Россия и Европейский Союз в 2011–2014 годах. В поисках партнёрских отношений V. Том 2. М. Л. Энтин
verdad, la asociación estratégica tampoco funcionó bien. Nadie y nunca pudo conocer qué tipo de compromisos estratégicos mutuos asumían los socios estratégicos y qué cosa era el partenariado estratégico como tal. Pero la consigna proclamada no aminoró las críticas al Kremlin, ni las divergencias profundas ni la feroz competencia.
Las partes no tardaron en proponer lo nuevo: la formación de los espacios comunes en el campo de la economía, la seguridad exterior e interior, la ciencia y la educación. Más tarde con estos fines fueron adoptadas las hojas de ruta de su construcción y formación.
Pero a las hojas de ruta se les atribuyó un carácter no vinculante. La abstracción de espacios comunes no se llenó en gran parte con un contenido concreto. A pesar de varios éxitos locales, nada cambió significativamente después de emprenderse su construcción. O sea, el resultado es de siempre.
Cuando los interminables discursos sobre los espacios comunes y las hojas de ruta fastidiaron hasta la coronilla, las partes inventaron una cosa de moda. Presentaron la iniciativa del “Partenariado para la modernización”, la que fue discutida en la Cumbre de Estocolmo y adoptada seis meses después en la Reunión Cumbre de Rostov del Don. Luego se dedicaron a componer un plan de trabajo renovable regularmente para materializar la iniciativa.
Suena muy hermoso, es indudable. Está de moda, es impactante y actual. Además, responde a las exigencias reales de desarrollo de las relaciones entre Rusia y la Unión Europea. Aunque las anteriores tampoco sonaban mal. Al mismo tiempo, presentaban una visión clara de cómo tendría que ser su futuro común.
De tal modo, lo principal es tomar en cuenta los errores del pasado y no aceptar la iniciativa como consigna, sino una tarea concreta a realizar. Pues, es de reconocer, es mucho más constructiva.
Libro de cocina para los políticos
Contiene todo lo necesario para abordar al fin de cuentas la resolución práctica de los problemas que preocupan a Rusia y la UE, a nuestros pueblos, la sociedad europea. Incluye todas las recetas que se necesitan. Como en un buen libro de recetas, que si uno las cumple puede convertirse en un excelente culinario.
En Rusia prácticamente en cada hogar se guarda el Libro de comida saludable y útil editado por primera vez en los años 50 del siglo pasado. No conozco otro libro de cocina que sea mejor. Es sencillo, refinado, comprensible, práctico. Con su ayuda uno puede preparar cualquier plato sabroso: entremeses, primer plato, segundo plato y el postre. Lo único que se requiere son las ganas. El “Partenariado para la modernización” se parece mucho a ese Libro.
La iniciativa y el plan de trabajo de su realización no rompen nada. Nada abolen. Nada borran. Son continuación de las hojas de ruta de la formación de espacios comunes y proponen hacer más exitosos los mecanismos y las estructuras organizativas creados para su materialización.
Las ventajas del “Partenariado para la modernización” son, como mínimo, varias. Primero, ofrecen la lectura más actualizada del contenido de las relaciones entre Rusia y la UE y de las necesidades a las que deberían responder.
Segundo, priorizan las tareas a las que Moscú y Bruselas deberían dedicarse.
Tercero, orientan hacia el logro del resultado concreto necesario a la sociedad, el Estado y el negocio en los plazos establecidos.
Cuarto, permiten construir un techo común para albergar diferentes programas, proyectos y líneas de la actividad.
Quinto, es ventajoso para Rusia y la UE. Con su ayuda es posible plantear y resolver tareas del mejoramiento de la competitividad de Europa en general.
Sexto, es formidablemente concreto. No da cabida a las abstracciones y consignas (¡ojalá!).
El “Partenariado para la modernización” contiene todo lo principal. La plasmación de la iniciativa permitirá concluir el proceso de la incorporación de Rusia en la economía global. Por ello, las conversaciones sobre la pronta formalización de la adhesión de Rusia a la OMC se convierten en uno de los elementos del plan de acción para llevarla a cabo.
El “Partenariado para la modernización” orienta al trabajo conjunto para el paso de Rusia a la vía de la “economía verde”. Por consiguiente, el hincapié particular en el plan de trabajo se hace en la colaboración en el sector energético: el ahorro energético, el uso activo de las fuentes renovables de la energía, las producciones y tecnologías concretas o la proyección conjunta de desarrollo del sector hasta el año 2050.
El “Partenariado para la modernización” apoya la realización de los proyectos industriales e innovadores de grandes dimensiones mutuamente beneficiosos importantes a los que Rusia, la UE y sus Estados miembros prestan una especial atención. Entre ellos, el lanzamiento de los vehículos espaciales rusos del cosmodromo francés en el ecuador, el acoplamiento de los sistemas espaciales de posicionamiento diseñados en Rusia y la Unión Europea, etc.
El “Partenariado para la modernización” incluye la renovación tecnológica de muchos sectores de la producción industrial que la dirección rusa considera como los campos posibles de la especialización de la economía nacional. Entre ellos, la farmacéutica, las nanotecnologías, empresas de construcción de maquinaria, etc.
La iniciativa supone el desarrollo de la cooperación en el perfeccionamiento de los diferentes sistemas de gestión: la optimación de los sistemas tecnológicos, del mercado de trabajo, apoyo a las pymes y el acceso a la información o reciclaje del personal.
No se le escapan los temas del perfeccionamiento de las estructuras públicas e instituciones de la sociedad civil. En el plan de trabajo se mencionan muchos proyectos significativos incluyendo la reforma del sistema judicial, la lucha contra la corrupción, el fomento de los contactos entre las personas, etc.
De tal modo, el potencial es enorme. Todo va a depender en qué grado la realización de este potencial se podrá ponerla al servicio de la sociedad y convertir en el instrumento de acercamiento de Rusia, la CEI y sus estados miembros.
Formateo del problema eterno:
en vez de ¿qué hacer? ¿cómo hacer?
Para la historia rusa son tradicionales dos preguntas: quién es el culpable y qué hacer. La iniciativa del “Partenariado para la modernización” da la respuesta a la más importantes de ellas en lo que se refiere a la agenda de relaciones entre Rusia, la UE y sus estados miembros. Y lo hace de una manera pluriforme, diversificada y convincente.
Pero han llegado los nuevos tiempos. La pregunta qué hacer ya ha dejado de ser autosuficiente. Sirve como preludio de los más complejo e inunívoco: cómo hacer. Pero la iniciativa y el plan de trabajo no dan respuesta a ella. Es una gran insuficiencia del “Partenariado para la modernización”. Es su defecto innato. Es posible que sea un error cometido por sus artífices.
Ni la renovación de la base jurídica de la asociación y la cooperación entre Rusia, la UE y sus estados miembros, ni la formalización del “Partenariado para la modernización” están previstas en esa iniciativa. Se prevé que serán implementadas en cierta medida en un nuevo acuerdo básico. Pero sus perspectivas son indefinidas. Además, el Kremlin apuesta por una variante limitada del acuerdo en el que muchos elementos de principio de carácter regulatorio sean omitidos. La práctica muestra que si están ausentes el acercamiento y la armonización de la legislación y la práctica jurídica y si no se usan los métodos obligatorios y vinculantes, la cooperación no se da, la asociación no se construye.
Fue designado como responsable por el plan de trabajo de la realización de la iniciativa el Ministerio de Desarrollo Económico. Está generalizando las solicitudes de otras entidades públicas y el negocio, acuerda las posiciones con la Comisión Europea y realiza la coordinación. Pero no quiere ni puede hacer frente a los grupos de presión sectoriales. No se dedica a marcar prioridades internas. No dispone de herramientas analíticas. Las funciones de control las ejerce ocasionalmente. No está vinculado directamente con la ejecución del plan. Como resultado el plan de trabajo se convierte en una combinación variopinta de programas y proyectos heterogéneos, de diferentes niveles, no interrelacionados, incomparables.
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