Paraíso en el desenlace. Desislava Tomova
PARAÍSO EN EL DESENLACE
DESISLAVA TOMOVA
PARAÍSO EN EL DESENLACE
EXLIBRIC
ANTEQUERA 2021
PARAÍSO EN EL DESENLACE
© Desislava Tomova
© de las ilustraciones de interior: Dinko Nenov
Traducción: María Páchkova
Diseño de portada: Dpto. de Diseño Gráfico Exlibric
Iª edición
© ExLibric, 2021.
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artística o científica.
ISBN: 978-84-18730-29-0
DESISLAVA TOMOVA
PARAÍSO EN EL DESENLACE
Dedico este libro a mis padres, en memoria a mi mejor amigo,
Andrey Leshkov, y a mi precioso OSO,
que está presente invisiblemente en mi vida.
Índice
Por las huellas de la felicidad perdida
El chat Amor
Viki había cumplido ya los 37 años, pero seguía siendo soltera. Por su aspecto exterior nunca le echaban más de 27. Rostro fresco, cutis fino, cuerpo esbelto y flexible; no podía quejarse de carecer de atención masculina, pero el amor siempre pasaba de largo. Siempre se topaba con hombres inadecuados: comprometidos, casados, o bien, homosexuales. Lo que los unía era su autosatisfacción y su poco respeto por todo lo que no fuera de su propio interés. Viki estaba al borde de la desesperación. Encontraba consuelo escribiendo historias curiosas que salían en periódicos o revistas. Cada semana más o menos le llegaban al móvil y al fijo de su casa varias llamadas anónimas seguidas de un silencio.
Un día abriendo el Facebook vio una solicitud de amistad de un atractivo hombre llamado Jean-Michel, que vivía en París, pero había nacido en Milán. Era supervisor de producciones fílmicas. Muy esbelto, con músculos bien marcados y una vestimenta extravagante y colorida: amplios pantalones con dibujos indios y una ceñida blusa blanca de algodón. Empezaron a chatear; resultó que compartían intereses y gustos. Intercambiaban fotos todos los días. Finalmente, Jean-Michel le pidió el número de teléfono para comunicarse por WhatsApp. Él le hizo una videollamada. Viki descolgó de inmediato y se puso a hablar en español:
—¡Hola, Jean! —Tenía el video conectado y le hacía muequitas, mandándole besos a distancia—. ¿Qué hay? ¡Prometiste venir a verme en Bulgaria! Estoy aquí, esperándote. Estoy haciendo un doctorado en Dramaturgia, pero ya encontraré tiempo también para ti.
—¿Puedo quedarme en tu casa cuando llegue?
—Me lo voy a pensar… Verás, es que no nos conocemos personalmente. Te puedes quedar donde un amigo, en su hostal. Primero deberíamos conocernos un poco mejor, ¿no crees?
—Si quieres, puedes venir tú a París a hacerme una visita.
—Gracias, pero prefiero que nos conozcamos primero un poco más. ¿Para cuándo reservo eventualmente el hostal?
—Esta semana tengo que viajar a Costa de Marfil por unos asuntos familiares relacionados con los bienes de mi padre, trágicamente fallecido, que vivía allí. Te llamaré para fijar una fecha.
—De acuerdo. Esperaré tu llamada. Hasta pronto.
Cerca de una semana más tarde Viki recibió una llamada por WhatsApp de un número que empezaba por +225. Enseguida reconoció a su nuevo amigo, que la llamaba desde Costa de Marfil.
Jean-Michel le mandó una foto desde el aeropuerto. Ya se había encaminado a Sofía. Al cabo de un día y medio estaba en el aeropuerto de la capital. Tomó un taxi para el Guest House de la avenida Dondukov. Allí lo recibió el dueño, Misho, y lo acomodó en una habitación con cama de matrimonio. Jean-Michel se bañó y se acostó.