Conocimiento y lenguaje. AAVV
de la etapa egocéntrica, López (1988: 32) ha indicado que no se trata de enfoques tan contradictorios como parece, sino que pueden verse como complementarios en la medida en que cada uno atiende a una característica distinta de las lenguas naturales. Ese lenguaje egocéntrico que aumenta cuando el niño tiene algún tipo de problema (Vygotski) apunta, sin duda, a una función reflexiva, metalingüística, mientras que al privilegiar la autocentración que desconecta los significantes de sus significados «reales», Piaget está apelando más bien a la capacidad prevaricadora (asumimos, en la línea de Hockett y Altman, que lo exclusivo de las lenguas naturales como sistemas semióticos, es la simultaneidad de dualidad, reflexividad y prevaricación, cf. López, 1988: 23).
3.1.3 Aportaciones de base conductista: B. F. Skinner
La psicología conductista considera la adquisición del lenguaje en el marco teórico de los hábitos (es decir, secuencias fijas de estímulos y respuestas), prescindiendo de estados y procesos mentales separados del comportamiento. Destaca especialmente la obra de Burrhus Frederic Skinner (1904-1990) y su teoría del comportamiento operante, que presenta a fines de los años 40 en las Conferencias William James y publica definitivamente en su libro de 1957 La conducta verbal.
Skinner distingue junto al condicionamiento clásico pavloviano, un condicionamiento instrumental u operativo en el que la reacción al estímulo es producida casualmente y reforzada a posteriori. En el contexto del entrenamiento animal tenemos, por ejemplo, al hámster que salta casualmente por el aro y que recibe una golosina para reforzar esa acción. En el contexto del aprendizaje verbal, la reacción (el operante) es la emisión verbal del niño, cuya fijación depende del refuerzo positivo que proporcione el adulto a continuación; así, por ejemplo, ante las primeras palabras u holofrases, el niño recibe casi siempre un refuerzo positivo por parte de la madre (sonrisa, celebración, repetición aprobatoria...).
Skinner propone una clasificación de los operantes verbales en tres categorías:
- Los mands: son reacciones a estímulos internos, generalmente situaciones de privación o necesidad, que tienen consecuencias prácticas en el entorno (por ejemplo, el niño obtiene agua, consigue que lo cojan...).
- Los tacts: son reacciones a estímulos externos no verbales; incluyen la mayor parte de los comportamientos verbales.
- Las respuestas eco: reaccionan a estímulos externos verbales; se incluyen aquí las imitaciones verbales, la lectura (comportamiento textual), y ciertas asociaciones intraverbales del tipo 1492: Descubrimiento de América.
La pretensión básica de Skinner era dotar al estudio del lenguaje de un estatus científico comparable al de otras facetas del comportamiento humano; su posicionamiento teórico (llamado a veces neoconductismo radical) le lleva a desatender factores no sistematizables como el contexto, la intención o incluso el significado, pero a la vez, adopta un enfoque funcional de las emisiones que puede considerarse precursor de la pragmática enunciativa.
Sin embargo, su obra fue duramente criticada por una reseña que realizó Chomsky en Language en 1959. Recordemos que el mismo año de publicación de La conducta verbal Chomsky inauguraba el generativismo con su obra Las estructuras sintácticas; su ataque fundamental a la obra de Skinner consiste en que las cadenas fijas del tipo:
no dejan lugar para la creatividad de un hablante que (recordemos) puede generar infinitas oraciones a partir de un conjunto finito de reglas. Richelle (1998: 339) resume así la incidencia de la reseña crítica que escribió Chomsky sobre el libro de Skinner:
Una de las críticas más banalmente dirigidas a Skinner ha sido el extrapolar a la especie humana las conclusiones de algunos experimentos sobre animales de laboratorio. Esto es desconocer su preocupación, anteriormente señalada, por los comportamientos más específicamente humanos, y especialmente el lenguaje. Corresponderá a los historiadores de las ciencias humanas el valorar las consecuencias que tuvo para la influencia de Skinner por una parte, y para la orientación tomada por la psicología cognitiva por otra, la crítica que hizo Chomsky [...] Queda que la contribución de Skinner, que proponía un análisis funcional del comportamiento verbal, teniendo en cuenta el carácter interactivo de la actividad lingüística [...] se vio desmantelada por el efecto de una crítica cuyos argumentos apuntaban a temas ajenos a las posiciones skinnerianas o las deformaban de una manera que apuntaba a la deshonestidad intelectual.
La insistencia chomskiana en la creatividad, no obstante, debe relativizarse a la luz de las investigaciones pragmáticas desarrolladas en la segunda mitad del siglo XX. La noción de predictibilidad, identificada por los autores de la escuela de Birmingham (John Sinclair, Malcolm Coulthard, Michael Stubbs), y que aparece en otras escuelas como pertinencia condicionada (análisis conversacional etnometodológico) o restricciones de encadenamiento (pragmática dialógica francófona), nos permite resituar la visión de Skinner sobre la sucesión de las emisiones verbales. Si bien es cierto, como pretende Chomsky, que la reacción ante un estímulo dado ofrece infinitas posibilidades de construcción sintáctico-léxica, también es cierto que cada emisión impone restricciones de ilocutividad y de orientación interactiva a la emisión siguiente (Gallardo, 2003b). Dado un estímulo como una invitación, el sujeto podrá construir la respuesta de mil maneras diferentes, sí, pero tal respuesta se moverá siempre en un espectro de posibilidades que oscila entre la aceptación y el rechazo.
Con todo, la ruptura radical que impuso la gramática generativa tuvo un efecto de renovación que determinó la evolución del cognitivismo:
Era [el de Chomsky] un enfoque extremo. Pero de un golpe liberó a una generación de psicolingüistas del dogma de asociación-imitación-refuerzo. Giró la atención al problema del aprendizaje de las reglas, aunque se concentraba sólo en las reglas sintácticas. Al declarar muerta la teoría del aprendizaje como explicación de la adquisición del lenguaje (una de las necrologías más prematuras de nuestro tiempo), abrió el camino para un nuevo concepto (Bruner, 1983: 35).
3.2 Las relaciones pensamiento-lenguaje desde el marco generativista
3.2.1 Las posiciones de Chomsky
En 1957 Noam Chomsky (1928-) publica la primera versión del modelo gramatical generativista, Las estructuras sintácticas, donde plantea su concepción básica sobre el lenguaje y el pensamiento, la gramática y la propia lingüística (concebida como una subdisciplina teórica que se incluye en la psicología cognitiva). Como sabemos, este primer modelo será modificado en sucesivas versiones que permiten distinguir la teoría estándar, la teoría estándar ampliada, el modelo de la rección y ligamento, el modelo X-barra, el minimalista, etc., ya que la historia del generativismo es un verdadero ejercicio de «polifonía textual» (aunque no siempre dialógica).
La ingente bibliografía chomskiana, que complementa sus numerosos escritos con la publicación de entrevistas en medios de comunicación, la transcripción de debates o coloquios en los que participa, etc. obliga a que cualquier comentario sobre sus propuestas deba inevitablemente contextualizarse cronológicamente. Para describir sus posiciones sobre lenguaje y pensamiento, que han marcado considerablemente la orientación de la lingüística y la psicología cognitiva en la segunda mitad del siglo XX, debemos recurrir, más que a las publicaciones sobre gramática, a las que se ocupan específicamente de las relaciones entre pensamiento y lenguaje, como Lingüística cartesiana (1966), El lenguaje y la mente (1968), El lenguaje y los problemas del conocimiento (1988) o la entrevista que le realiza Brigitte Stemmer en el monográfico de Brain and Language (1999).
Como ya hemos señalado a propósito de Skinner, la gramática generativa nace con una voluntad claramente revolucionaria, contraria a la lingüística y a la psicología del momento. Bronckart exponía así en 1977 la relación entre este generativismo de las primeras décadas y el resto de escuelas investigadoras coetáneas:
el movimiento generativista se alzó literalmente «en armas», desde 1957, contra la lingüística estructuralista y contra la corriente estructuralista en psicología del lenguaje. [...] Deseoso de dar cuenta de la «creatividad» del sujeto hablante al formalizar el modelo interno o «facultad»