El cuerpo en la experiencia psicoanalítica. Noemí Lustgarten de Canteros
el objeto, “hallar-crear” su deseo, permitiendo que la experiencia sea personal, desde el self y no reactiva?
Winnicott dice que el Self se sostiene en el rostro y la mirada de la madre. Reik dice:
Reconocí mi propia imagen en el espejo de la novela, pero comprendí sólo unos pocos segundos más tarde que se trataba de una imagen distorsionada, comparable a las que uno ve en los espejos cóncavos y convexos, en los que las manos y los pies aparecen grotescamente agrandados. Allí me topé cara a cara conmigo mismo, pero al mismo tiempo supe con certeza que no se trataba de mi rostro real, sino uno que imaginaba o temía tener. Ese no era yo, sino la forma en que me había concebido inconscientemente como un implacable asesino. Esta interpretación indirecta me permitió identificarme con Alfredo (el personaje de la novela). Lo vi como una potencialidad mía, pero también tome consciencia de la distancia que me separaba de él (…) Después de haber sentido cuán cerca estaba de Alfredo en mi imaginación, reconocí cuán lejos me encontraba de él en los hechos. (1956, p. 225)
Freud, sabe devolverle una nueva imagen. Lo que Reik ve en el decir de Freud es lo que Freud ve en él. Lo ve teniendo deseos asesinos pero no por eso siendo un asesino, le brinda la experiencia de ser amado tal cual es, sin condiciones, aceptando todos sus deseos y sus contradicciones, situación que en los inicios permite el despliegue del self, de su dimensión pulsional, incluida su agresividad primaria13, su fuerza vital. Este modo de aproximación al deseo le permitió a Reik su apropiación acorde a su ritmo, a sus posibilidades. Logró también evitar el efecto de comprensión intelectual ligado a la actividad mental escindida del psique-soma (Dadas las ideas obsesivas de Reik, es interesante tomar este testimonio para el abordaje de la clínica de la neurosis obsesiva). Este ejemplo clínico lo podemos entender como un modo adecuado a la singularidad de Reik, modo creativo de interpretar el deseo que permitió la experiencia de apropiación personal, que es la que da nacimiento al self.
Bien podemos afirmar que Freud con sus intervenciones lo rescato del pánico. Pánico ante ese Súperyó que lo condena a morir y que compromete su cuerpo, no le da tregua. Escuchemos el relato del alivio y de la sensación de un volver a vivir. Dice Reik
Después de despedirme de Freud, salí a la calle en esa tarde de verano y caminé sin rumbo fijo durante varias horas por las calles semirurales de los suburbios vieneses. Me sentía extrañamente tranquilizado y alentado. No sólo había establecido una distancia con respecto a mi propia experiencia, sino que también comenzaba a aceptarme a mí mismo. Era un sentimiento edificante, como sólo había experimentado después de algún logro. Pero esta sensación de fortaleza y de nuevo coraje no era el resultado de ningún logro, sino del alivio con respecto a la presión de los sentimientos de culpa inconscientes. Mientras caminaba por las calles familiares, y por las colinas de Doebling y Grinzing, comprendí que me había convertido en la víctima de esos terribles ataques, y tuve la certeza de que no volverían. Nunca se repitieron. (1956, p. 225)
Creo que este material es un interesante testimonio para seguir pensando la clínica del Superyó. Encontramos en Freud conceptos como la resistencia del ello, la resistencia del Superyó, viscosidad de la libido. Estos conceptos surgen frente a los obstáculos, los impases de la clínica creada a partir de la neurosis de transferencia. Creo que ideas como las que aquí presento a partir de la clínica en Freud, la idea de que el analista pueda brindar la posibilidad de hallar-crear el deseo, parafraseando a Winnicott, a partir de su modo de intervención, pueden contribuir a franquear esos topes.
EL DIAGNÓSTICO EN WINNICOTT, UN INTER-JUEGO CON LACAN: APUNTES
Intentaré abordar los siguientes interrogantes:
1) ¿Cuáles son los parámetros desde los cuales Winnicott establece sus criterios diagnósticos? ¿Cuál es su postura en relación al tema y su incidencia en la cura y en el quehacer psicoanalista?
2) ¿Cómo correlacionar las ideas de Winnicott con la concepción en Lacan de estructuras diagnósticas: psicosis, perversión, neurosis?
3) ¿Cuál es, a mi modo de ver, una posibilidad de enriquecimientos a partir del inter-juego entre ambos abordajes?
Parámetros y criterios en Winnicott
Ubiquemos a Winnicott como un autor que retoma la idea freudiana de desamparo inicial, Hilflosigkeit, y la reformula a partir de su teoría del desarrollo y de la maduración de tendencias heredadas y posibilitadas por la provisión ambiental, por la dependencia y sostenimiento del medio ambiente facilitador.
El criterio diagnóstico en Winnicott se basa en el tipo de defensa correlativo al grado de maduración alcanzado. Estos criterios, solidarios de su teoría del desarrollo, se acompañan de algunos indicadores clínicos. Cuando el infans se encuentra a merced de las angustias “inconcebibles”: “caer para siempre”, “deshacerse”, “no tener relación con el cuerpo”, “carecer de orientación” por fallos en la etapa de dependencia absoluta, intervienen las defensas primarias. Si éstas gobiernan el proceso, en lugar de “integración” y “personalización” como consecuencia de un buen “sostenimiento” que brinde la posibilidad de vivir la experiencia de “ilusión”, tenemos la despersonalización, la desintegración y la disociación. “Defensas primarias” organizadas activamente frente a las agonías primitivas por estar expuesto ante lo imprevisible en estado de extrema inmadurez. Psicosis remite a la existencia de este tipo de defensas primarias.
La disociación, como defensa primaria, puede dar cuenta de una psicosis esquizofrénica como también de la existencia de cuadros esquizoides subyacentes a una neurosis. Sin embargo, para Winnicott la delimitación diagnóstica no es absoluta, ya que considera que muchas veces la diagnosis se va aclarando, sufre alteraciones. En la clínica, un indicador diagnóstico de estos estados esquizoides es el “sentimiento de futilidad e irrealidad. En el caso del esquizoide la disociación lo aparta de la dependencia y sus vicisitudes y lo deja en su mundo de “objetos subjetivos”, lo que no le permite el “sentirse real”.
En cambio, en el falso self la “disociación” es la defensa ante lo imprevisible de un sostenimiento alternativamente bueno y malo. No hubo respuesta al “gesto espontáneo”. Pudo haber sostenimiento, pero a costa de “acatamiento”. Este fallo impide la ilusión y daña, fundamentalmente, la confianza y la creatividad. Un indicador diagnóstico de falso self es el “sentimiento de futilidad” por imposibilidad de un vivir creador y la ausencia de espontaneidad.
¿Cómo piensa Winnicott la neurosis? Nos hallamos ante la subjetividad que logró un grado de desarrollo que le permite albergar los conflictos inherentes al Complejo de Edipo personal y la angustia de castración descripta por Freud. Ha podido implementar la represión como defensa frente a esta angustia y va a “poder confiar”, instalando una “transferencia” y poseyendo las condiciones para “jugar” en el sentido winnicottiano el “sofisticado juego del siglo XX que es el psicoanálisis”.
Según Winnicott, en las variedades más normales de depresión también estamos ante una subjetividad que logró un desarrollo del ego que le permite albergar conflictos vinculados, en este caso, con la integración, de impulsos destructivos e impulsos amorosos. La madre “medio ambiente”, la de los buenos cuidados, con la “madre objeto” de satisfacción pulsional. Esta es su reformulación de la posición depresiva en Klein. Cabe diferenciar este tipo de depresión, en la que el autor destaca “el valor de la depresión” como índice de un desarrollo logrado, de la “ depresión esquizoide” acompañada de futilidad en la que subyace la disociación.
Diferencias diagnósticas y el quehacer del analista
En los cuadros esquizoides así como en el falso self, hay un asunto que interesa en primera instancia y que se corresponde con el sufrimiento de los fallos primarios y sus defensas. Ese sufrimiento no corresponde a pensamientos inconscientes, no se puede desplegar en el juego asociativo. Lo esencial es la “ausencia de confianza” en la dependencia, la falta de creatividad, de