El fantasma de Gogol. Lana Ignatieva

El fantasma de Gogol - Lana Ignatieva


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un anti-alcohol extraño, era una especie de pan salado. Era rebelde por naturaleza, pero no me acercaba demasiado a la gente. Mi cabeza seguía ahí, mi cuerpo estaba girado hacia un lado.

      – ¿Y el hecho de que las paredes del ataúd estuvieran rayadas?

      – Bueno, así es, me enterraron vivo.

      – ¿Por qué nunca ha tenido propiedades?

      – Viví de visitante todo el tiempo; no tuve tiempo para hacer esto”. Y en el extranjero siempre me ayudó una dama de honor, Smirnova, su familia y el Sr. Alexei Tolstoi apoyaron a mí y a mi historia. Tolstoi me cuidó y aprecié la cocina de su esposa. No podía imaginarme como Tolstoi, con un montón de niños.

      – Le escribiste muchas cartas a Tolstoi. ¿Cuál es fue mas importante para usted?

      – La penúltima carta, la escribí en invierno.

      – ¿Que leíste?

      – Cuando era bibliotecario, había una base de libros, leía todo, bíblico, secular, depravado, así que desarrollé un vocabulario. En nuestro tiempo, este era el conocimiento de la letra inicial.

      – ¿Qué tipo de música te gustaba?

      – Sinfónica, con timbales.

      – ¿Por qué no admitiste entonces que Alov era tu seudónimo?

      – Estaba relacionado con la religión.

      EL CEMENTERIO

      Fui al cementerio Novodevichy al día siguiente, durante el día escuchaba todo el tiempo: “Oh, cómo quiero dulce”. No fue difícil encontrar el segundo tramo, pero tuve que buscar la fila 12 y la encontré por tercera vez. La puerta estaba abierto en la tumba de Gogol, es fue una lápida enorme con una cruz dorada. Inmediatamente llama la atención que muchas personas visitan y veneran a Gogol especialmente en nuestros tiempos difíciles. Una pensionista extraña, Tatyana de Mytishchi, me siguió y no me permitió estar solo para escuchar la oración de Gogol. Ella me hizo muchas preguntas, por ejemplo, cómo se llama Gogol.

      – ¿Por qué necesitas a Gogol?

      – Una amiga me dijo que ella va a menudo a Gogol y él la ayudaba, me torcí el tobillo antes del Año Nuevo. ¿Me llevarás a la tumba de Tolstoi?

      No respondí de buena gana a todas sus preguntas, la llevé a la tumba de Tolstoi, a un par de filas de distancia. Interesante observación: la tumba de Gogol es una de las más visitadas. Me sorprendió gratamente. Flores, lámparas, un icono, había algo escrito en la lápida, no pude verlo porque había hielo. Puse los lirios del valle sobre la nieve, al lado de esa famosa y mística lápida, puse un tarro de mermelada de cereza sin tapa, puse unos caramelos, unas trufas, unos dátiles.

      Tatiana que parecía tener hambre, dijo: "¿Por qué haces eso, será mejor que se lo des a alguien”?

      Tuve la sensación de que se iba a llevar todo lo que había traído, así que me quedé allí hasta que se fue. Y después fui al monasterio Novodevichy y encargué un cuadragésimo servicio por el descanso de Gogol..

      ESCENA II

      – ¿Te comiste la mermelada que te traje ayer?

      – No estaba solo, tuvimos un festín”.

      – ¿Un festín?

      – Sí.

      – ¿Quién más estaba contigo?

      – Hay dos más a mi lado, así que nos reunimos, los tres nos juntaríamos.

      – ¿Estaba rica la mermelada?

      – Delicioso, preferiría de cornejo, pero también de cerezo es vale.

      – La última vez dijiste que mucha gente mágica viene a tu tumba, ¿qué te piden?

      – Resuelven los problemas habituales de la vida, quieren que se castigue a alguien y al contrario que no se castigue a nadie. Vienen muchas personas que están demandan.

      – ¿Están demandando?

      – Aunque no es por eso que estoy en la dirección. Pero por alguna razón ellos creen que puedo, se están pasando algo.

      – ¿Qué puedes hacer entonces, en qué dirección?

      – Puedo escribir.

      – Hay muchas ficciones sobre Mikhail Bulgakov, lo cual es cierto, no lo entenderás. ¿Por qué Bulgakov continúa sus historias después de su muerte, él no está en nuestro mundo, pero está allí? El rompió su primero manuscrito de la novela “El Maestro y Margarita” y parcialmente quemado, ¿es cierto que viniste a Bulgakov tres veces?

      – No, hablábamos con él mucho más a menudo.

      – ¿Estaba Bulgákov en trance cuando habló con usted?

      – No, me habló de la misma manera que me hablas ahora.

      – Entonces, ¿viniste tú mismo a Bulgakov?

      – No tuve elección, porque él había los obras y era necesario que fueran publicadas, para dar historias y escríbelas, pero no te diré cuáles..

      – Fue más difícil para él que para mí”. Fue más fácil para mí porque que yo era un bufón de la corte, pero él no era un bufón.

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