Nuevos signos de los tiempos. Varios autores
inclusiva y universal que permee a todas sus estructuras. Por ello, los nuevos lugares socioculturales que aparecen hoy necesitan el servicio de una teología pensada desde la presencia y la acción pastoral. Sin esta visión orgánica del quehacer teológico, solo veremos la realidad a través de burbujas artificiales o falsos academicismos, y correremos la triste tentación de repetir los mismos errores del pasado, generando ideas que carecen del contacto personal y cotidiano con los pobres y excluidos de nuestros pueblos y sus culturas.
La dinámica del Encuentro de Boston estuvo presidida por el diálogo. Tras cada conferencia y comunicación programada se concedió mayor importancia a las discusiones abiertas entre todo el grupo, para profundizar sobre aquello que parece más desafiante y decisivo de nuestra época y el modo en que, como Iglesia, estamos respondiendo. En las discusiones primó el discernimiento teológico acerca del paso salvífico de Dios por nuestra historia, por nuestros pueblos y sus culturas, así como también de aquello que se nos opone hoy para que el reinado de Dios y los bienes mesiánicos se hagan presentes.
El Encuentro ha sido un espacio para fomentar el espíritu de colaboración entre facultades e instituciones eclesiásticas, especialmente aquellas confiadas a la Compañía de Jesús. En esta polifonía académica, teológico-pastoral, hemos reunido, de forma inédita, a muchas de las voces más reconocidas de la comunidad teológica latinoamericana, española y latino-estadounidense, para buscar, juntos, el intercambio simbiótico entre las distintas narrativas teológicas y visiones pastorales que existen hoy en Iberoamérica. La teología de la liberación, expuesta por sus fundadores, ha sido el eje estructurador de todo el ambiente de discusión, desde donde han salido otras narrativas como la teología del pueblo, la teología latina en Estados Unidos, las teologías decoloniales y las teologías de las nuevas subjetividades socioculturales que se han venido forjando en estas últimas décadas. Todas ellas han entrado en este diálogo iberoamericano.
La trascendencia de este primer Encuentro no está tanto en la oferta particular de cada ponencia, como en lo que surgió de ellas, en el diálogo inédito que se fue gestando entre los representantes de todas estas narrativas y corrientes teológicas iberoamericanas que se encontraron en la Escuela de Teología y Ministerio del Boston College. Todas estas corrientes encuentran un origen y una génesis común, como es el entendimiento y la puesta en práctica de una opción preferencial de Dios por los pobres y excluidos.
Este primer Encuentro, de otros que seguirán, ha querido contribuir con la primavera eclesial que el papa Francisco ha iniciado, con el fin de superar los modelos de catolicismos apologéticos, cultuales y doctrinarios que han dominado la producción teológica y la vida pastoral durante las décadas precedentes. Por ello, es el momento de pensar en las consecuencias de la pastoralidad de la doctrina en el contexto de una Iglesia en salida que anuncia al Dios misericordioso que se revela en Jesús de Nazaret. Un anuncio que es para todos y todas las personas sin precondiciones morales, religiosas, sociales o políticas algunas que se le antepongan.
En el presente libro invitamos a leer las principales conferencias y comunicaciones presentadas por los participantes. Lamentablemente, no se puede recoger la totalidad de las mismas pues nos encontraríamos con un volumen excesivamente extenso. También invitamos a leer el texto completo de la Declaración de Boston, consensuado y firmado por los teólogos y las teólogas participantes. Los temas que se ofrecen son expresión de un primer intento por discernir los retos que, como comunidad teológica iberoamericana, queremos asumir para construir un imaginario alternativo y superador que pueda servir al bien de las grandes mayorías de nuestra humanidad, que son los pobres y excluidos.
Agradecemos a Boston College que, fiel a la identidad y misión de las universidades confiadas a la Compañía de Jesús, ha asumido el gran reto de profundizar los vínculos con el mundo académico iberoamericano y comprometerse con el proceso de reforma de las mentalidades que lleva adelante el actual pontificado. La Escuela de Teología y Ministerio de Boston College ha hecho suya la llamada que hiciera el padre Pedro Arrupe SJ para proyectar las obras de los jesuitas en torno a la fe y la justicia. Asimismo, ha querido contribuir con el actual superior general, padre Arturo Sosa SJ, en su afán por lograr una mayor colaboración entre las distintas facultades de Teología de las universidades jesuitas a nivel global. Por ello, expresamos nuestro agradecimiento al padre William P. Leahy SJ, presidente del Boston College, quien creyó desde el inicio en este proyecto de impacto internacional, y al decano de la Escuela de Teología y Ministerio, el padre Thomas D. Stegman SJ, cuyo apoyo ha sido esencial para el buen desarrollo del Encuentro. Finalmente agradecemos a la editorial San Pablo la publicación de este texto, que facilitará –sin duda– que lo dicho y expresado en el Encuentro de Boston llegue a la reflexión y praxis de la comunidad íbero-latino-americana.
LUIS ARANGUREN GONZALO
FÉLIX PALAZZI VON BÜREN
Editores
La opción por los pobres y excluidos ante los desafíos de la violencia sistémica: Un horizonte común a partir de la Declaración de Boston
Carlos Mendoza Álvarez OP*
Introducción
A cincuenta años del Documento de Medellín –publicado por los obispos católicos latinoamericanos y caribeños en 1968– la recepción creativa del Evangelio con el impulso del concilio Vaticano II por parte de los pueblos de habla castellana y portuguesa del continente americano se enfrenta a nuevos desafíos epocales1.
En efecto, hablar de la vivencia del Evangelio en los pueblos del continente es hablar de una diversidad cultural y espiritual inconmensurable. Sin embargo, no es extraño que después de cinco siglos de historia compartida todavía podamos plantearnos algunas preguntas en común, por ejemplo: ¿Qué somos hoy los pueblos de esta región del planeta que compartimos una historia común de migraciones y de colonización? ¿Cómo promover nuevas expresiones de aquellas síntesis culturales y religiosas admirables tales como el catolicismo latinoamericano mestizo, reconociendo que también invisibilizaron a los pueblos originarios y a los afrodescendientes?
Una fuente de identidad cultural común a pueblos tan diversos –en constante proceso de migración y nuevos mestizajes culturales en esta región del planeta– fue el cristianismo como horizonte de sentido y matriz cultural en simbiosis con raíces indias, africanas, asiáticas y europeas. El cristianismo fue una religión importada a estas tierras americanas que se impuso a partir del siglo XVI como proceso de aculturación la mayoría de las veces, tornándose luego en cristianismo mestizo, criollo, afro e indio en el período barroco de los dos siglos posteriores. Incluso esa misma fe cristiana colonial, asumida luego por algunos ilustres personajes de rostro americano y criollo, fue el crisol para la independencia política de las naciones del hemisferio en el siglo XIX. Hablamos de un cristianismo en su mayoría católico romano, desde el sur del Río Bravo hasta la Patagonia. Si bien las comunidades cristianas derivadas de la Reforma en el siglo XVI europeo llegaron a este hemisferio por la vía de la migración anglosajona a los Estados Unidos, se expandieron luego por todo el continente en el siglo XIX, junto con un proyecto de occidentalización urbana e industrial a lo largo del siglo XX.
Desde una perspectiva sociológica, la teología de la liberación surgió como primera expresión de la teología latinoamericana moderna, hace ya medio siglo, en el contexto eclesial católico y protestante. Lo hizo en tanto respuesta crítica a la dominación económica y política del capitalismo estadounidense2. La expansión industrial del American way of life en todo el mundo occidental estuvo acompañada por una teología de la prosperidad de cuño calvinista, caracterizada por un mesianismo ideológico que disociaba la justificación por la fe de las prácticas de robo y usura propias del liberalismo. En dicho contexto, la teología de la liberación aparece como una lectura alternativa del cristianismo a partir de la praxis de liberación de los pobres como sujetos de la historia e interlocutores privilegiados del amor de Dios según el testimonio de la Biblia recibido de manera creativa por las Iglesias latinoamericanas