Tierra y colonos. José Ramón Modesto Alapont
DEL SUBARRIENDO
4. LA EVOLUCIÓN DE LOS CULTIVOS: DE LA MORERA AL NARANJO
5. EL INICIO DE LAS DIFICULTADES Y LAS MODIFICACIONES EN LA GESTIÓN
6. UN NUEVO FRACASO DE LA OPCIÓN POR EL GRAN ARRENDATARIO
7. LA CONSOLIDACIÓN DEL NARANJO Y LAS NUEVAS PLANTACIONES
8. MEJORA ECONÓMICA PERO CON DIFICULTADES
VIII. LA EXPERIENCIA DEL SECANO EN EL CAMP DE MORVEDRE: LA ALQUERÍA DE GURRAMA
1. LA ALQUERÍA DE GURRAMA: UN EJEMPLO DEL POLICULTIVO DE SECANO
2. EL ÉXITO DE LA EXPLOTACIÓN Y LAATENTA ORIENTACIÓN DEL PROPIETARIO
3. LA CRISIS: TARDÍA PERO IMPLACABLE
4. LA ORIENTACIÓN VITÍCOLA Y LAS DIFICULTADES DE RENOVACIÓN
5. LAABOLICIÓN DEL DIEZMO EN GURRAMA: UN CIERTO MARGEN DE APROPIACIÓN PARA EL PROPIETARIO
IX. LAS ZONAS MARGINALES DEL PATRIMONIO: LAS HUERTAS DE ALGEMESÍ Y LOS ARROZALES
1. LAS TIERRAS DEL HOSPITAL EN ALGEMESÍ: UN ESPACIO MARGINAL
1.1 Las tierras de Algemesí
1.2 Los problemas de explotación y la crisis agraria (1790-1843)
1.3 La recuperación en las tierras de Algemesí
2. LAS DIFICULTADES DE EXPLOTACIÓN EN LAS TIERRAS DE ARROZ
2.1 Los problemas para aterrar las parcelas y el subarriendo
2.2 Los problemas con el agua
CONCLUSIONES
BIBLIOGRAFÍA Y REFERENCIAS DOCUMENTALES
APÉNDICE
PRÓLOGO
Mucho y de calidad se ha publicado en los últimos años sobre la crisis del Antiguo Régimen y la implantación del capitalismo agrario en el País Valenciano. Con ello disponemos de un conocimiento bastante más sólido y preciso de este complejo proceso, superando así los esquemáticos y simplistas planteamientos iniciales. Estos trabajos han mostrado que el mundo rural valenciano a fines del Antiguo Régimen no se podía reducir a unas organizaciones sociales resultado de una mera polarización entre señores y campesinos. Si bien el señorío y el privilegio y determinadas formas de cesión de la tierra como la enfiteusis, continuaban marcando profundamente la sociedad valenciana ya no eran el único, ni probablemente el instrumento principal de estructuración del mundo rural valenciano. La propiedad burguesa y parcialmente la antigua clase propietaria feudal, que conjuntamente controlaban una buena parte de la tierra, se orientaron hacia nuevas formas de explotación del trabajo campesino y fue emergiendo una estructura agraria más compleja y marcada profundamente por la presencia de una masa importante de campesinado sin tierra dispuesto o forzado a contratarse como cultivador. Así surgieron nuevas relaciones entre los grupos oligárquicos que controlaban una porción importante de la tierra disponible y una masa importante de campesinos sin tierra. Conocer estas estructuras sociales y su funcionamiento a fines del Antiguo Régimen resulta crucial para la comprensión de las formas específicas de desarrollo del capitalismo agrario en el País Valenciano.
El interés del libro de José Ramón Modesto está precisamente en que nos aporta una nueva visión de la estructura de clase del mundo rural de las comarcas centrales del País Valenciano, en particular de la emergencia de un potente grupo de pequeños arrendatarios, de su funcionamiento y de su evolución durante una etapa decisiva de la implantación del capitalismo agrario, fines del siglo XVIII-mediados siglo XIX. La explotación laboriosa e inteligente de una fuente extraordinariamente rica como la documentación del Hospital General de Valencia permite analizar desde nuevas perspectivas la historia del campesinado no propietario dominante en las comarcas analizadas. No es la primera vez que se utilizan los archivos patrimoniales y conviene recordar que una buena parte de los avances de nuestros conocimientos sobre la transición se han alcanzado mediante la utilización de este tipo de fuentes, pero en pocas ocasiones contenían la cantidad y la calidad de información sobre este grupo social como en este caso.
A menudo se ha atribuido a este tipo de grandes propietarios privilegiados una actitud poco eficiente por el hecho de actuar como meros rentistas, de desatender la explotación directa y de ceder en arrendamiento a pequeños agricultores el cultivo de sus tierras. El autor nos muestra la lógica de esta opción preferente por el arrendamiento en el contexto de la agricultura valenciana del momento. El marco legal le garantiza la plena disposición de la propiedad y unos derechos de propiedad consolidados y evita los problemas de control y supervisión que comportaría la explotación directa de un patrimonio tan disperso y extenso. A pesar de que el contrato es a corto plazo en la práctica se tiende a estabilizar al colono en la parcela con lo que se evita la degradación patrimonial y con frecuencia se consigue implicar al colono en las inversiones necesarias para el mantenimiento y mejora del potencial productivo de la parcela arrendada (infraestructuras de regadío y reposición y plantación del arbolado principalmente), aunque en algunas ocasiones las tiene que asumir el propietario. Como contrapartida el propietario percibe una renta monetaria cuyo nivel dependerá del tipo de cultivo, de la calidad del regadío y del nivel de competencia entre colonos. Es interesante la observación del autor de que los administradores Hospital asumen el principio de que la renta exigida debía basarse en el justiprecio y que debía tener un cierto grado de moderación si se quería evitar conflictos y tensiones.
Además de las informaciones sobre el comportamiento del propietario resultan de gran interés las aportaciones del autor sobre el precio de la tierra, la renta monetaria que genera y rentabilidad del capital. Dado la escasa información disponible sobre estos parámetros fundamentales de cualquier agrosistema, las estimaciones que los peritos del Hospital realizaron en 1820 sobre precio de las distintas parcelas y la renta que podía esperar tienen un enorme interés. A partir del análisis exhaustivo de estos datos el autor nos muestra un primer hecho significativo: profundas diferencias tanto en el precio de la parcela como en la renta. Por ejemplo en la vega de Valencia el precio de una hanegada de tierra oscila en los años veinte del siglo XIX entre un máximo de 266-200 libras por hanegada y un mínimo de 70-45 libras y la renta puede variar entre las 7-8 libras hanegada y las 2-3 libras. Un diferencial parecido se encuentra en las otras comarcas aunque sin alcanzar niveles tan elevados como en la vega. El capital invertido en la compra de una parcela da una rentabilidad similar en todas las comarcas estudiadas y oscila entre el 3-4 %. Sólo algunas parcelas de arrozal se obtienen rentabilidades superiores que pueden alcanzar hasta un 7 %. Pero no se queda en esta constatación, atribuyéndola a las imperfecciones del mercado sino que lejos de cualquier planteamiento simplista el autor muestra la complejidad de factores que interactúan, sin que ninguno de ellos pueda considerare como determinante. En un contexto de fuerte demanda de tierras y oferta limitada por la importancia de la propiedad amortizada y privilegiada, la cercanía de los mercados y de los núcleos de población, el peso de las cargas señoriales, la eficiencia del regadío y el tipo de cultivo suelen tener un peso importante en la formación de los precios de la tierra, pero no todos ellos inciden de la misma manera. Por ejemplo, la distancia no acostumbra a ser determinante, mientras que tipo de cultivo y de forma especial la dotación adecuada de recursos hídricos, juegan un papel fundamental. Así, para el autor, la renta vendría infl uenciada por un conjunto de condicionamientos sociales y físicos que definiría el margen que puede soportar cada colono. La renta alcanzaría lo que el colono esta dispuesto a pagar en función de una serie de factores, pero existen tres variables principales: el tipo de cultivos, la mayor disponibilidad y competencia de los cultivadores en condiciones de arrendar tierras y el control y seguridad sobre el riego.
La recopilación y elaboración de series sobre la renta y los niveles de endeudamiento o impago de una muestra representativa de parcelas del conjunto del patrimonio para un período de cambios profundos como fue 1780-1859, tienen también un enorme interés.