El Códice mendocino: nuevas perspectivas. Barbara E. Mundy
contraria, porque para mí ellos vinieron de la parte del Norte, é assi lo diçen é se muestra en edefiçios antiguos, y en nombres de lugares por donde vinieron. ... La relaçion de las cosas desta tierra yo he procurado de sabello muy particularmente, é hallo diverssas opinions; porque como avia muchos señores en cada provinçia, cuentan las cosas de su manera. Yo las ando recogiendo é verificando, y hecho, os lo enviaré; porque me paresçe que seria cosa muy vergonçosa que os enviase yo relaçion y que me alegasedes por auctor dello, no siendo muy verdadera. Y de aquí no es tan poco que no podays hacer libro dello, é no será pequeño; porque aunque Monteçuma é México es lo que entre nosotros ha sonado, no era menor señor el Caçonçi de Mechuacan, y otros que no reconosçian al uno ni al otro. (4:117-18)
En ninguno de estos textos del virrey Mendoza parecería haber evidencia de que el manuscrito que conocemos como Códice mendocino fuera el primer reporte enviado al emperador y su hermano (la narrativa del ascenso de Huitzilopochtli) o el segundo reporte prometido, cuyo alcance va mucho más allá de aquel del Mendocino (en particular acerca del tema de Quetzalcoatl). Asimismo, la historia de la fundación de Tenochtitlan del primer reporte difiere notablemente de aquella del Mendocino. Mientras que en la carta a Diego de Mendoza el tema de Huitzilopochtli es central, en el Mendocino este es apenas tangencial. El segundo reporte parecería haber sido informado por la Relación de Michoacán, que el virrey Mendoza encargó en 1539-1540, reduciendo el contenido del Mendocino a un capítulo de una historia más amplia sobre los pueblos de Nueva España.
De manera paralela a los estudios que buscaban ratificar la conexión entre el manuscrito y el virrey, un grupo de académicos continuaba con su investigación sobre los posibles autores del texto del Mendocino. Así, basado también en una referencia del Códice florentino de Sahagún acerca de los años y duración de los reinos de los señores de México, en 1938 Wigberto Jiménez Moreno (citado en Nicholson 1992, 2) sugería que el sacerdote Juan González era el autor de los textos del Mendocino. Siguiendo un proceso de análisis caligráfico como el de Clark, en 1941 Federico Gómez de Orozco (1941) ratificaba la hipótesis de Jiménez Moreno al identificar el último rasgo del folio 71v como una “G”. Finalmente, en 1963, Woodrow Borah y Sherburne Cook (1963, 31) identificaban el mencionado rasgo con la letra “Q”, añadiendo notablemente a la complejidad de lo que ya por varias décadas se había convertido en una cacería del autor de los textos del Mendocino.
Veintiún años después del estudio de Cooper Clark, volvió el interés sobre el Mendocino como objeto del ingenio artístico mexica. En Mexican Manuscript Painting of the Early Colonial Period, publicado en 1959, Donald Robertson construyó un contexto artístico similar al de la modernidad temprana europea para la clasificación de los manuscritos prehispánicos y coloniales que habían sobrevivido hasta el siglo XX. Robertson los dividió de acuerdo a escuelas y estilos que incorporaban en mayor o menor grado elementos identificables con las áreas metropolitanas del México prehispánico o con la influencia artística europea. El espacio en donde Robertson ([1959] 1994, 95–106) ubicó el Mendocino fue el de manuscrito inicial de lo que denominó la “segunda etapa de la escuela de México Tenochtitlan”, debido a la presencia de elementos de estilo y formato que consideró periféricos, como la sustitución del formato tradicional de biombo a favor del códice o el uso de papel europeo en lugar de amatl.10
En 1992, después de lo que fueron estudios enfocados en elementos particulares del Mendocino o su contextualización dentro del corpus de manuscritos mexicanos, fue publicado el siguiente gran estudio facsimilar del códice. Este es el fruto del trabajo de las antropólogas Frances Berdan y Patricia Anawalt, quienes rescataron lo que era un proyecto abandonado por la editorial de la Universidad de Nuevo México en 1986 y es hasta el día de hoy, el más influyente de los estudios del Mendocino por su envergadura, alcance y profundidad. En este encontramos el último de los grandes resúmenes históricos y documentales del Mendocino. A cargo de H. B. Nicholson, este no solo buscó contextualizar los ensayos que formaron parte del proyecto de 1992, sino que ofreció reflexiones iniciales acerca del lugar del Mendocino en la bibliografía de Thevet y otros estudiosos de los siglos XVII y XVIII, sacando a la luz, por primera vez, referencias hechas por Thevet mismo acerca de manuscritos mexicanos y permitiendo que las certezas que se mantenían hasta ese momento, acerca de la identidad e itinerarios del Mendocino, fueran cuestionadas.
El agregado de estudios sobre el Mendocino desde 1625 hasta el presente define un hilo conductor para las preocupaciones que distintas generaciones de estudiosos han tenido sobre el Mendocino, reflejando efectivamente los temas centrales de sus mismos ensayos: desde las reproducciones con fines utilitarios, los estudios documentales de tendencia positivista, hasta los ensayos de corte fenomenológico. En conjunto, estos han permitido que proyectos como el presente surjan y enfatizan la inestabilidad esencial del estudio histórico y aquella del objeto estudiado. Dos de estos elementos de la construcción de la historia del Mendocino que, a pesar de las numerosas ocasiones en que ha sido estudiado, continúan aportando a la discusión sobre la identidad y el propósito del manuscrito son el itinerario del Mendocino entre México y su primer dueño conocido, André Thevet, y el momento en que Francisco Clavijero lo identifica con el virrey Antonio de Mendoza. Lo complejo, invariablemente especulativo e importante de estos capítulos de la construcción de la historia del manuscrito piden que los abordemos en apartados que ofrezco bajo estas líneas.
El problema del itinerario del Códice mendocino para la construcción de su historia
El Códice mendocino es el manuscrito mexicano que ha recibido más atención a lo largo de los últimos cuatro siglos, habiendo sido reproducido y estudiado constantemente desde 1625 hasta la actualidad. Pero, pese a las múltiples teorías que se han ofrecido, la forma en que inició esta historia es todavía un tema de debate. La hipótesis más conocida y aceptada desde el siglo XVII apunta que el manuscrito, una vez que partió de Nueva España, fue robado por corsarios franceses durante el cruce del Atlántico para luego dirigirse a Francia, donde Thevet lo adquirió en 1553. Este hecho sería sustanciado por las firmas y fechas con que el geógrafo francés marcó el manuscrito en su pasta superior, y en los folios 1r, 2r, 70v y 71v. Una hipótesis paralela, ofrecida por Nicholson en 1992 y luego descartada por él mismo en la medida que no fue profundizada, apunta que el manuscrito pudo llegar a Thevet por vía de la reina Isabel de Valois (1545-1568), tercera esposa de Felipe II de España (1527-1598) e hija de Enrique II de Francia (1519-1559). Ambas hipótesis son problemáticas pues imponen la carga de la especulación en proporciones abrumadoras para el más laxo de los historiadores.
La primera de estas hipótesis que, como decíamos, se ha convertido en parte de la tradición histórica del manuscrito, se halla por primera vez en la obra de Samuel Purchas (1625, 3:1065-1066), quien presentaba el Mendocino en el contexto de su enciclopedia de exploración Hakluytus Posthumus: or, Purchas His Pilgrimes, presentada en 1625 de la siguiente manera:
Reader, I here present unto thee the choicest of my Jewels. … Such an one we here present, a present thought fit for him whom the senders esteemed the greatest of Princes, and yet now presented to thy hands before it could arrive in his presence. For the Spanish Governour having with some difficultie (as the Spanish preface imports) obtained the Booke of the Indians with mexican interpretations of the Pictures (but ten daies before the departre of the Ships) committed to the same to one skillful in the mexican language to be interpreted … this Historie thus written, sent to Charles the fifth Emperour, was together with the Shippe that carried it taken by Frenchmen of war, from whom Andrew Thevet, the French King”s Geographer, obtained the same: after whose death Master Hakluyt (then Chaplaine to the English Embassadour in France) bought the same for 20. French crownes”.11
Casi cuatro siglos después de que el Mendocino saliera a la luz del público gracias a Purchas, es posible apreciar las imprecisiones y construcciones anecdóticas sobre las cuales se ha construido su historia. Pero más relevante aun e independientemente de la importancia que ha tenido para el Mendocino, el texto de Purchas nos ayuda a ilustrar de mejor manera sus prioridades narrativas y el contexto en el que operaba como compilador de material geográfico y de exploración.
En su presente forma, el Mendocino no tiene un prefacio ni tampoco pudo Hakluyt haberlo adquirido después de la muerte de Thevet, ya que Hakluyt regresó a Inglaterra en 1588 mientras