Fisioterapia para niños/niñas, una propuesta desde el Sur. Aydee Luisa Robayo Torres

Fisioterapia para niños/niñas, una propuesta desde el Sur - Aydee Luisa Robayo Torres


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en cuenta lo anterior y considerando que el movimiento corporal humano es el objeto de estudio del fisioterapeuta, propiciar experiencias de movimiento favorecen la apertura de ese esquema corporal hacia un mundo que, de manera permanente, le está influenciando, ampliando las fronteras que se tienen del propio cuerpo.

      Cabe resaltar que estos planteamientos, muy desde una perspectiva filosófica, no excluyen lo que biológicamente está sucediendo a partir de esas experiencias, de hecho, hay una naturaleza de orden cultural y social que se cruza con la naturaleza biológica y todo lo que diferentes órganos y sistemas están informando a partir de las vivencias con el movimiento. Un ejemplo de ello son las percepciones que los sentidos generan, como cuando se hace una observación; desde lo biológico y funcional se alude a la percepción visual, quizás en términos retinales, activación neuronal en el córtex visual y en las áreas de asociación a nivel cerebral que permiten hacer el reconocimiento de eso que se está observando (color, forma, etc.); no obstante, esto se entrecruza con la evocación de lo que la experiencia perceptiva genera (recuerdos, emociones, sensaciones) que forman parte de la representación subjetiva, es decir, de la percepción (Gallagher y Zahavi, 2014).

      La percepción entonces no es solo una recepción de información, sino que está cargada de interpretación, la cual cambia de acuerdo con el contexto (Gallagher y Zahavi, 2014) y está influenciada tanto por los procesamientos de información que se dan a nivel cerebral, como por los significados derivados de la propia experiencia. Al percibir se tiene una experiencia del cuerpo moviéndose en relación con el objeto que se percibe, pero ese movimiento no es solo desplazamiento, sino que está en relación con la postura corporal, entendida como la manera en que se dispone en el espacio con respecto a eso que se percibe; ahí es donde se enmarca la cinestesia, la cual denota una conciencia del movimiento y de la forma como se posiciona el cuerpo en relación con ese movimiento (Villamizar, 2013).

      La experiencia cinestésica viene a entenderse como la experiencia del movimiento corporal al interactuar con el mundo; sin ella no sería posible el movimiento y no se podría constituir sentido de movimiento alrededor del sujeto. Por esto la cinestesia solo se hace evidente en el movimiento mismo, es una “estructura dinámica de la experiencia” (Villamizar, 2013, p. 39).

      El acompañamiento a la experiencia no es solo la forma en que los diferentes receptores perciben y procesan la información, sino también la forma como se anticipan los movimientos para aproximarse o “navegar” el objeto; el cuerpo facilita ese proceso de aproximación. De esta manera, fomentar el conocimiento del propio cuerpo y la forma de aproximarse al entorno favorece en los niños/niñas su desarrollo corporal, facilita su desenvolvimiento y la exploración (Retamal, Fernández, Barría, Osorio y Rodríguez, 2018), lo que, como se ha mencionado previamente, posibilita el desarrollo de esquemas corporales, el fortalecimiento y la transformación de los ya concebidos.

      En palabras de Buriticá (2014),

      Cuando un infante se desenvuelve sensoriomotrizmente en el ambiente, aprende a manejar su cuerpo, a saber cómo moverse en el entorno: no aprende en qué consiste. Un infante que aún no sabe moverse sólo puede aprender a hacer moviéndose y parece ser un paso necesario en el desarrollo de las capacidades sensoriomotrices y cognitivas del agente, desenvolverse en el ambiente. En la medida en que los esquemas sensoriomotores son configurados en la experiencia y se embeben en el sujeto, se convierten en capacidades corporales. (pp. 41 y 42)

      Como puede observarse, ese favorecimiento del desarrollo en el niño/niña no solo está referido a la experiencia motora propiamente dicha, sino a todos los procesos involucrados en ella, dentro de los que se involucran aquellos asociados con la función cognitiva, de la cual se hablará en el siguiente apartado.

      Función cognitiva y función ejecutiva

      La función cognitiva es un término amplio referido a la capacidad para obtener la información y, a partir de su procesamiento, darle una interpretación y un significado. La función cognitiva requiere del procesamiento y manipulación de la información a nivel mental, a partir de lo cual se adquiere conocimiento. Gracias a una adecuada función cognitiva, un sujeto es capaz de aprender y recordar información, organizar, planear y resolver problemas, emplear el lenguaje, mantener la atención, realizar cálculos y aprender conceptos, entre otros.

      Si se entiende que una de las motivaciones que justifica la presencia de los escolares en las instituciones educativas es el proceso de aprendizaje, es importante considerar que este no solo es la adquisición de conocimiento teórico o nociones conceptuales, sino que también está dado en la experiencia motora, cultural y cognitiva.

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      Fuente: elaboración propia.

      En este sentido, desde lo motor el aprendizaje se manifiesta en los procesos de maduración del movimiento; cuando un movimiento se especializa, se vuelve más fino, más coordinado y es quizás aquí donde más claramente se identifica el papel del fisioterapeuta.

      En relación con lo cultural, ya se ha expuesto cómo el movimiento corporal desde esa perspectiva fenomenológica se manifiesta como un constructo social fruto de la interacción, alimentado por la percepción y facilitado por la experiencia, que dotan de significado ese movimiento y le permiten desplegarse como manifiesto de la herencia cultural y la vivencia subjetiva.

      En cuanto a lo cognitivo, se hace manifiesto en relación con el movimiento, cuando dicho movimiento debe desarrollarse, ajustarse o adaptarse con respecto a los análisis de las condiciones que hace un sujeto. Un ejemplo de ello es cuando un sujeto debe llegar a un lugar específico y se encuentra con un obstáculo para lograrlo, frente a ello, debe analizar la mejor forma de superar el obstáculo para alcanzar el objetivo o tarea (subir encima de él, rodearlo, cambiar de rumbo, etc.), para lo cual debe aludir a la toma de decisiones o, en caso de que haya resuelto problemas similares, recurrirá a su memoria y a lo que esas experiencias previas le hayan permitido aprender, con el fin de resolver el problema y cumplir la tarea motora.

      En consonancia con lo anterior, cuando en un contexto el sujeto no responde automáticamente frente a una situación sino que se regula, corporalmente hablando, para dar una respuesta más acorde con dicho contexto, en otras palabras, su respuesta no es automática sino ajustada a las condiciones del entorno, dicho sujeto debe aludir a su control inhibitorio para no responder automáticamente, y también a su flexibilidad cognitiva para dar una respuesta acorde con el contexto y las condiciones evaluadas.

      En estos ejemplos se evidencia de qué manera, en la experiencia de movimiento, se hace necesario aludir a la función cognitiva para desarrollar tareas motoras y de qué manera esta aporta a ese repertorio cognitivo para alcanzar el logro de dichas tareas. Según Fernandes (citado por Bernal, Escobar, Ocampo y Romero, 2018), se ha encontrado que las habilidades motrices finas son un fuerte predictor de logros en lectura y matemáticas, por lo que el desarrollo motor temprano se asocia con la capacidad cognitiva durante la vida escolar. Frente a lo expuesto, las funciones ejecutivas (FE), como propiedades de la cognición, se convierten en el “vehículo” para el procesamiento de la información y permiten regular y controlar la conducta.

      Las FE son procesos necesarios para el comportamiento dirigido a objetivos y para enfrentar


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