Reproducción social y parentesco en el área maya de México. Georgina Sánchez Ramírez
en problemas y perdido mucho tiempo cuando han debatido lo que el parentesco es y cuando han propuesto teorías generales al respecto, bajo el supuesto de que hay una identidad específica y concreta del parentesco. Así, concluye que no existe tal cosa como el parentesco aislado del resto de la realidad social por lo que no puede haber una “teoría de parentesco” (Needham, 1974, pp. 40, 42).
Esas primeras críticas fueron solo el inicio de lo que sería el desmoronamiento del tema de parentesco, definido de manera muy particular, como algo central en la disciplina antropológica. La crítica de Schneider abrió el camino al interés por las ideas sobre la reproducción humana como la base del parentesco que rebasó las sustancias corporales a abarcar el compartir los alimentos (Carsten, 2004; Peletz, 1995). Otros propusieron ir más allá del parentesco, tomando el concepto de “sociedad de casas” de Lévi-Strauss (Joyce y Gillespie, 2000). Y otros autores indagaron en la reproducción asistida y en el camino abrieron nuevas perspectivas a lo que se podría describir como la esencia del parentesco o de su ausencia, al criticar los modelos genealógicos occidentales como universalmente aplicables (Olavarría, 2019). Todos esos trabajos, si bien aportan conocimientos o propuestas de investigación sobre lo que es el parentesco, dejan de lado la cuestión de qué hacen los que se consideran parientes, cómo se organizan para la producción, cómo se conforman los grupos domésticos y los grupos y redes de parentesco, y cómo son las prácticas de transmisión intergeneracional. Muchas veces los estudios de parentesco se limitaban a las reglas o a los tipos ideales sin indagar en prácticas concretas; buscaban el ser, o la esencia del parentesco, o bien planteaban que este último, a partir de un modelo formalista sin abordar el hacer, no era tan importante en la organización social de las sociedades que analizaban, como fue, por ejemplo, en el caso de Mesoamérica.
Sin embargo, si la cuestión que nos interesa es lo que hacen juntos los grupos de personas que se autonombran parientes y cómo se mantienen y se reproducen a través del tiempo, tanto las perspectivas convencionales como las nuevas, salvo el enfoque de Needham, nos dicen poco sobre estos temas. Los capítulos del presente libro, escritos por investigadores que trabajan en proyectos que buscan promover el desarrollo entre poblaciones indígenas campesinas, o que se formaron para realizar tareas conducentes a ese fin, tuvieron la necesidad de entender las organizaciones locales en las que grupos y redes de parientes juegan un papel capital. No recurrieron al concepto usual de “sistema de parentesco”, sino abordaron las prácticas de grupos de parientes para entender sus dinámicas y reproducción social. Por esa justa razón, han producido valiosos conocimientos sobre las prácticas parentales, muchas veces omitidas o escasamente tratadas en los estudios convencionales del parentesco en general, y entre los diversos grupos de mayas en particular. Considero que los conocimientos vertidos en este libro pueden servir para repensar varios ámbitos del parentesco entre los mayas, contribuir a diversas discusiones sobre algunos temas trabajados bajo el rubro de parentesco, y conducir a reformulaciones de algunos conceptos.
El material etnográfico y los análisis de este libro destacan la importancia de unidades parentales como el ch’ibal y el ts’umbal, entre otras, y espacios como el amak’, donde grupos domésticos y otros parientes realizan actividades productivas y rituales, además de la información sobre la herencia de la tierra y la conformación de grupos, son resultado de no partir de varios supuestos de los enfoques convencionales de parentesco. Ante todo, no acudieron a la noción sistema de parentesco como algo aislado de la actividad humana, aunque los autores emplearon conceptos y conocimientos previos de distintos aspectos de parentesco entre diferentes grupos mayas, vistos desde el ángulo de la reproducción social. Algunos de estos espacios y unidades habían sido ya mencionados por la literatura sobre el tema en grupos de filiación mayense. Sin embargo, frecuentemente solo se les enunció o trató de forma muy general y no siempre se les designó con los términos usados en las lenguas vernáculas, como sucede en esta obra. De haber partido de los supuestos de los abordajes convencionales de los estudios de parentesco en el área maya, quizás hubieran omitido fenómenos y grupos que describen y cuya trascendencia destacan en los distintos capítulos de esta obra.
Quisiera hacer un poco de historia acerca de los estudios convencionales de parentesco y tocar someramente algunas de sus tendencias en el área maya para situar los trabajos del presente libro en ese contexto más amplio, destacar sus aportes y sugerir posibles rumbos para investigaciones futuras.
La idea del parentesco como “sistema” se remonta aparentemente a un artículo de A. R. Radcliffe-Brown publicado en 1941. Allí, este autor incluye en su definición la familia elemental (padres e hijos), independientemente de si comparten o no la misma vivienda, y señala que en esta unidad se presentan las tres relaciones básicas que, al extenderse, conforman toda red de parentesco: la de padres-hijos; entre hermanos, y entre esposos (afinidad). Además, el sistema de parentesco también comprende: los grupos sociales definidos (se entiende, implícitamente, clanes y linajes), abarcando a la familia doméstica; los derechos y deberes entre parientes y las costumbres sociales observadas entre sí; el culto a los ancestros y la relación entre los vivos y los muertos; los términos de parentesco, y “las ideas que tiene la gente sobre el parentesco”. Un aspecto destacado en este autor es que su uso de “sistema de parentesco” se funda en el supuesto de que se trata de “una unidad compleja, un todo organizado” y que hay una interdependencia entre los rasgos mencionados (Radcliffe-Brown, 1986, pp. 67-68). Sin embargo, después de exponer estos componentes, el resto del artículo se centra preponderantemente en la terminología de parentesco y la relación de esta con la “sociología”, es decir, ciertas prácticas sociales y la presencia de grupos como clanes que se observan en sociedades llamadas “primitivas”, como lo enuncia el título del libro en el que se reprodujo dicho artículo. Esto es, aunque Radcliffe-Brown da una definición muy abarcadora del parentesco, cuando desarrolla su tema, no trata la mayor parte de los mismos componentes que él enlista. En contraste, varios de estos componentes sí se abordan en el presente libro, gracias en buena parte a que el parentesco no ha sido visto como “sistema”.
Actualmente, el término “primitiva” se ha sustituido por el de “sociedades sin Estado”, y la antropología, que surgió como una disciplina cuya vocación era estudiar este tipo de sociedades, ha ampliado su mirada en la medida en que estas últimas iban desapareciendo o eran incorporadas a las sociedades estatales. Al respecto, es importante recordar que todo el andamiaje teórico-conceptual clásico de la antropología del parentesco está enfocado a la organización social de las sociedades preestatales. Esto es más que evidente en el texto de Radcliffe-Brown, en el de Robin Fox y en un sinnúmero de tratados de parentesco. Por eso es esencial destacar qué entendían los antropólogos por parentesco en las sociedades sin Estado y examinar, señalar y cuestionar por qué, en gran medida, abordaron a los distintos grupos mayas como si fueran “primitivos”, tanto en la etnografía contemporánea como en la época prehispánica.
Lewis Henry Morgan asignó al parentesco, sobre todo a la terminología de parentesco, un papel especial en su planteamiento sobre la evolución social. Sin embargo, y aunque desde las primeras décadas del siglo xx la antropología rechazó en buena parte los esquemas de evolución unilineal de Morgan, la terminología conservó un lugar prominente en los estudios de parentesco y frecuentemente era lo único que se investigaba bajo este rubro. Tan fue así que en muchas de las monografías de la primera mitad del siglo xx, la mayor parte de los contenidos sobre parentesco u organización social era un listado de los términos de parentesco. En el caso de Mesoamérica, dos trabajos de amplia difusión, al menos en círculos antropológicos norteamericanos, evidencian esta tendencia. El primero, “Organización social”, de Calixta Guiteras Holmes, se publicó en un libro resultante del seminario “Herencia de la Conquista” que, a finales de la década de 1940, reunió a los más connotados mesoamericanistas norteamericanos y mexicanos para hacer un balance de los estudios antropológicos de los veinte años previos en el área cultural. Es notable que Guiteras inicie con una discusión sobre la terminología de parentesco y cuando emplea el “sistema de parentesco” es para referirse al sistema terminológico que, de hecho, constituye la mayor parte de su artículo (Guiteras Holmes, 1968). Vemos en este texto una (con)fusión entre organización social y parentesco en el sentido de que la terminología de parentesco es la organización social, un supuesto muy común en numerosos