La cosecha del patriotismo. Sergio López Rivero
target="_blank" rel="nofollow" href="#ulink_6671bfbb-bc78-5f94-bbea-e1008f841254">1 El asunto, no es novedoso. George Rudé, se refería a algo similar en sus estudios sobre la multitud en Francia. El problema, era que uno y otro bando habían proyectado sus propias aspiraciones, fantasías y/o temores sobre la multitud sin haberse planteado las interrogantes históricas básicas. Ver: Harvey J. Kaye. «George Rudé, historiador social», en George Rudé. El rostro de la multitud. Estudio sobre la multitud, ideología y protesta popular. Centro Francisco Tomás y Valiente, UNED Alzira-Valencia, Fundación Instituto de Historia Social, Valencia, 2001, p. 26.
2 Con todo el cuidado que conlleva el tratamiento de fenómenos no idénticos, presenciamos una reacción parecida a lo que describe Ernest Gellner para el fundamentalismo. Esto es, frente a esa suerte de «ecumenismo relativista» que asegura «la tolerancia y la mutua compatibilidad al vaciar tácitamente la fe de su contenido». Ernest Gellner, lo resume de este modo: si el fundamentalismo tiene una doctrina que lo acompañe, es que el mensaje debe tomarse literal-mente. «La amputación de la fe es ciertamente una traición». Ver: Ernest Gellner. «La unicidad de la verdad», en Antropología y Política. Revoluciones en el bosque sagrado. Editorial Gedisa, Barcelona, 1997, p. 23.
3 Charles Taylor. «Nacionalismo y modernidad», en Robert Mc Kim y Jeff Mahan (comp.). La moral del nacionalismo. Orígenes, psicología y dilemas de parcialidad de los sentimientos nacionales. V.1, Editorial Gedisa, Barcelona, 2003, p. 53.
4 Véase mi exposición sobre el origen de este tema en El viejo traje de la revolución. Identidad colectiva, mito y hegemonía política en Cuba. Publicacions de la Universitat de Valencia, Valencia, 2007, pp. 62-71.
5 Fidel Castro. «Manifiesto n.º 2 del 26 de Julio al Pueblo de Cuba», Nassau, 10 de diciembre de 1955. En: Centro de Estudios de Historia Militar. Granma. Compilación de documentos. S.E., S.L., 1981, p. 17.
6 «Para que dure una construcción (casa, templo, obra técnica, etc.) ha de estar animada, debe recibir a la vez una vida y un alma. La “transferencia” del alma sólo es posible por medio de un sacrificio sangriento. La historia de las religiones, la etnología, el folclore, conocen innumerables formas de sacrificios de construcción, de sacrificios sangrientos o simbólicos en beneficio de una construcción». Ver: Mircea Elíade. «El espacio sagrado y la sacralización del mundo», en Lo sagrado y lo profano. Ediciones Paidós Ibérica, S.A., Barcelona, 2003, pp. 44-47.
7 A través del sacrificio, es como si el hombre adquiriera «derechos» sobre el destino, y como consecuencia pudiera modificar el orden del universo. Así, los rituales sacrificiales alcanzan el «gran sueño alquímico del dominio». Véase: Gilbert Durand. «Del Denario al Basto», en Las estructuras antropológicas de lo imaginario. Introducción a la arquetipología general. Fondo de Cultura Económica de España, Madrid, 2005, pp. 319-321.
8 «La cuestión es que para comprender el comportamiento de la gente de otras culturas no basta con ponerse en su situación; también es necesario imaginar su definición de la situación, verla a través de sus ojos». En: Peter Burke. «Relevancia y deficiencias de la historia de las mentalidades», en Formas de Historia Cultural. Alianza Editorial, Madrid, 1999, pp. 215-216. En términos de conflictividad, Marc Howard Ross lo ha relacionado con las expectativas compartidas sobre como se responderá a determinadas clases de eventos. Las reglas culturalmente compartidas que pueden encauzar la conducta aunque no haya instituciones que obliguen a observarlas. Ver: Marc Howard Ross. «La cultura del conflicto», en La cultura del conflicto. Las diferencias interculturales en la práctica de la violencia. Ediciones Paidós Ibérica, Barcelona, 1993, p. 253.
9 Hayden White. «La trama histórica y el problema de la verdad en la representación histó-rica», en El texto histórico como artefacto literario y otros escritos. Ediciones Paidós Ibérica, S.A., I.C.E. de la Universidad Autónoma de Barcelona, Barcelona, 2003, p. 195.
10 Ver: Ernesto Laclau. «La construcción del pueblo», en La razón populista. Fondo de Cultura Económica de Argentina, Buenos Aires, 2005, p. 99.
11 Aparece recogido en Sergio López Rivero. Emigración y Revolución (1955-1958). El papel del frente exterior del MR-26-7 en el proceso nacional liberador cubano. Editorial Félix Varela, La Habana, 1995. Especialmente dedicado al asunto financiero, el texto de Sergio López Rivero, María Antonia Marqués Dolz y Zayda Purón Riaño. Emigración y clandestinidad en el M-26-7. La emisión de bonos. Editora Política, La Habana, 1990. A pesar de las diferencias conceptuales, terminológicas y de objeto de estudio, esta obra es deudora de aquellos estudios iniciados en la Universidad de la Habana.
12 «La primera aspiración representa una busca de identidad y la demanda de que esa identidad sea públicamente reconocida como algo importante; es la afirmación social de «ser alguien en el mundo». La otra aspiración es práctica: es una demanda de progreso, de mejores niveles de vida, de un orden político más efectivo, de mayor justicia social y, además de todo eso, la demanda de «desempeñar un papel en el escenario mayor de la política internacional», de «ejercer influencia entre las naciones». Véase: Clifford Geertz. «La revolución integradora: sentimientos primordiales y política civil en los nuevos estados», en La interpretación de las culturas. Editorial Gedisa, Barcelona, 1996, pp. 222-223, 236. En cualquier caso, hacemos patente que necesitamos del Otro para definirnos. Que somos nosotros, porque al lado está él. Ver: Carmelo Lisón Tolosana. «Antropología de la frontera», en Las máscaras de la identidad. Claves antropológicas. Editorial Ariel, Barcelona, 1997, p. 179. La paradoja de arraigarse de nuevo en el pasado para entrar en la civilización moderna, que explica Paul Ricoeur. «Civilización universal y culturas nacionales», en Historia y Verdad, Ediciones Encuentro, Madrid, 1990, pp. 256-257.
13 Jürgen Habermas. «Conciencia histórica e identidad postradicional. La orientación de la República Federal hacia Occidente», en Identidades nacionales y postnacionales. Editorial Tecnos, Madrid, 1994, p. 90.
14 Me refiero a la tesis de Pep Subirós acerca de que el Estado existe; mientras las naciones «son existidas». En pocas palabras: que sin nacionalismo no hay nación. Incluida en «Genealogía del nacionalismo». Claves de Razón Práctica (24), 1992, p. 33. Un terreno en el que reina la concepción de que el lenguaje no sólo no refleja la realidad, sino que «construye» la realidad cuya autenticidad acabamos creyendo. Íntimamente relacionado con quienes hablan de la nación en su nombre y en caso del logro de sus objetivos políticos resultan los mayores beneficiados. Véase: José Álvarez Junco. «El nombre de la cosa. Debate sobre el término nación y otros conceptos relacionados», en José Álvarez Junco, Justo Beramendi y Ferran Requejo. El nombre de la cosa. Debate sobre el término nación y otros conceptos relacionados. Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, Madrid, 2005, pp. 15 y 73.
15 Véase: Enrique