Friedrich Schiller. AAVV

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realizada por Iñaki Goenaga Sistiya (1905-2005). Nacido cerca del santuario de Loiola, siguió estudios para convertirse en jesuita, aunque después dejó la orden. Se exilió joven a Latinoamérica para evitar el servicio militar, y después volvió a Europa. En Marneff (Bélgica) siguió sus estudios de teología, junto con otros conocidos autores vascos, como el traductor de Platón Jokin Zaitegi y Andima Ibiñagabeitia. Goenaga tradujo el Wilhelm Tell de Schiller en su estancia en Bélgica,5 seguramente animado a ello por algunos compañeros (jesuitas expulsados de España por la República). Sin embargo, dejó los estudios y regresó al País Vasco para trabajar como periodista y político, justo antes del estallido de la Guerra Civil. Participó en la guerra, fue apresado y estuvo en la cárcel algún tiempo. Tras la guerra no pudo retomar la actividad cultural.6

      No hay mucha información sobre esta traducción. El año 2004, la asociación de traductores vascos EIZIE reeditó la obra en edición bilingüe, pero no se hizo la necesaria investigación sobre el origen de la traducción. Ésa fue una de las razones que nos animó a realizar este trabajo. Sabiendo que Goenaga, casi centenario, vivía aún en Azpeitia, nos pusimos en contacto con su familia y conseguimos conversar un poco con él por teléfono, lo cual no fue muy productivo. Después mandamos a su familia una lista de preguntas, de donde conseguimos bastante información. Y estuvimos a punto de entrevistarnos con él, aunque el encuentro se suspendió a última hora por razones de salud, y luego, sin tiempo para preparar otra cita, Goenaga murió. De nuestras pesquisas se deduce que conservó algunos documentos relacionados con la traducción, escondidos en una casa que tenía en Irún, pero que se perdió todo en unas obras que se hicieron allí. Parece que aprendió alemán en su estancia en Bélgica, como parte de sus estudios, y que tuvo allí la ayuda de muchos otros intelectuales vascos: Ibiñagabeitia, Zaitegi, Sarobe, Argarate, Ariztimuño. Hizo la traducción a mano, y luego una copia en limpio con un máquina Remington, y la fue mandando por partes al País Vasco, aprovechando el viaje de algún compañero.

      En cuanto a la traducción, hay que decir que sigue el original con mucho detalle, eso sí, en prosa y no en la forma versificada original; y como era habitual en la época, introduce algunas adaptaciones culturales (se mencionan instrumentos musicales típicos del País Vasco, por ejemplo; pero se muestra más moderado que otras traducciones contemporáneas, como la de los hermanos Grimm por Larrakoetxea).

      Por eso, según las épocas y las circunstancias, las representaciones han destacado el aspecto nacionalista o el aspecto liberal. Así, en el territorio ocupado por Napoleón se prohibió inmediatamente y en el territorio no ocupado se representaba mucho, para atizar el espíritu nacionalista («Dem Kaiser selbst versagen wir Gehorsam», [«Al mismo Emperador negamos obediencia», II 2]; «Wir wollen frei sein, wie die Väter waren, / Eher den Tod, als in der Knechtschaft leben», [«Queremos ser libres, como lo fueron los padres, / antes morir que vivir sojuzgados», II 2]). Cuando franceses y belgas ocuparon Renania en 1922 para obligar a Alemania a cumplir el Tratado de Versalles, se prohibieron las representaciones de la obra. Por el contrario, los nazis la utilizaron en un primer momento como acicate del espíritu nacional, pero después llegaron a prohibir la obra, para evitar la mera presencia de los elementos liberales, que chocaban con la deriva del régimen.

      En un contexto muy agitado en Europa y sobre todo en España en 1934, con una inminente autonomía para el País Vasco, el texto cumplía los requisitos para una recepción en el sistema cultural vasco en ese momento. De hecho, uno de los aspectos del drama es la discusión sobre los límites del uso político de la violencia. «Nein eine Grenze hat Tyrannenmacht: Wenn der Gedrückte nirgends Recht kann finden, Wenn unerträglich wird die Last– (...) Zum letzten Mittel, wenn kein andres mehr Verfangen will, ist ihm das Schwert gegeben», («No, la tiranía tiene un límite: cuando el oprimido no encuentra justicia en ninguna parte, cuando la carga se vuelve insoportable... (...) Como último medio, cuando ya no hay más, le queda la espada», II 2). Schiller acepta el uso de la violencia, pero solamente para defender lo que es de uno, y en especial, para defender la libertad. «Eu’r Walten hat ein Ende. Der Tyrann Des Landes ist gefallen. Wir erdulden Keine Gewalt mehr. Wir sind freie Menschen» («Vuestro reinado tiene un final. El tirano del país ha caído. No toleramos más violencia. Somos hombres libres», IV 3).

      Finalmente, hay un aspecto relacionado con la traducción que quisiera mencionar. Goenaga estaba preparándose para ingresar en los jesuitas cuando traducía a Schiller, y dejó los estudios para volver al País Vasco e implicarse en la política del momento. En un momento muy conocido de la obra, en la escena segunda del segundo acto, se dice que no se obedecerá al Kaiser, y la siguiente línea ofrece el motivo: los austriacos han pisado las libertades suizas por hacer un favor al clero austriaco. «Dem Kaiser selbst versagten wir den Gehorsam, Da er das Recht zu Gunst der Pfaffen bog» («Al mismo Emperador negamos obediencia, puesto que doblegó el poder a favor de los curas», II 2). Quizá Goenaga actuó como lo hizo influido por un conflicto contemporáneo similar entre religión y política.

      La obra teatral Wilhelm Tell ha sido traducida y también, especialmente, adaptada a muchos idiomas, sobre todo en versiones para jóvenes y niños. También se han hecho este tipo de adaptaciones al vasco. Jacinto Fernandorena Setién escribió Gillen Tell, una adaptación (seguramente una traducción, aunque no se menciona la adaptación original) de 1979, de la que hay segunda edición en 1985. Hay otra adaptación más moderna de Iñaki Zubeldia, Gillen Tell: kondaira suitzarra (1984, con varias reediciones en 1987, 1990, etc.). Y también hemos encontrado dos adaptaciones en formato cómic, una de Miguel Ángel Unanua en 1988 y otra de Ismael Román en 1999. Y, además, hay una grabación en casete de otra adaptación, Gillen Tell nobela euskaraz, realizada en Lazkao en los años ochenta.

      Y además de todo ello, hemos encontrado un producto indirecto, una adaptación libre escrita por Alfonso Sastre en 1959, Guillermo Tell tiene los ojos tristes. Se trata de una reescritura con gran carga política, en la que Tell mata a su hijo, y fue prohibida en un primer momento. Esta adaptación ha conocido dos traducciones al vasco. La primera es de 1979, Gillen Tell-ek begiak triste, y aparece como traductor un colectivo llamado Barkaiztegiko taldea. Y la segunda es de 1990, edición bilingüe en la editorial Hiru, Gillermo Tellek triste ditu begiak / Guillermo Tell tiene los ojos tristes. Los traductores son Beatriz Zabalondo y J. L. Aranguren, Txiliku.

      Se puede decir, por tanto, que el Wilhelm Tell de Schiller ha sido muy productivo en la


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