Madrid cautivo. Alejandro Pérez-Olivares García

Madrid cautivo - Alejandro Pérez-Olivares García


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este contexto, hubo una persona que pronto destacó por su importancia para comprender la forma de operar de los servicios de información y la relación con la retaguardia de Madrid. José Ungría Jiménez contaba con nueve años de experiencia africanista cuando, en 1925 y como comandante, se convirtió en el jefe de enlace entre el Ejército español y el francés en Marruecos. Desde entonces, su particular currículum se desarrolló entre el Ministerio de la Guerra y la Academia General Militar, orientado hacia la teorización y enseñanza de la inteligencia y contrainteligencia en los conflictos. Su carrera entró en contacto con las enseñanzas de la I Guerra Mundial cuando, a partir de 1930, fue agregado militar en las embajadas de Francia y Bélgica y en las legaciones de Holanda y Suiza. Durante la II República su carrera se desarrolló en el Estado Mayor Central, y a partir de 1935 su relación con el uso de la información se estrechó en la práctica, pues fue nombrado representante del Ministerio en la Compañía Telefónica Nacional. Fue en ese puesto donde le sorprendió el golpe de Estado y en el otoño de 1936 consiguió refugiarse en la Embajada de Francia, haciendo uso de sus contactos previos. En abril de 1937 logró salir del Madrid republicano, y tan solo un mes después, en mayo, ya dirigía el SIM tras denunciar el exceso de servicios de inteligencia y su escasa coordinación tan solo un mes después de su evasión, se hizo con las riendas del SIM tras denunciar el excesivo número de servicios existentes y su escasa coordinación.8

      La conversión del golpe en una guerra y la consideración del papel de la contrainteligencia en ella condujeron a otro tipo de reflexiones y a la creación de otro tipo de organismos en la primavera de 1937. Quizá el más importante de ellos fue la OIPA, la Oficina de Propaganda Anticomunista, dirigida por Marcelino de Ulibarri, un carlista muy próximo al conde de Rodezno que había sido miembro de la Oficina de Prensa y Propaganda en Pamplona en los primeros instantes de la sublevación. Como ya se ha demostrado, la oficina cumplió un destacado papel en la captación de rumores y opiniones y en el seguimiento de la prensa extranjera para conocer lo que ocurría en la retaguardia republicana. Informaciones que ayudaron a desarrollar una efectiva labor de represión tras la ocupación del territorio enemigo (Ollaquindía, 1995; Mikelarena, 2015: 251-262). Esta fue la experiencia que aportó Ulibarri cuando llegó a Burgos, donde influyó en el perfeccionamiento de los servicios de investigación a través de decretos reservados en el marco del ecuador de la guerra.

      El desarrollo más relevante fue, sin embargo, el del Servicio de Recuperación. La caída de Santander el mismo mes de agosto fue la demostración de que, en una ciudad grande, la recopilación de información debía hacerse en los primeros instantes tras la ocupación. Allí los servicios de inteligencia italianos se habían adelantado en el registro de instituciones tan importantes como el Socorro Rojo Internacional o el Estado Mayor de los efectivos soviéticos (Gómez Bravo y Marco, 2011). Era necesario reforzar el servicio, sobre todo teniendo el deseo de entrar en Madrid siempre en el horizonte:

      En la actualidad el Servicio de Recuperación de Documentos cuenta con unos cinco equipos compuestos de 4 personas cada uno, incluyendo a los chóferes que son de confianza del Servicio.

      Para actuar en el Frente de Aragón, o bien en el de Madrid, estos equipos junto con los 6 coches de que dispone el Servicio, son completamente suficientes para seguir con éxito la marcha de las operaciones.


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