Operación Turia. Roberto Muñoz Bolaños
sin que existan divergencias en el seno de las mismas. Por el contrario, si las Fuerzas Armadas se dividen, la intervención militar puede terminar en fracaso, e incluso acarrear una guerra civil. Eso fue lo que ocurrió en España en 1936.
La existencia de un líder. Es literalmente imposible que una intervención militar, sea en la forma que fuese, alcance el éxito si las Fuerzas Armadas no tienen un líder indiscutido; ya que eso crearía divisiones, tensiones y facciones en el seno de las mismas, debilitando su intervención y provocando su fracaso.
El reconocimiento del nuevo gobierno por, al menos, una gran potencia. Reconocimiento necesario para legitimar la intervención militar y su triunfo en el ámbito internacional.
Estas tres condiciones que justifican el triunfo del intervencionismo militar, no se daban durante el periodo de la Transición, ya que no todos los miembros de las Fuerzas Armadas estaban dispuestos a intervenir en política; tampoco existía un líder indiscutido dentro de las mismas, pues la figura del general Franco lo había impedido, y tampoco los países del bloque occidental, al que España pertenecía, estaban dispuestos a avalar una intervención militar pura que truncase el proceso de democratización que se había iniciado tras la muerte del dictador en 1975.
Para explicar la inexistencia de la primera de las condiciones que hacen posible el triunfo de cualquier intervención militar, es necesario partir de dos hechos: el primero era la propia estructura de las Fuerzas Armadas españolas en 1975, y especialmente la composición de la oficialidad del Ejército español, la más numerosa de las Fuerzas Armadas, y por tanto, la única con capacidad real para poner fin al proceso de reforma política, como demuestra la siguiente tabla (Alto Estado Mayor, 1976):
E. Tierra | Armada | E. Aire | |
Tenientes generales y almirantes | 32 | 15 | 14 |
Generales de división y vicealmirantes | 92 | 24 | 21 |
Generales de brigada y contralmirantes | 204 | 50 | 38 |
TOTAL GENERALES | 328 | 89 | 73 |
Coroneles y capitanes de navío | 1.002 | 297 | 247 |
Tenientes coroneles y capitanes de fragata | 2.556 | 576 | 552 |
Comandantes y capitanes de corbeta | 3.814 | 986 | 1.012 |
TOTAL JEFES | 7.372 | 1.859 | 1.811 |
Capitanes y tenientes de navío | 7.223 | 1.415 | 1.699 |
Tenientes y alféreces de navío | 6.209 | 705 | 1.182 |
Alféreces y alféreces de fragata | 146 | 15 | 20 |
TOTAL OFICIALES | 13.578 | 2.135 | 2.901 |
TOTAL | 21.278 | 4.083 | 4.785 |
Esta fuerza no era homogénea en cuanto a su formación, distinguiéndose en este sentido cuatro grupos perfectamente definidos. El primero, estaba constituido por los generales de Franco, es decir, aquellos militares formados bajo su dirección en la Academia General Militar durante el periodo comprendido entre 1928 y 1930. Miembros de este grupo ocupaban, a la muerte de Franco, los primeros puestos del escalafón militar, y estaban a cargo de la casi totalidad de la capitanías generales, la jefatura del Estado Mayor Central –el cerebro del Ejército– y el Ministerio del Ejército. Su formación castrense había tenido lugar en los últimos años de la monarquía de Alfonso XIII, y los primeros de la República. Habían vivido las tensiones sociales y políticas que había caracterizado a ésta, y, luchado como oficiales de carrera en la Guerra Civil. Conflicto en el que habían resultado vencedores, pero que también había sido una experiencia traumática para ellos, por la destrucción que había traído consigo. Estos hechos, unidos a su avanzada edad, les hacían ser conservadores, y poco amigos de cualquier cambio que supusiese una liberalización del sistema político vigente. Sin embargo, eran hombres obedientes, y poco dispuestos a intervenir en política −salvo excepciones−, si la situación no se consideraba irreversible. A este grupo pertenecía el principal militar de la transición, Manuel Gutiérrez Mellado.
El segundo grupo de oficiales estaba constituido por los hombres que habían entrado en el Ejército, en tiempos de la II República, habían participado en la Guerra Civil y, en muchos casos, en la División Azul. El día de la muerte de Franco, sólo tres militares de este grupo habían alcanzado el grado de teniente general: José Miguel Vega Rodríguez, Pedro Merry Gordon y Carlos Fernández Vallespín. Sin embargo, su avance en los escalafones a lo largo de los primeros años de la Transición, los convertiría en los auténticos protagonistas militares de este periodo. Eran, igual que en el caso anterior, obedientes, conservadores, reacios al cambio, y, salvo contadas excepciones, indiferentes en materia política (apartidistas). Sin embargo, a diferencia de aquéllos, algunos de sus miembros estaban más dispuestos a intervenir en el proceso político, o por lo menos, a exponer en público, sus impresiones sobre las consecuencias de la transición a la democracia. A este grupo pertenecía el teniente general Jaime Milans del Bosch y Ussía.
El tercer grupo lo formaban los llamados alféreces provisionales. Procedían del mundo civil, y habían ingresado en el Ejército durante la guerra. Al final del conflicto, más de diez mil oficiales de este grupo −exactamente diez mil setecientos nueve− se habían incorporado al mismo como profesionales, engrosando los escalafones. Procedentes mayoritariamente de familias de clase media y, en buena medida, de zonas rurales; su formación básica la recibieron entre los 17 y los 20 años, durante la guerra o la inmediata posguerra. De ello en parte deriva el acentuado carácter conservador de este grupo, anticomunista, antiliberal y fuertemente nacionalista, lo que les convirtió en los más firmes defensores de las esencias del régimen franquista. Esto se hizo patente, a partir de 1958, con la creación de la Hermandad de Alféreces Provisionales, que agrupaba tanto a civiles como a militares que no estaban dispuestos a tolerar lo que ellos consideraban la perversión del régimen por la política tecnocrática del Opus Dei. Eran, por tanto, el grupo de oficiales más ideologizados y franquistas. Sin embargo, al igual que en los dos casos anteriores, se habían acostumbrado a obedecer, sin discutir, cualquier orden emanada del Gobierno. A este grupo pertenecía el general de división Alfonso Armada y Comyn.
El cuarto grupo estaba constituido por los oficiales de la Academia General Militar, formados a partir de 1941. No era un colectivo homogéneo. El historiador Fernando Puell lo divide a su vez en tres subgrupos. El primero estaría formado por las promociones comprendidas entre 1942 y 1951. Ideológicamente se aproximaban a los alféreces provisionales, de los que les separaba su superior preparación técnica y profesional, rasgo que aireaban para marcar distancias con ellos. A este grupo pertenecía el teniente coronel de la guardia civil Antonio Tejero Molina.
El segundo subgrupo, comprendido por las promociones de 1952 a 1963, componía un conjunto peculiar, muy atípico en un régimen autoritario, debido a que nadie se preocupó de formarles ideológicamente durante su educación castrense. Se les exigió estudiar táctica, tiro, topografía, etc., pero, se les permitió cultivar la mente de forma más libre. A este grupo pertenecía el comandante de Infantería diplomado de Estado Mayor José Luis Cortina Prieto.
Por último, el quinto de los grupos que venimos analizando es el integrado por las promociones formadas entre 1964 y 1975 eran fuertemente franquistas, gracias a la labor del entonces general de brigada de Infantería Carlos Iniesta Cano, director del centro, que creó unos ciclos de conferencias, para que los más importantes ideólogos del franquismo (Jesús Fueyo y Blas Piñar, entre otros), adoctrinasen a los cadetes. Valga de ejemplo la descripción que realizan el sociólogo Julio Busquets y el historiador Miguel Ángel Losada sobre el adoctrinamiento de la oficialidad en los años 1970-1973, momentos en los que se impone en las Fuerzas Armadas el criterio del sector más conservador. Sin embargo, dada la edad y el grado de sus miembros -tenientes y capitanes-, era, sin duda, el menos importante de los subgrupos del Ejército.
El segundo hecho que acaba con la unidad corporativa de las Fuerzas Armadas será la política militar de Gutiérrez Mellado, como veremos más adelante.
No obstante, a pesar de las diferencias existentes entre los diferentes grupos de oficiales del Ejército, en cada uno de ellos −especialmente entre los formados durante la república, los alféreces provisionales, y el primer subgrupo de la Academia General Militar−, existían oficiales más activos políticamente que sus compañeros, e incluso con más