Despierta tu conciencia creativa. Jessica Riberi
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Despierta tu conciencia creativa
Descubre el potencial que hay en ti
© Jessica Riberi Cerón, 2021
© Pehoé ediciones, noviembre 2021
Pehoé ediciones
San Sebastián 2957,
Las Condes Santiago de Chile
Registro de propiedad intelectual Nº:
ISBN Edición impresa: 978-956-6131-29-8
ISBN Edición digital: 978-956-6131-28-1
Diagramación impresa: Francisca Toral
Diagramación digital: ebooks Patagonia
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Índice
El Creativo, a partir de múltiples partituras
El Mago, dos mundos unidos por la cualidad de presencia
Prefacio
En los tiempos dinámicos y desafiantes de hoy, me es difícil imaginar un mundo donde las personas no dispongamos de creatividad. Y cuando afirmo esto, no es que imagine un mundo de genios y superdotados, ni tampoco la necesidad de convertirnos en científicos o artistas renombrados, sino que concibo la creatividad comprendida como estilo de vida donde cada uno pueda transitar por ella, con todo lo que ella brinda —lo grato y lo difícil, lo certero e inesperado— y crear realidades de bienestar que permitan manifestar la mejor versión de nosotros mismos en coherencia con nuestra felicidad. Esto, cuando la vida va bien, y también cuando lo frustrante, lo inseguro, las pérdidas e incertidumbre nos visitan.
Un estilo de vida que nos permita trascender la adversidad y vislumbrar nuevas opciones; no perderse ante lo actual ni dejarse dominar por las contingencias, sino que cada momento alcance el potencial de ser un momento semilla, inmerso en un movimiento evolutivo de expansión de conciencia y de creación de nuevas posibilidades. Cada situación es una parte de una historia, pero no «la historia». Y cuando ello ocurra, diremos con certeza que lo creativo es el estilo de vida de la persona.
Llevo treinta años de práctica profesional y considero que lo concluyente en el bienestar de la persona no está delimitado por lo que la vida le ofrece como posibilidad, sino por cómo se vincula ante esa realidad. Si lo creativo se ha bloqueado y apagado en la vida, pequeños desafíos se convierten en un gran tornado. Y el drama se expande en lo cotidiano de la vida. Y, por el contrario, grandes retos con la compañía de la creatividad se sienten como una ola apasionante donde surfear y desplegar el propio potencial. La realidad puede ser muy difícil, sin embargo, al mismo tiempo nos presenta algo nuevo que habitar. Por eso, este proyecto de enseñar y modelar un estilo de vida creativo se ha convertido en una gran pasión, pues tanto en clínica como en docencia de los programas de desarrollo humano que realizo compruebo que al asumir esta forma de vínculo se marca un antes y un después para la persona.
En ocasiones, nuestro diálogo interno es el peor enemigo, el mundo interior se contamina de imágenes, voces y sensaciones de autorreproche y enjuiciamiento respecto del propio potencial. Existe muchas veces maltrato hacia uno mismo, una mente crítica demoledora y se activan estrategias emocionales de inseguridad, frustración e impotencia que nos distancian de esta opción de vida; la persona crea, pero solo sufrimiento y réplicas de lo que ya existe en su vida. Otras veces, son las demás personas, a veces grupos, quienes mediante sus palabras y actitudes nos impactan como un martillo que golpea sobre nuestra cabeza con un «tú no puedes», «no eres capaz», «no vales», «no tienes nada que aportar». Es el espejo de la incapacidad, y en cuanto nos reflejemos en él, impactará en la valía y confianza en el potencial personal. Es un espejo que carcome las capacidades, el sentido de merecer un lugar en el mundo, y lapida la opción creadora.
La persona, si es un buen guerrero, con certeza podrá resistir ante lo adverso, dar una buena batalla ante esos mandatos limitantes y activar su potencial de resiliencia, pero difícilmente nacerá algo significativamente nuevo. Su vitalidad se encauza a resistir, evitar, batallar, limitar o transformar estos mensajes negativos; sus vínculos de vida están en función de lo frustrante y, con ello, su impulso creador se desvía de los desafíos innovadores.
La creatividad se activa al decidir lo que se quiere para la propia vida, en concordancia con un llamado interior, cuando la persona concluye que lo que vive no es para sí. Y como consecuencia de este darse cuenta, se crean ecos en torno a la pregunta «¿qué hago con esto?» Se acepta lo que es, la realidad, y el mundo que se activa en nosotros mismos, y lo creativo enlaza el presente. Suelo ilustrar el proceso como el nacimiento de una onda donde el centro de ella se sitúa justo frente a la persona, y ahí se localizan los hechos actuales. Todo lo que vivencia en el hoy, lo que ve, escucha, siente, y las experiencias que surgen a partir de lo que experimenta: sus emociones, creencias e imaginaciones.
Y lo presente habitualmente está unido a situaciones del pasado que determinan lo que se vive hoy. Existe una vinculación pasado-presente ya creada en la historia de la persona. Son dos puntos en esta onda creativa: lo presente, que está justo al frente, y lo pasado, que suele ubicarse en dos locaciones, opcionalmente. Es curioso constatar en clínica que las personas al referirse al pasado lo sitúan en la zona de su espalda, como si allí se emplazaran las situaciones ya vividas, en tanto otros lo sitúan en frente, en la zona izquierda. De ello dependerá hacia dónde se proyecta la onda. Lo importante y desafiante ahora es ampliar el campo perceptual y descubrir las opciones futuras que pueden enlazarse a este movimiento. Ahí está el potencial creador. La decisión que asuma cada uno en el aquí y ahora será un portal que fija la onda pasado-presente a un mundo específico de posibilidades de futuro.
Cada onda a su vez es partícipe de un espiral evolutivo. En el sentido del símbolo espiral, que es fertilidad, expansión y continuidad de las diversas expresiones del ser y los viajes de alma, hacia el regreso a su centro-esencia. Cada persona a través de ellas va progresivamente ampliando sus recursos, se libera de las limitaciones y logra una manifestación más plena de quién es, con todo su potencial. Pienso en un árbol que interactúa con las vicisitudes de su ambiente para ir siendo quien es. Nunca abandona lo que es ni trata de ser otra especie de árbol. Cada ciclo es una experiencia de evolución impresa en los anillos de su tronco; en los buenos años el anillo será más ancho, y los ciclos difíciles serán más delgados y estarán más próximos unos a otros; no obstante, en todos ellos siempre se preserva el movimiento expansivo de su tronco