Luchas inmediatas. Gavin G. Smith
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Título original: Immediate Struggles. People, Power and Place in Rural Spain (University of California Press, 2006)
© Del texto: Los autores, 2010
© De la traducción: Josep Ribera, 2010
© De esta edición: Universitat de València, 2010
Coordinación editorial: Maite Simón
Fotocomposición y maquetación: Textual IM
Cubierta:
Fotografía: José Latorre Nicolás, el Charles. Cuadrilla trabajando el cáñamo en Catral en los años 70. (Archivo fotográfico de la Biblioteca Municipal de Catral, Alicante)
Diseño: Celso Hernández de la Figuera
Corrección: Communico C.B.
ISBN: 978-84-370-7729-1
Depósito legal: SE-6664-2010
ePub: Publidisa
A mi madre y a mi padre
S. N.
To Winnie, Corin, Laura, David and Tim
G. S.
Luchas inmediatas [son aquellas en las que] las personas critican a las instancias de poder más próximas a ellas, aquellas que actúan sobre los individuos. No buscan a su «principal enemigo», sino al enemigo más inmediato. Ni tampoco esperan encontrar la solución a sus problemas en el futuro (es decir, por medio de promesas de liberación, de revolución o en el final de la lucha de clases).
MICHEL FOUCAULT, «The Subject and Power», en H. L. Dreyfus y Paul Rabinow, Michel Foucault: Beyond Structuralism and Hermeneutics, 1982
PRESENTACIÓN
Este libro es el resultado final de un proyecto meditado durante mucho tiempo y de largas horas de investigación y escritura, por lo que tenemos que dar las gracias a muchas personas, sobre todo por su paciencia. La versión española del texto a su vez ha requerido la ayuda de otras muchas personas que con su dedicación han permitido sin duda mejorar la obra. A todas y todos ellos queremos agradecer sus diversas contribuciones. Antes de hacerlo, sin embargo, vamos a presentar brevemente este largo trayecto y sus meandros.
Cuando Gavin llegó a España en el año 1978, en plena Transición, no tenía claro dónde iba a asentarse para hacer trabajo etnográfico. Su interés se centraba en áreas de pluriactividad dónde trabajadores agrícolas, jornaleros y campesinos, hombres y mujeres, realizaban también algún tipo de trabajo industrial, ya fuera como trabajadores independientes en sistemas de ‘putting-out’, como pequeños empresarios o como obreros dependientes en fábricas de los centros urbanos próximos. Estos trabajos podían aparecer como complementarios a los ciclos estacionales agrícolas, o bien de forma simultánea, como modo de redondear los ingresos necesarios para la subsistencia o modo de conseguir algún tipo de recursos para la movilidad social, fundamentalmente en beneficio de las generaciones futuras. El interés hacia estas economías cotidianas plurales apuntaba también hacia una pregunta teórica de orden político: ¿Qué tipo de ‘estructuras’ y de ‘agencias’ se constituían como posibles en recorridos históricos en los que la determinación económica era tan diversa? ¿Qué sujetos políticos emergían en estos contextos y que ámbitos de posibilidad les estaban abiertos? Y cómo, finalmente, esta multiplicidad de posiciones estructurales tejía campos de significado diversos para organizar y sustentar diferentes modos de actuación política. Una actuación diversa pero no aleatoria y tampoco contingente, salvo excepcionalmente.
La situación particular de la Transición política española, desde una larga dictadura que se había ido transformando, hasta una democracia liberal cuyo objetivo era la integración en Europa, planteaba un interés adicional. Permitía demostrar, precisamente, que lejos de tratarse de un periodo de ‘excepcionalidad’ –un reino de la contingencia– tanto el franquismo como la Transición construían unos campos de fuerza estructurados por las relaciones sociales del pasado, en los que ciertas acciones eran posibles o imposibles para determinados sujetos históricos, mientras que otras no eran siquiera imaginables. Pero todo ello había que investigarlo en algún lugar. Gavin pidió consejo a los antropólogos y antropólogas locales así como a algunos historiadores económicos que le fueron dirigiendo hacia el espacio que ocuparía la etnografía: hacia la Vega Baja del Segura, en el sur de la provincia de Alicante. En este sentido, Gavin quiere dar las gracias a las personas que lo orientaron a trabajar en ese emplazamiento: Joan Martínez-Alier y Joan Frigolé, en Barcelona, y Josepa Cucó, Joan Romero y José María García Bonafé, en Valencia. Y a Antonio Gil Olcina, que le presentó a Primitivo Pla, a quien le debe una especial gratitud por su ayuda desinteresada, su increíble e ingente trabajo y su constante apoyo a lo largo de los muchos años que tuvieron su origen en el crepúsculo de los setenta.
Como ocurre muchas veces con el tiempo lento (o por lo menos así solía ser antes) de la reflexión antropológica, los materiales de este primer año largo de trabajo etnográfico quedaron a la espera de un futuro análisis, unos años durante los cuales se fueron decantando. A principios de la década de los 1990s Gavin decidió retomar su proyecto y realizar otra estancia etnográfica en una coyuntura histórica completamente diferente. Para ello decidió colaborar con un(a) colega local que pudiera aportar una visión diferente, más informada por la experiencia histórica y por los saberes antropológicos locales, en cierta forma menos ingenua. Conocía el trabajo de Susana sobre la articulación entre economía informal y explotaciones campesinas en Catalunya y compartía su orientación teórica que había tenido la ocasión de debatir recientemente, así que le propuso que colaboraran en esta segunda etapa del proyecto. Aunque los intereses iniciales se mantenían, a estos se había añadido un debate reciente sobre la idoneidad de un nuevo modelo de desarrollo económico –el de los ‘distritos industriales’–que enfatizaba la utilidad para el desarrollo económico local de relaciones sociales personalizadas, culturalmente circunscritas y homogéneamente distribuidas que sustentaban pequeñas empresas dinámicas y flexibles. Este debate situaba en el centro de interés la cuestión del ‘capital social’, de lo que pretendía describir y de su valor político y económico. Debíamos plantearnos ahora cómo intervenían estos conceptos no sólo en la ‘explicación’ científica de una realidad histórica sino también cómo intervenían en la producción de esa misma realidad a través de los discursos de una miríada de expertos y de agentes sociales locales. En esta segunda etapa además, intentamos combinar la minuciosidad etnográfica en atención a las relaciones sociales del presente con el rigor del análisis histórico de la construcción de sus condiciones de posibilidad. El resultado ha sido esta etnografía histórica sustentada en una metodología que hemos definido como ‘realismo histórico’. Por supuesto en este rastreo hemos utilizado material de archivo pero en general esto se refiere no tanto al Archivo que producen los distintos ámbitos del poder, sino más bien a los archivos intersticiales, documentos privados o documentos de diversas fuentes más o menos oficiales (Comunidad de Regantes, Municipio) pero no catalogados o registrados como tales. Pedazos de papel guardados en carpetas apiladas en estantes o en el suelo de alguna habitación de estas instituciones, o depositados en domicilios privados ‘por un tiempo’. Material propio de historiadores de la vida privada o de algunos historiadores sociales, pero que hemos enmarcado en los grandes movimientos económicos y políticos que han descrito los historiadores económicos, a la vez que lo hemos contrastado con las narraciones orales de las historias de vida de las personas con las que hablamos. Todo ello ha necesitado de la ayuda de numerosas personas a lo largo de estos años.
En la Vega Baja y sus alrededores, son muchas las personas a las que debemos gratitud; de hecho, son tantas que sólo citaremos a algunas de ellas, como punta de iceberg de las que no citamos, pero a las que también estamos muy agradecidos. Ricardo y María, Francisco y Eloina, así como Eloy, Manolo y Pilar y Manolín, sin olvidar a Paco Illán y Angelita, Manuel y Carmen, y todos los amigos de la cuadrilla han sido fundamentales en todo el recorrido de este trabajo