Luchas inmediatas. Gavin G. Smith
hablaron con nosotros muy abiertamente sobre su vida y sus sentimientos respecto a cómo apañárselas en un periodo histórico difícil para los que perdieron la guerra. En este mismo sentido queremos agradecer a Juan Gelardo, a su hijo y a su nuera, Juan y Conchita, y a las hermanas de ésta, las horas que pasaron contándonos su vida, sus ideas, proyectos y aspiraciones. Pero el número de los que nos ayudaron es innumerable e innombrable: esperamos que este libro sea un símbolo de nuestro respeto y gratitud tanto hacia los que comparten nuestro análisis como hacia los que no lo comparten. En el ámbito académico nuestra deuda con Josep-Antoni Ybarra, de la Universidad de Alicante, es difícilmente resarcible puesto que ha mostrado siempre un enorme interés por nuestro proyecto y nos ha ayudado a continuar, presentándonos a interlocutores fundamentales como son los representantes de los sindicatos y de otras instituciones locales. Asimismo, agradecemos su ayuda a Enric Sanchis, que fue director de la Institució Alfons el Magnánim en la época en la que trabajamos en la Vega Baja, en la primera mitad de los años noventa.
Esta obra también debe mucho a la persona que nos puso en contacto (primero epistolarmente), pensando que teníamos mucho que contarnos, mucho que debatir y pensar juntos. Esta persona fue William Roseberry a quien nunca podremos agradecer lo suficiente esta intuición y quién desgraciadamente no pudo ver el resultado de su idea. Su inteligencia y su creatividad en el campo de la antropología marxista de los años 1980s y 1990s, hasta su prematura muerte en el 2000, fue un estímulo incesante para nosotros como para tantos otros colegas. Este trabajo sería sin duda infinitamente mejor si hubiéramos podido beneficiarnos de sus agudas críticas y de su grandísimo saber bibliográfico.
Por otra parte, tenemos que dar las gracias a Maurice Godelier, Louis Assier-Andrieu y Dolors Comas, que en 1989 patrocinaron y organizaron, en Figueres, el taller sobre sociedades en transición en el que por fin nos conocimos personalmente. También le damos las gracias a Maurice por su constante interés en el proyecto y por hacer posible que Susana pasara un mes en la Maison des Sciences de l’Homme en enero de 2003, durante el que terminamos el manuscrito definitivo.
Nuestro agradecimiento también a la Rockefeller Foundation y sobre todo al personal de la Villa Serbelloni por ofrecernos la oportunidad de escribir un primer borrador de este libro durante nuestra estancia de colaboración en la investigación en el Bellagio Study and Conference Center en octubre-noviembre de 2000. A Arturo Escobar le debemos que nos informara de la existencia de esta posibilidad y que nos animara a solicitarla. Susana quiere agradecerle también una conversación en curso sobre la producción de conocimiento antropológico que sólo aparece en filigrana en el presente texto.
Otras instituciones han apoyado en diversos estadios este trabajo. Gavin agradece al Social Science and Humanities Research Council of Canada y a la Wenner-Gren Foundation for Anthropological Research su apoyo durante las diferentes fases de este proyecto. Por su parte, Susana expresa su agradecimiento a las diversas metamorfosis del Ministerio de Educación y Ciencia español, por los fondos aportados durante años a través de los proyectos PB98-1238, BS02003-06832 y SEJ66633 durante el periodo 1999-2009.
En la aventura de conseguir traducir el texto inglés publicado por la University of California Press en 2006 al presente texto en español tuvimos la suerte de contar con el apoyo entusiasta de Paula Godinho, de la Universidade Nova de Lisboa, que animó a Josepa Cucó a proponerlo a las Publicaciones de la Universitat de València, lugar que nos pareció idóneo por su conexión con el ámbito estudiado. En las PUV hemos contado con el interés, la dedicación y ayuda de Antoni Furió, Lluís Miró y Maite Simón que ha realizado una labor editorial difícil y delicada con una profesionalidad inigualable.
También estamos en deuda con los amigos y colegas que nos ayudaron a reflexionar sobre los temas que tratamos en este libro, y primus inter pares, con Eric Wolf, un maestro del pensamiento antropológico. Del lado americano del Atlántico, damos especialmente las gracias a Malcolm Blincow, Philip Gulliver, Winnie Lem, Nicole Polier, Katharine Rankin, Veronica Schild, Jane Schneider, Peter Schneider, Gerald Sider, Marilyn Silverman y Sydel Silverman: todos ellos han colaborado en este proyecto, consciente o inconscientemente.
En el lado europeo del Atlántico, queremos en primer lugar mostrar nuestra gratitud a las personas que nos ayudaron durante el breve estudio comparativo que realizamos en Italia y, de manera particular, a Enzo Mingione, un buen amigo y colega de muchos años. También damos las gracias a Vittorio Capecchi y Giovanni Mottura por su contribución inicial a nuestro proyecto italiano, a Nicoletta Carmi, por hacerlo posible, y especialmente a Claire Belanger y Simone Ghezzi por su perspicaz contribución. Tenemos una deuda permanente con otros colegas y amigos como Don Kalb o John Gledhill con los que hemos discutido muchos de los temas que aparecen en el libro en distintas ocasiones. Por último no hace falta decir nuestro más profundo agradecimiento intelectual hacia nuestros amigos de España: Jesús Contreras, Joan Frigolé, Ubaldo Martínez-Veiga, Lourdes Méndez, Isidoro Moreno, Paz Moreno, Gonzalo Sanz e Ignasi Terradas, a los que se han ido añadiendo colegas más jóvenes en los último años con los que hemos proseguido el debate que se inicia en este libro.
Durante la primera estancia de trabajo de campo Gavin compartió su vida con Corin, Laura (que llegó entonces) y Joanna Sworn, y quiere agradecerles los varios tipos de apoyo y ayuda que le ofrecieron durante aquellos años. En la segunda etapa de este proyecto Tim, Winnie y David compartieron algunos periodos de trabajo de campo y los dos primeros muchos de los innumerables viajes que hicieron posible la escritura. Susana quiere dar las gracias a José Antonio por su inteligencia, su amor y sobre todo su paciencia durante los largos vaivenes tanto físicos como espirituales que han acompañado a esta obra, y a Bruno y a Lucas por estar ahí y disfrutar de la vida.
Introducción
HACIA UN MODELO ANTROPOLÓGICO DE ESTUDIO DE LA EUROPA CONTEMPORÁNEA
Ante todo, este libro es una explicación histórica sobre las personas que se buscan los medios de vida entretejiendo ocupaciones agrícolas, industriales y de servicios en un área rural del sudeste español. Pero también es una exploración de las posibilidades de la etnografía como medio de comprensión de la historia del mundo actual, altamente complejo, fracturado y azotado por la crisis. Como tal, el libro va dirigido a los lectores preocupados por descubrir una perspectiva comprensible sobre ese mundo a la vez que están profundamente comprometidos con él, un público interesado por la gente y por los lugares, un público mucho más amplio que nuestros colegas antropólogos. La etnografía se ha asociado convencionalmente con «el espacio» en el sentido de que el antropólogo física o metafóricamente «viaja allí» (Clifford, 1997: 17-46) y, una vez «allí», hace un trabajo de campo «en el que todo el ser, físicamente y en cualquier otro sentido, entra en el espacio del mundo que el investigador trata de comprender» (Ortner, 1995: 173).
En una lectura más literal, en la medida en que la etnografía se ocupa del lugar –cómo se habitan los espacios y cómo se ubican las personas–, tiene alguna cosa en común con otras clases de estudio de la producción y la retención del lugar. Durante los pasados quince años, mientras las formas del capitalismo han experimentado continuas transformaciones en cinta de Moebius (Sabel, 1991), se ha producido un estallido de esos estudios en una amplia variedad de disciplinas de las ciencias sociales. Con la notable excepción del trabajo de David Harvey, una gran parte de la bibliografía sobre la constitución social del lugar ha pasado desapercibida para nuestra propia disciplina, aunque esos estudios asumen sin problemas conceptualizaciones largamente desarrolladas y debatidas entre los etnógrafos. Eso es especialmente cierto con respecto al uso de la historia y de la cultura para comprender el presente.
Probablemente, la mayoría de antropólogos actuales apoyarían una lectura más metafórica del lugar y del viaje, como sugiere la frase «en cualquier otro sentido» de la advertencia de Ortner que hemos citado en el primer párrafo. No tenemos ningún problema en admitir ese tipo de viaje, aunque sentimos que la necesidad de experimentar el espacio de los mundos de otras gentes es solo una parte de la etnografía. Limitándose a la exploración de «la experiencia», «la identidad», «las prácticas cotidianas» y cosas similares, los antropólogos corren el riesgo de reproducir la imagen superficial de su disciplina o su cultura, que de manera tan frecuente se encuentra en algunos estudios de lugares que no se basan