El misterio de la fe. Tadeusz Dajczer
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Índice
Cuando Dios está lo más cerca posible
El sacramento del momento presente
En la búsqueda del Dios escondido
La Eucaristía, engendradora de sacerdotes
Nihil Obstat:
Manuel Aróstegui Esnaola.
Imprimatur:
Joaquín Iniesta Calvo-Zataráin,
Vicario General de Madrid.
Madrid, 28 de mayo de 2015
© SAN PABLO 2016 (Protasio Gómez, 11-15. 28027 Madrid)
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© Padre Boleslaw Szewc, 2009
Título original: Tajemnica wiary. Rozważania o Eucharystii
Traducido por: Ana María Carrizosa de Narváez
Corrección: Mauricio Rubiano Carreño
Distribución: SAN PABLO. División Comercial
Resina, 1. 28021 Madrid
Tel. 917 987 375
E-mail: [email protected]
ISBN: 9788428561952
Depósito legal: M. 10.676-2016
Impreso en Artes Gráficas Gar.Vi. 28970 Humanes (Madrid)
Printed in Spain. Impreso en España
Los textos citados de las Sagradas Escrituras han sido tomados de la Biblia de Jerusalén de Desclée de Brouwer, Bilbao 1976.
Prólogo
CARDENAL STANISLAW DZIWISZ, ARZOBISPO METROPOLITANO DE CRACOVIA
A diferencia de muchos otros libros sobre la Eucaristía, la temática de El misterio de la fe se concentra alrededor de la apertura del hombre a este sacramento, es decir, alrededor de la disposición para recibir las gracias que fluyen de él. La Eucaristía actúa tanto por el poder de Dios mismo (ex opere operato), como también por la cooperación del hombre (ex opere operantis).
La salvación, que ya se consumó en Jesucristo, aún tiene que actualizarse plenamente en cada uno de nosotros. Cristo nuestro Señor se hace verdaderamente presente sobre el altar precisamente para que su obra salvífica se pueda ir realizando en nosotros. El sacramento de la Eucaristía, válido y fructífero, es un acto de Cristo mismo, pero unido al acto del cristiano. Sin la cooperación con la gracia, que conduce al crecimiento de la fe, la santa Comunión no será fructífera.
En los libros que hacen referencia a la Eucaristía, se habla por lo general del acto de Cristo, de la obra que Él mismo realiza por el poder del Espíritu Santo y de las propias palabras pronunciadas por el ministro (ex opere operato). En virtud de estas palabras, Dios vivo se hace presente en el altar. Sin embargo, los frutos de su presencia redentora dependen de la disposición, tanto de aquel que preside, como también de aquel que recibe la Eucaristía (ex opere operantis). Las gracias que fluyen de la presencia real de Cristo no penetran a la fuerza en el interior del hombre. «Estoy a la puerta y llamo», dice Dios (cf Ap 3,20). Él nunca entra sin ser invitado.
Qué hemos de hacer entonces para que el Señor, que viene bajo las formas del pan y del vino, encuentre las puertas abiertas. Qué obstáculos hay que quitar. Precisamente El misterio de la fe, de una manera extraordinariamente profunda y a la vez sencilla, enseña cómo abrirse a la presencia de Dios vivo en el altar y en el sagrario; qué hacer para no oponer resistencia a la gracia.
Hay que estar vacío para ser llenado. Hay que estar hambriento para ser saciado.
El misterio de la fe permite ver si realmente tenemos hambre de Dios, hambre de la Eucaristía. Nos apremia a intentar entablar un contacto más profundo con este sacramento de Fe y Amor. De hecho, este sacramento es siempre Amor de Cristo, que actúa de manera infalible, que desea derramarse sobre el hombre. Pero es tan fácil cerrarse a este Amor. Y, entonces, además de que no recibimos la gracia, puede suceder algo peor, que –como dice san Pablo– al recibir