¿Cómo ves? Ecología urbana. Luis Zambrabo

¿Cómo ves? Ecología urbana - Luis Zambrabo


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      Así es como surgen las ciudades, pues es más práctico vivir aglomerados cuando se cuenta con bienes acumulados para protegerse de ataques externos, tanto de otros grupos de personas como de animales depredadores. También la alta densidad de personas da mayor facilidad para comerciar los productos excedentes. Rápidamente esta primera organización llevó a la especialización de producción dentro de las ciudades, ya que mientras unos cultivaban otros hacían telas para vestir o jarrones para conservar agua. El humano se dio cuenta de que no era práctico llevar a cabo muchas actividades: una persona no puede ser experta en el cultivo, la costura, la alfarería y al mismo tiempo traer agua y reparar el techo de la casa después de una tormenta. Aun cuando una persona pueda hacer todas esas tareas, requiere de más tiempo que aquellas que se especializan en una sola de ellas. De este modo, el territorio de la mayoría de las ciudades que se establecieron eran un mosaico de personas que cultivaban en sus parcelas y otras que se dedicaban a distintas labores.

      Plano de México Tenochtitlan, impreso en 1524. Ubicado en las Cartas de relación, escritas por Hernán Cortés al emperador Carlos I de España.

      El contacto con la naturaleza se mantuvo en estas ciudades nacientes, pues caminando rumbo a su casa un citadino podía ver al vecino cosechar sus productos y ayudarle, si se llevaban bien. También sufriría si la helada destruyó toda la cosecha en una noche, pues sabía que esto ocasionaría hambruna en la ciudad en las siguientes semanas. Observando, las personas estaban conscientes de que lo que sucedía en sus ecosistemas les afectaba incluso en lo que comerían en el futuro cercano.

      Área rural. Sembradío en el campo.

      Sin embargo, poco a poco las personas que se dedicaban al cultivo fueron relegadas hacia la periferia de las ciudades, pues el comercio requiere poco espacio y la agricultura de mucho terreno. Aun fuera de la zona céntrica, los productores de alimentos mantenían una relación relativamente cercana con la ciudad. La producción era, en ese entonces, lo que ahora consideramos “orgánica y local”, pues los fertilizantes eran naturales (fondo de los lagos, guano de aves, estiércol de ganado y desechos vegetales) y la energía requerida para el transporte era baja, pues incluso llevaban las mercancías cargándolas sobre sus espaldas.

      Suena trivial, pero el hecho de que el alimento se generara cerca de las ciudades tuvo muchas implicaciones en el comportamiento de las personas. Los productores de alimentos y los citadinos compartían el mismo clima, y éste afectaba a ambos: una sequía o una inundación era un problema que tenían que afrontar ambos grupos al mismo tiempo.

      La evolución de las ciudades fue complicada por las guerras, la economía, las alianzas entre Estados y los virajes radicales de los gobernantes, lo que modificó profundamente las raíces de cada ciudad. Con el tiempo, las ciudades se volvieron centros para comerciar debido a la facilidad para intercambiar productos por la apertura de caminos y la fortaleza de los gobiernos que proveían de seguridad a los viajeros entre cada región urbana. Así, la especialización cambió de escala. Antes se encontraba en los barrios, y posteriormente la ciudad completa se especializó en la producción de algún bien en específico. Con esto, algunos artículos agrícolas perecederos, pero de vida más larga, podían transportarse entre ciudades y la agricultura se desplazó todavía más hacia las afueras de las zonas urbanas. Ya no eran los vecinos cercanos, ni los que vivían a la orilla de la ciudad; los agricultores pasaron a otra categoría de región: la zona rural.

      Así, mientras que la densificación urbana permitía mayor comodidad a sus habitantes con servicios como abastecimiento de agua, drenaje, centralización de alimentos y electricidad, la poca densidad de las zonas rurales hacía incosteable la provisión de estos servicios y se fueron volviendo menos atractivas. Las personas de las zonas rurales comenzaron a ser extraños, con costumbres y preferencias diferentes, que vivían en zonas inhóspitas alejadas del bullicio de la ciudad.

      Las ciudades evolucionaron rápidamente cuando se abrieron rutas comerciales entre Europa y Asia y, sobre todo, cuando los europeos llegaron al continente americano. Este comercio expandió fronteras y suministró a las ciudades de productos de otras partes del mundo, principalmente debido a que en el siglo pasado hubo un incremento en la tecnología del transporte, con barcos cargueros y aviones, lo que hizo que el intercambio de mercancías fuera tan barato que se podían transportar bienes perecederos en grandes cantidades, lo que dio paso a la globalización.

      Con esta nueva tecnología, actualmente hay ciudades donde antes no existían por la escasez de agua, alimento o material de construcción. Por ejemplo, ciudades tan viejas como Beirut, con una antigüedad de más de 5 000 años y una población actual de 2 millones de habitantes, aproximadamente sólo sobreviven gracias a la importación de alimentos. Asimismo, la densidad poblacional en las ciudades ha aumentado, en parte por el crecimiento demográfico y en parte por la migración de las zonas rurales. Por lo mismo, cada día las ciudades son más vulnerables a los efectos negativos de eventos extremos, como los generados por el cambio climático.

      Carguero transportando mercancías.

      Por ejemplo, a principios de este siglo más de 400 millones de personas del planeta vivían a 20 kilómetros del mar y a menos de 20 msnm. Considerando el crecimiento de las ciudades en los últimos 20 años, es muy posible que este número sea mucho mayor ahora. Todas estas personas son vulnerables al aumento de los océanos, huracanes e inundaciones que pueden devastar su infraestructura. Sólo en Estados Unidos, por ejemplo, dos ciudades icónicas han sufrido el efecto de huracanes devastadores en años recientes: Nueva Orleáns, en 2005, con el huracán Katrina; y Nueva York, en 2017, con el huracán Harvey. En ambas ciudades hubo pérdida de vidas y de infraestructura de gran importancia, como el transporte público, la electricidad y el agua potable. Tardaron meses en volver a poner esas ciudades en pie, y todavía años después se ven los estragos en sus calles, casas y parques. Pero los escenarios más escalofriantes se pueden dar en Bangladesh, donde la creciente población de más de 164 millones de personas viven en ciudades y poblados en un delta que se inundará con el aumento del cambio climático en algunas décadas.

      En la Ciudad de México viven más de 20 millones de personas. Esta metrópoli depende de la tecnología para extraer agua de acuíferos en cantidades suficientes para abastecer a 70% de la población, e importar agua de otras cuencas para satisfacer las necesidades del restante 30% que no podría vivir ahí sin esta tecnología. Por otra parte, al ser una ciudad basada en un sistema de cinco lagos es propensa a inundarse, lo que la obliga a usar tecnología para sacar el agua en época de lluvias hacia otras cuencas.

      La tecnología y la globalización sumerge a la humanidad en una espiral que ha generado un rápido aumento de personas en las zonas urbanas, que cada día son más dependientes de esa misma tecnología para sobrevivir. Una de las consecuencias de esta espiral ha sido la mejor comunicación y un desarrollo urbano que permite a muchos citadinos vivir con buena calidad de vida y en contacto con cualquier sociedad a nivel mundial.

      Sin embargo, otra consecuencia es el aislamiento de la naturaleza, un aislamiento que nos aleja de comprender lo que se nos avecina con el cambio climático, que nos ha quitado parte de nuestra calidad de vida al no entender y apreciar la naturaleza que nos rodea; que no nos permite disfrutar de un árbol o de la maravilla que es un insecto polinizador, pues a algunos les da asco; que nos tiene distorsionada la visión de lo que es la vida natural al creer que los únicos animales que importan son los perros y los gatos. En el próximo capítulo abundaremos sobre este aislamiento que nos puede cerrar las puertas al futuro, y sobre lo que podemos hacer para abrirlas de nuevo.

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