El fin del dragón. Eduardo Rosalío Hernández Montes
grandes árboles por doquier, gallinas y ovejas rondando la zona, y una gran cantidad de peces nadando en las aguas ligeramente transparentes del lago. Al examinarlo con mayor detenimiento, el hombre queda maravillando ante la belleza natural del mismo y de lo que lo rodea, descubriendo, además de los animales y la vegetación de alrededor, algunos montones de materiales desconocidos, de los cuales reconoce dos que ya había visto presentes en las orillas del río del norte, siendo uno un conjunto de fragmentos pequeños de color amarillo claro que se encuentran por todo el lago, ya sea en las orillas como en la profundidad del mismo; material al que el libro define como “Arena” en cuanto el hombre toma una porción de este con sus manos, mencionando además, después de tomar una mayor cantidad, que con ella podría crear “Dinamita” juntado bastante con pólvora; y “Arenisca”, lo cual parecía ser un bloque de arena compacta; mientras que el otro material está compuesto por fragmentos más grandes que los granos de arena, pero de tonalidades grises y de formas diferentes. Igualmente, gracias al libro, el hombre descubre que este material se trata de “Grava”, la cual no parece servir para crear algún objeto interesante.
Dejando de lado la arena y la grava, el hombre utiliza unos cuantos tablones de madera para crear una nueva mesa de trabajo, pues la otra está en su casa. La coloca en el suelo y se apoya en ella para crear un bote de madera con el que pueda entrar al lago y acercarse al tercer material desconocido que había visto desde la orilla; y para aprovechar la oportunidad, crea también una caña para pescar con el hilo que había conseguido de la araña gigante contra la que se enfrentó hace un tiempo en la cueva, y que tomó de su casa antes de salir, pensando justamente en intentar pescar si es que existía la posibilidad.
Luego de un muy largo tiempo pescando, el hombre piensa que ya es momento de regresar a casa. Así que guarda su caña de pescar junto con los peces que atrapó, los cuales son bastantes para haber sido su primera vez, ya que atraparlos resultó demasiado fácil, pues, solo con ser paciente, estos siempre picaban, incluso sin carnada en el anzuelo. Entre ellos encuentra peces de todo tipo, como “Bacalaos”, “Salmones” e, incluso, “Peces tropicales”, según indica el libro.
Y pensar que hay tal variedad de peces en este único lago.
Y ahora sí, el hombre regresa a casa a tiempo antes de que la noche arribara, con mucha comida y materiales nuevos en sus bolsillos, pero sobre todo con nuevos conocimientos.
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