50 miradas a la educación. Jose Angel Lopez Herrerias

50 miradas a la educación - Jose Angel Lopez Herrerias


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la fértil tierra los tenía ya en su seno, en Lacedemonia, en su misma patria”.1

      La conciencia del honor

      “Canta, oh diosa, la cólera del Pelida Aquiles; cólera funesta que causó infinitos males a los aqueos y precipitó al Hades muchas almas valerosas de héroes, a quienes hizo presa de perros y pasto de aves –cumplíase la voluntad de Zeus– desde que se separaron disputando el Atrida, rey de hombres, y el divino Aquiles. ¿Cuál de los dioses promovió entre ellos la contienda para que pelearan? El hijo de Zeus y de Leto. Airado con el rey, suscitó en el ejército maligna peste y los hombres perecían por el ultraje que el Atrida infiriera al sacerdote Crises. Este, deseando redimir a su hija, habíase presentado en las veleras naves aqueas con un inmenso rescate y las ínfulas del flechador Apolo, que pendían de áureo cetro, en la mano; y a todos los aqueos, y particularmente a los dos Atridas, caudillos de pueblos, así les suplicaba: ‘¡Atridas y demás aqueos de hermosas grebas! Los dioses, que poseen olímpicos palacios, os permitan destruir la ciudad de Príamo y regresar felizmente a la patria. Poned en libertad a mi hija y recibid el rescate, venerando al hijo de Zeus, al flechador Apolo’”.2

      “Más quisiera ser un labrador en la tierra de otro, de quien bienes no tiene y apenas procura a su vida, que ser rey y mandar sobre todos los que fenecieron”

      La grandeza de espíritu

      “‘¡Adivino de males! Jamás me has anunciado nada grato. Siempre te complaces en profetizar desgracias y nunca dijiste ni ejecutaste cosa buena. Y ahora, vaticinando ante los dánaos, afirmas que el Flechador les envía calamidades, porque no quise admitir el espléndido rescate de la joven Criseida a quien deseaba tener en mi casa. La prefiero, ciertamente, a Clitemnestra, mi legítima esposa, porque no le es inferior ni en el talle, ni en el natural, ni en inteligencia, ni en destreza. Pero, aun así y todo, consiento en devolverla, si esto es lo mejor; quiero que el pueblo se salve, no que perezca. Pero preparadme pronto otra recompensa, para que no sea yo el único argivo que se quede sin tenerla; lo cual no parecería decoroso. Ved todos que se me va de las manos la que me había correspondido’. Replicóle el divino Aquiles, el de los pies ligeros: ‘¡Atrida gloriosísimo, el más codicioso de todos! ¿Cómo pueden darte otra recompensa los magnánimos aqueos? No sé que existan en parte algunas cosas de la comunidad, pues las del saqueo de las ciudades están repartidas, y no es conveniente obligar a los hombres a que nuevamente las junten. Entrega ahora esa joven al dios, y los aqueos te pagaremos el triple o el cuádruple, si Zeus nos permite tomar la bien murada ciudad de Troya’. […] Contestó el rey de hombres Agamenón: ‘Huye, pues, si tu ánimo a ello te incita: no te ruego que por mí te quedes; otros hay a mi lado que me honrarán, y especialmente el próvido Zeus. Me eres más odioso que ningún otro de los reyes, alumnos de Zeus, porque siempre te han gustado las riñas, luchas y peleas. Si es grande tu fuerza, un dios te la dio. Vete a la patria, llevándote las naves y los compañeros, y reina sobre los mirmidones: no me cuido de que estés irritado, ni por ello me preocupo, pero te haré una amenaza: Puesto que Febo Apolo me quita a Criseida, la mandaré en mi nave con mis amigos; y encaminándome yo mismo a tu tienda, me llevaré a Briseida, la de hermosas mejillas, tu recompensa, para que sepas cuánto más poderoso soy y otro tema decir que es mi igual y compararse conmigo’”.3

      El peligro de las sirenas

      “Me dijo Circe, la augusta: ‘tú escucha lo que te voy a decir… Lo primero que encuentres en ruta será a las Sirenas, que a los hombres hechizan. Quien incauto se les llega y escucha su voz, nunca más verá a sus padres, ni a su esposa querida ni a sus tiernos hijos… Con su aguda canción las Sirenas lo atraen y le dejan para siempre en sus prados; la playa está llena de huesos y de cuerpos marchitos con piel agostada…’. Entretanto la sólida nave en su curso ligero se enfrentó a las Sirenas: un soplo feliz la impelía, mas de pronto cesó aquella brisa, una clama profunda se sintió alrededor: algún dios alisaba las olas. Se levantaron entonces mis hombres, plegaron la vela, la dejaron caer en el fondo del barco y, sentándose al remo, blanqueaban de espumas el mar con las palas pulidas. Yo entretanto cogí el bronce agudo, corté un pan de cera y, partiéndolo en trozos pequeños, los fui pellizcando con mi mano robusta: se ablandaron pronto, que eran poderosos mis dedos y el fuego del sol de lo alto. Uno a uno a mis hombres con ellos tapé los oídos y, a su vez, me ataron a la nave de piernas y manos en el mástil, derecho, con fuertes maromas y, luego, volvieron a azotar con los remos el mar espumante. Ya distaba la costa no más que el alcance de un grito y la nave crucera volaba, mas bien percibieron las Sirenas su paso y alzaron su canto sonoro: ‘Llega acá, gloriosísimo Ulises, el mejor de los dánaos, refrena el ardor de tu marcha para oír nuestro canto, porque nadie pasa aquí en su negra nave sin que atienda a esta voz que en dulzores de miel nos fluye de los labios. Quien la escucha se va contento conociendo mil cosas…’. Tal decían exhalando dulcísima voz y en mi pecho yo anhelaba escucharlas. Frunciendo mis cejas mandaba a mis hombres soltar mi atadura”.4

      Bibliografía

      Homero (2019): Ilíada, Madrid, Austral.

      — (2015): Odisea, Madrid, Penguin Clásicos.

      2

      Confucio

      551- 479 a. C.

      La potenciación y elevación de la conciencia

      Confucio es un referente cultural y educativo. En sus meditados y reconocidos consejos de ideales, de valores y de actitudes queda recogida la tradición vivida y reposada del pueblo y de sus “sabios”.

      Su visión de la realidad se vuelca a la historia ética, moral, de los individuos y de la comunidad. Potencia y nos recuerda que la incierta existencia personal ha de atender a los aspectos valiosos y prácticos de la convivencia. Menos economía, como variable independiente, y más convivencia social y económica, como variable dependiente de la ética.

      Propone como método educativo la reflexión. Es el medio adecuado para conseguir el fin educativo: potenciar la conciencia.

      En la China de Confucio la economía se basaba en el sector primario. Los impuestos dependían de la tierra y se podían pagar con cáñamo y seda, para la industria textil, con arroz o con “la prestación de trabajos personales”, que podían ser para la agricultura, la limpieza o los servicios en palacio, entre otros”.

      La sociedad china estaba formada por una estructura jerárquica bastante similar a la de otras sociedades de la época. A la cabeza estaban el emperador, el príncipe y demás funcionarios gubernamentales. Se les exige honradez, inteligencia y que no abusen de su poder. El resto de la sociedad se reconocía como súbdito del reino, siervos o subordinados. La sumisión no era algo negativo, sino normal.

      Tras el emperador y los funcionarios estaba la nobleza territorial. Los comerciantes tenían también cierta reputación, aunque dependía del valor de sus riquezas. Los artesanos, no muy numerosos, tenían cierto ascendiente, ya que aportaban productos a las clases dirigentes. Los campesinos eran la clase más numerosa. Y, por último, se encontraban los esclavos.

      La armonía del hombre con la sociedad es el pilar del confucianismo. Puede considerarse opuesto al taoísmo, que se centra en hallar la armonía del hombre con el universo.

       © INTERFOTO/Alamy, BA1CW0

      “Por tres métodos podemos adquirir la sabiduría: primero por la reflexión, la más noble; segundo, por la imaginación, la más sencilla; y tercero por la experiencia, la más amarga”

      “Es preciso conocer el fin hacia el que debemos dirigir nuestras acciones.

      En cuanto conozcamos la esencia de todas las cosas, habremos alcanzado el estado de perfección que nos habíamos propuesto.

      Desde el hombre más noble al más humilde, todos tienen el deber de mejorar y corregir su propio ser.

      ¿No sería más eficaz lograr que fueran innecesarios los juicios?,


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