El río morisco. Bernard Vincent

El río morisco - Bernard Vincent


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Parece que se trata, sobre todo, de caprinos. En la misma época, los rebaños de los moriscos están menos omnipresentes en los pastos de invierno de la región de Vera, pero su participación no es menos apreciable.[25]

      Casi todo el ganado viene de la región de Guadix y de Baza. Sólo de la villa de Orce llegan, en 1530, las 500 ovejas de Diego Xarqui, las 400 de García Alcantari, otras 400 de Garbejani, las 300 ovejas y cabras de Diego García Xaham, las 300 de Luis Abenince. El año siguiente es acogido el rebaño de Juan el Xarqui –probablemente padre de Diego– compuesto de 1.000 ovejas y cabras. De Benamaurel, lugar muy próximo a Orce, son originarias las 600 ovejas y cabras de Miguel Aben Cofar, presentes en Vera en 1528, también las 600 de Alcoli en 1530, las al menos 600 de García Hoceymin en 1531. De Galera, localidad poco distante de las precedentes, provienen, a lo largo del año 1529, los 600 ovinos de Rodrigo Alhamar, los 440 ovinos y caprinos de Gonzalo Ubeytedala y, sobre todo, los 2.500 de Gabriel Alorca, quien tiene además un mayoral a su servicio.

      Los bovinos no son raros, puesto que se registra, en 1528 y en 1531, el centenar de vacas de la familia El Hadid, de Tahal, las 90 vacas de Francisco Fadal, de Huéscar, otras 100, propiedad de cuatro moriscos de la misma ciudad, 150 de Francisco Alférez, de Lújar, 150 de Gabriel de Barradas de Guadix. Anotemos también que este último y Benito el Habaqui, de Alcudia de Guadix, dueño de 300 cabras, tienen con seguridad lazos de parentesco con dos sobresalientes protagonistas del levantamiento morisco de 1568-1570. En los años 1550, la situación es, en todas partes, semejante. Numerosos moriscos de la región de Baza, que conocemos igualmente por los registros de la farda, el principal impuesto que pesa sobre ellos, practican la ganadería trashumante: las 700 cabras de Diego Abeharoz; las 105 vacas de Luis el Coyli, uno y otro de Benamaurel; las 800 ovejas de Pedro el Galayce, de Cúllar; las 200 cabras de Francisco el Corbalin el Hax; las 100 vacas de Gonzalo de Carmona, de Caniles; las 150 de Luis Purcheni y las 160 de Lorenzo Pérez Seroni, los dos de Baza, junto a muchos otros, emprenden, llegado el otoño, el camino de Vera. Gonzalo de Carmona, Luis Purcheni y Lorenzo Pérez Seroni tienen un mayoral.

      Los datos así reunidos, que no son más que una pequeña parte de una documentación considerable, no engañan. La ganadería en el reino de Granada constituye, para los moriscos, un apreciable recurso doméstico y también una posibilidad de participación en la economía de mercado. En el interior del conjunto regional, está sin duda desigualmente desarrollada, pero nunca ausente. Existen algunas zonas geográficas, como el sector de Baza, que son focos de primer orden. La toma en cuenta de esta actividad en los estudios deberá conducir, particularmente en la región granadina y en el País Valenciano, a comprender mejor los complejos resortes de la economía morisca y a valorar mejor las especificidades inter-regionales.

      Los moriscos en este dominio están en situación de monopolio. La prueba es aportada indirectamente después de su expulsión del reino de Granada en 1570. Mientras que siete, ocho, hasta diez contratos cada año, en Vera, se referían a apicultores, éstos desaparecen totalmente después de esa fecha. Pero es probable que los moriscos deportados no hayan abandonado esta actividad. ¿No es significativo que todavía hoy los campesinos de la región de Bizerta, donde la implantación de moriscos fue importante, trasladan durante el invierno sus colmenas a la proximidad del Mediterráneo, por ejemplo, en la zona de Puerto Farina.

      Las ganancias obtenidas por la apicultura eran ciertamente modestas, mas se deduce de los numerosos casos observados que no existen apicultores en sentido estricto. Sin embargo, son raros los campesinos de la zona almeriense que no consagran a esta actividad una pequeña parte de su tiempo. Los moriscos que extraían partido de todos los recursos ofrecidos por el medio, obtenían de esta suerte un complemento muy apreciado. Pero, aún más, es preciso considerar otra ventaja que


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