos criminales, van aflorando en el texto configurando una trama que va y viene en el tiempo. Se revela así la voluntad de establecer un poder autónomo dentro del poder legítimo del Estado.
Con su narración, Horacio consigue que ese infausto propósito sea narrado como si fuera una peripecia de suspense, o más bien de terror. Sobre Walter Bardelli, narrador y protagonista,
Horacio dice:
«Yo me había encariñado con él, teníamos muchas cosas en común, desde el desarraigo hasta la pasión por el pasado, y pensé que si escuchaba con atención las conversaciones de Bardelli con su padre, un lutier calabrés emigrado a Buenos Aires, podría aprender bastante cosas. El primer asunto del que me enteré en esa intromisión en la familia, fue que había un tío, periodista, que se había establecido en Buenos Aires después de haber fracasado en una misión encargada por Mussolini, huyendo tanto de los fascistas como de los comunistas. Ese tío, Attilio, era el que en verdad conocía los entresijos de las mafias —la italiana y la polaca, que en los años veinte pasó a ser de polacos judíos— gracias a su trabajo en el diario Crítica de Buenos Aires, uno de los primeros en hacer periodismo de investigación y enfrentarse frontalmente al crimen organizado. Les dejé hablar a los tres, a Walter, a su padre y a su tío, y ellos hicieron la novela».
En ocasión de la presentación de la primera edición de Leyes del pasado, Horacio explicaba:
«El Duce estaba inquieto por la mafia. Sabía que tenía que enfrentarse principalmente a dos poderes: la Iglesia católica, con la que llegó a pactar, y la mafia, que finalmente ayudaría a su destrucción porque colaboró con los aliados en el desembarco en Sicilia, después de un pacto de Lucky Luciano con el Gobierno estadounidense».
Y respecto al papel de la mafia en Argentina comentó:
La alianza entre la mafia y la oligarquía se halla en la fundación de los grupos parapoliciales. Es una poderosa alianza que ha llegado hasta nuestros días. Siempre he creído que la Historia con mayúsculas es otro género de ficción. Stendhal dijo que sólo a través de la novela se puede llegar a la verdad y estoy bastante de acuerdo con él.
Con la publicación de Las leyes del pasado continuamos con nuestro propósito de recuperar la obra literaria de Horacio Vázquez-Rial para quién «…la historia que se presenta escrita en tratados, manuales o ensayos, contiene un importante componente de ficción: la sola presentación de los sucesos en un orden determinado, no siempre ni necesariamente el estrictamente cronológico, sino un orden adecuado desde un punto de vista didáctico, supone una intervención del redactor en el terreno de lo que se considera real: una intervención modificadora, una alteración. En el momento en que el historiador inicia el relato de unos hechos, de acuerdo con una jerarquía y con una interpretación particular de su encadenamiento y, por lo tanto, de su sentido, empieza a hacer literatura: deviene creador, en tanto que narrador, al igual que el novelista».
1. Destajo
Hay máquinas de hacer gozar; la más estudiada es la del príncipe de Francaville, el más rico señor de Nápoles: … movido por un resorte, la somete a una limadura perpetua…
Roland Barthes, Sade, Loyola, Fourier
Ma voi nella mafia di documenti ne trovate pochi e niente, non esistono da nessuna parte.
Totuccio Contorno, mafioso
1
La jornada a la que Hannah Goldwasser puso fin metiéndose en la boca el cañón de un revólver y apretando el gatillo no había sido distinta de las anteriores. Ochenta y cuatro hombres le habían pasado por encima, abandonando en su interior o en su entorno los más desgraciados humores. Sólo dos de ellos le habían preguntado su nombre, para olvidarlo inmediatamente, y seguramente ninguno hubiese sido capaz de decir cuál era el color de su pelo un instante después de abandonar su habitación. Ochenta y cuatro hombres eran muchos hombres, aunque no llegaran a ser los noventa que solía despachar Clara Stein, ni, aún menos, los celebrados cien de un sábado de Eva Grimmel, aunque