Informe de las Visitaciones Episcopal y Apostólica 1949-1953. P. Eduardo Aguirre C.

Informe de las Visitaciones Episcopal y Apostólica 1949-1953 - P. Eduardo Aguirre C.


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para el padre, con el padre, en el padre, a quien ellas le desean un similar milagro, pero por sus hijas, para sus hijas, con sus hijas, en sus hijas. Todas estas formulaciones son ensayos, intentan aproximarse a un proceso de vida que es difícil de explicar con palabras y tiende a sustraerse del análisis psicológico. Consiste fundamentalmente en una entrega sencilla, libre, sincera, y a la vez fuerte, creativa y mutua, de causas segundas humanas. Una entrega que se ajusta a las leyes de la transferencia y traspaso orgánicos y se corresponde, en todos sus detalles, con los planes de gobierno de Dios. Una entrega que resulta extraña a los tiempos que corren, tiempos sin raíces ni estabilidad, con un organismo de vinculaciones destruido o bien enfermo, y una lascivia emponzoñada y ponzoñosa que todo lo ensucia. La provincia de Nazaret fue la que más se acercó al histórico acontecimiento del 20.1.42. Ésta es la primera comprobación…” (pág. 28).

      Una segunda comprobación: El seguimiento y la incorporación expresada mediante la consagración “trasciende el marco de la vida habitual de una familia natural y religiosa”: Cabeza y Fundador de la Familia son idénticos. Pero eso no es todo: “Aquí las líneas parecen perderse en lo inconcebible, lo nebuloso. Faltan o fallan los puntos de comparación usuales. Corremos el peligro de abandonar el sano terreno de una fe sobria, terreno que ha demostrado su bondad, y emprender caminos incontrolables de falsa mística, y de ese modo cavarnos la fosa. Pero sólo parece ser así; la realidad es muy distinta. Se trata de una brillante y recta continuación de ideas clásicas y una exhaustiva interpretación y aplicación de nuestra antigua idea directriz: Ordo essendi est ordo agendi” (pág. 29) “Otra faceta del mismo problema: asociación e incorporación” (pág. 30) “Una mera asociación o asemejamiento no exige ni genera vinculación interior… dos formas individuales de un mismo tipo... una mera yuxtaposición y no una dependencia más profunda e interior… solamente… a modo de una causa exemplaris. Pero la incorporación va más allá… no se da por satisfecha con formas exteriores, con un orientarse el uno por el otro, con la comparación y la copia. Más bien impulsa hacia una dependencia y adhesión más profunda…” (pág. 30).

      Referencia a la asociación y a la incorporación en el campo político. Esta última significa hegemonía y relación de vasallo; la primera, no. Simple Inscriptio es asociación, pero no necesariamente incorporación. Porque ésta significa además: “Para ambas partes, que han hecho la Inscriptio hace mucho tiempo, la acción es acción de Inscriptio, acción externa de alto grado, acrisolada y sobria, una prueba de integridad y confiabilidad que ha sido preparada por pruebas similares, igualmente duras. Llamamos a esa acción una acción de alto grado” (pág. 31). Comparación con la entrega del Salvador, que alcanzó en la cruz su punto culminante exterior: “El 20 de enero puede ser considerado de manera similar” (pág. 32). Su preparación: la Cabeza padeció calabozo oscuro y cárcel; los miembros de entonces, incertidumbre. Testimonio: “Cartas del Carmelo”. “Siempre y en todo lugar se percibe la misma preocupación: Estamos en peligro de ser héroes de frases hechas. Nos embriagamos de grandes palabras y jugamos con fantasías. Pero a través de la vida de hoy, Dios exige en la cotidianidad hechos realistas, contundentes, como prueba de la integridad y sobriedad del Poder en Blanco y de la Inscriptio”: Aquí, en la prisión y campo de concentración, “allí, en la vida diaria, en las diferentes áreas de trabajo” (pág. 35). Ejemplos: poemas, cartas y el “Espejo del Pastor” … “Él exige que la persona viva el poder en Blanco y la Inscriptio en las cosas más humildes” (pág. 35) … “Ahora sabemos cómo es la perfecta asociación al 20.1.42… Pero nosotros no nos contentamos con ello. Seguimos avanzando. Queremos también incorporarnos perfectamente (pág. 39).

      El PK plantea la pregunta sobre la esencia y funciones de esa incorporación, pero no la responde. La respuesta debía ofrecerse en una continuación de esta carta sobre el 20 de enero. Pero es muy dudoso que tal continuación venga alguna vez. El P. Kastner opina que no vendrá nunca. Se tiene casi la impresión de que es como si el PK no tuviese claridad sobre en qué consiste realmente la diferencia fundamental entre asociación e incorporación. Quizás jamás habría opinado de esa manera en dicha cuestión si el P. Menningen no lo hubiese urgido a ello. De todos los miembros de la “mesa redonda”, el P. Menningen es probablemente quien sea más capaz de sentir como suyas las reflexiones del PK. Es posible entonces que en este caso el P. Menningen efectivamente proyectara en el PK una pregunta que él mismo se planteaba.

      Las conferencias y también las cartas del PK , tal como se lo acentuara de diferentes maneras en Schoenstatt, no son reflexiones meditadas y redactadas en el escritorio, sino desarrolladas a modo de “diálogo” con sus interlocutores. El PK sabe “detectar” magistralmente las reacciones de sus interlocutores a sus palabras cuando él las pronuncia, pero también cuando las escribe estando muy lejos.

      Al preguntársele su opinión sobre la diferencia entre asociación e incorporación, el P. Menningen dijo que, a su entender, la “incorporación” supone, más allá de una “asociación”, una vinculación interior de la Familia con su Padre. El P. Köster, con el cual conversé sobre esta cuestión, dijo más o menos lo siguiente: Evidentemente la incorporación no puede agregar nada fundamentalmente nuevo a la asociación. Más bien ella ve encarnado en la persona del PK, en virtud de su heroica actitud del 20.1.42, el espíritu de Inscriptio al cual deben aspirar todos (y ello a modo de resonancia, ciertamente no consciente y deliberada, de la concepción platónica de la encarnación de las ideas).

      En lo atinente a la serie de peligros ligados al sistema schoenstattiano (véase más arriba, pág. 7), en este punto no existe acuerdo entre los colaboradores más estrechos del PK. Mientras que el P. Menningen, en su calidad de “otro yo” (por así decirlo) del PK, se esfuerza meticulosamente en defender como absolutamente correcta e irreprochable la totalidad, no sólo en la teoría sino también en sus consecuencias prácticas, hasta en sus mínimos detalles, los dos representantes de la Facultad de Teología, el P. Köster, especialista en dogmática, y más aun el P. Möhler, rector, se hallan en una cierta oposición al PK, mientras que el P. Kastner asume una posición intermedia.

      La postura del P. Menningen queda caracterizada con mayor detalle en una carta que me enviara luego de la conclusión de la visitación canónica, con fecha 7.3.49. Después de disculparse de que “durante el transcurso de la visitación hubiese asumido tan frecuentemente una actitud defensiva en las cuestiones tratadas”, continúa: “Quizás se tenga la impresión de que nos cerramos a las objeciones e instrucciones que se nos presentaron y dieron, aun cuando proviniesen del representante de la Iglesia oficial. La razón de por qué me siento urgido a defender las ideas, expresiones y procedimiento pedagógico del PK, sin menoscabo de la competencia de la autoridad eclesiástica, competencia de validez definitiva, no radica sólo en la convicción personal de la rectitud de la materia puesta en tela de juicio. Radica aun más en la visión providencialista de su persona y de la misión de su vida. Seguramente también yo percibo a menudo la osadía de sus concepciones, lo inusitado de ciertas expresiones suyas y la audacia en la aplicación de principios pedagógicos. Sin embargo a lo largo de casi cuarenta años de colaborar con él, he descubierto en él un hombre de Dios cuya visión profética se anticipa al curso de los tiempos. Así pues para mí está siempre la presunción de que es la acción de Dios la que me interpela cuando él enseña y decide como Cabeza de la Familia de Schoenstatt. Si alguna vez pareciera acontecer lo contrario, entonces haría falta (al menos para mí) una demostración fehaciente. Por eso me resulta difícil, en esta obediencia iluminada por la fe, dejar aparte opiniones y sentimientos personales, o incluso hacer un sacrificium gustus…No quiero negar que la estrecha vinculación a su persona, que se extiende desde los días de mi juventud, ha facilitado no poco la disposición a la obediencia, disposición sostenida en la fe. También comprendo bien que algunos de mis hermanos palotinos lleguen a pensar que a veces el corazón arrastra a la razón. Tampoco le tomo a mal a nadie que crea no poder ahondar tanto su actitud de obediencia voluntaria y ascética como lo hago yo en mi caso…”

      Al expresarle al P. Menningen mis dudas sobre el uso de una terminología fijada claramente como terminología sagrada (Schoenstatt = Iglesia en pequeño; Cabeza y miembros; “per ipsum et cum ipso et in ipso”; Sagradas Escrituras y su interpretación; Gólgota y sacrificio de la cruz; “fe en Schoenstatt”; carácter sobrenatural de la Obra de Schoenstatt, etc.), señaló


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