Por una Constitución Ecológica. Ezio Costa Cordella

Por una Constitución Ecológica - Ezio Costa Cordella


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       27. Buscando el buen vivir

       28. La valoración del cuidado

       29. Hacia un nuevo modelo económico de desarrollo

       VIII. Reflexiones finales

       Notas

      Para Victoria, con amor

      y para Aurora, con esperanza

      Agradecimientos

      Las ideas que se desarrollan en este libro son de muchas personas. Son de todos y todas quienes se han preocupado por la protección ambiental y desde sus distintas labores y espacios han ido aportando al desarrollo del movimiento ambiental.

      Son, además, fruto de varias reflexiones colectivas en las que he podido participar desde al menos el año 2004, pero con mucha mayor intensidad desde la revuelta de octubre de 2019. Ahí comenzamos (las organizaciones, defensores y defensoras ambientales) a conversar sobre el tema en cabildos, asambleas, charlas, talleres, etc.

      Por último, y aunque mi participación en esto fue mucho menor, también se formó una “Red por el Constitucionalismo Ecológico”, en la que académicos y académicas de diversas disciplinas y ciencias vertieron sus ideas y conceptos para lograr una Constitución Ecológica.

      Pero le debo especiales agradecimientos a Sofía Rivera, quien colaboró directamente conmigo en todo el trabajo de este libro; a Aurora Coddou, quien contribuyó en la narración de algunas de las historias que se contienen en esta obra, y a Javier Simonetti y Gabriela Burdiles, quienes obraron como revisores, haciendo un trabajo lleno de cariño y profesionalismo.

      Todos los errores que contenga esta obra son de mi responsabilidad. Todos los aportes son gracias al esfuerzo colectivo.

      –

      1 La propuesta de SCAC es posible de leer en: https://www.porlaaccionclimatica.cl/wp-content/uploads/2021/02/PROPUESTAS-DE-LA-SOCIEDAD-CIVIL-POR-LA-ACCION-CLIMATICA-PARA-UNA-CONSTITUCION-ECOLOGICA.pdf.

      2 La propuesta de ONG FIMA es posible de leer en https://www.fima.cl/wordpress/ wp-content/uploads/2020/11/BASES-PARA-UNA-CONSTITUCIO%CC%81N- ECOLO%CC%81GICA-v.-25.11.20-1.pdf.

      3 Disponible en: https://www.youtube.com/playlist?list=PLR9Zz6s4WhfHSRxJL5y6_ObQC4qIq2Hme.

      4 Disponible en: https://open.spotify.com/show/3dls2oo9q9j5cYoptp7T4D?si=j1maN24QSieo5uHoi3TsAA&dl_branch=1.

      I. Introducción

      Mientras escribo estas páginas, nos encontramos en un proceso constituyente que es esencial para los pueblos de Chile, y que puede también ser un hito significativo a nivel global. Es uno de los primeros procesos constituyentes en medio del reconocimiento abierto de la crisis climática y ecológica, la que no solo nos amenaza hacia el futuro, sino que ya nos está dañando en la actualidad.

      La reciente pandemia del Covid-19 no hace otra cosa que confirmar lo anterior. El auge de este nuevo virus está asociado a la zoonosis; vale decir, la transmisión de animales a personas. Ese contagio se hace más común en la medida en que se van destruyendo los hábitats en que animales y otras formas de vida se desarrollan.

      Mientras tanto, la sequía que se prolonga hace 10 años en la zona central de Chile es, probablemente, la nueva realidad para este sector del país, siendo incluso esperable que empeore si la temperatura promedio a nivel global sigue subiendo por el cambio climático y los glaciares aceleran su derretimiento. Entre los factores de vulnerabilidad de Chile frente a la crisis climática, precisamente, está la manera en que nos proveemos de agua, que junto a otros 6 factores similares nos hacen tener 7 de las 9 condiciones de vulnerabilidad reconocidas internacionalmente.1

      Para empeorar la situación, tenemos una economía basada en la extracción de materias primas y con ello contribuimos más a la destrucción de los ecosistemas que necesitamos para soportar el cambio climático y para adaptarnos. Siguiendo este camino, no solo nos haremos más pobres, sino que además los medios que tenemos para enfrentarlo se harán más escasos. Necesitamos cambios radicales en nuestra relación con la naturaleza y en las estructuras que la gobiernan.

      Esos cambios están, además, vinculados de manera profunda con los cambios sociales que el país ha demandado. La desigualdad social, en clave ambiental, nos muestra imágenes impresentables, como las verdes laderas de cerros coronando a valles completamente secos y llenos de animales muertos, o los colegios que suspenden sus clases para que los niños no se contaminen al asistir mientras las chimeneas de las industrias circundantes siguen emitiendo los gases que los enferman.

      Algo similar sucede en relación con la desigual distribución del riesgo, pues mientras una mayoría de personas en situaciones económicas vulnerables se ven también expuestas a mayores riesgos socioeconómicos y ambientales que son producto de la crisis climática, unos pocos privilegiados tienen las herramientas para sortear ese riesgo sin daños. Quienes tienen esos privilegios, además, han sido en general quienes más han contribuido a crear la crisis.

      Pensemos en una persona que trabaja para la agricultura en la región de Valparaíso y que, ganando un poco más del mínimo, mantiene a su familia. Es posible que esa persona habite en una construcción más o menos ligera, en zonas de riesgo como son cerca de la costa o de quebradas que están en riesgo de aludes o de incendios forestales, como sucede anualmente con algunos cerros de Valparaíso. Viviendo allí su vida está en riesgo. Aunque no viva ahí, de todas maneras su trabajo está


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