Retrato de la Lozana Andaluza. Francisco Delicado
este monte de Vénus está muy alto; vuestro peligro está señalado en Saturno, de una prision, en el monte de la luna, peligro por mar.
Rampin. Caminar por do va el buey.
Loz. Mostrá esotra mano.
Ramp. ¿Qué quereis ver? que mi ventura ya la sé: decíme vos, ¿dónde dormiré esta noche?
Loz. ¿Dónde? Donde no soñastes.
Ramp. No sea en la prision y venga lo que viniere.
Loz. Señora, este vuestro hijo más es venturoso que no pensais; ¿qué edad tiene?
Nap. De diez años le sacamos los bracicos y tomó fuerza en los lomos.
Loz. Suplicos que le deis licencia que vaya comigo y me muestre esta cibdad.
Nap. Sí hará, que es muy servidor de quien lo merece; andá, meteos esa camisa y serví á esa señora honrada.
MAMOTRETO XII
Cómo Rampin le va mostrando la cibdad y le da ella un ducado que busque donde cenen y duerman, y lo que pasaron con una lavandera.
Loz. Pues hacé una cosa, mi hijo, que por do fuésemos, que me digais cada cosa qué es y cómo se llaman las calles.
Ramp. Ésta es la Ceca do se hace la moneda, y por aquí se va á Campo de Flor y al Coliseo, y acá es el puente, y éstos son los banqueros.
Loz. ¡Ay, ay! no querria que me conosciesen, porque siempre fuí mirada.
Ramp. Vení por acá y mirá; aquí se venden munchas cosas, y lo mejor que en Roma y fuera de Roma nace se trae aquí.
Loz. Por tu vida que tomes este ducado y que compres lo mejor que te paresciere, que aquí jardin me parece más que otra cosa.
Ramp. Pues adelante lo veréis.
Loz. ¿Qué me dices? por tu vida que compres aquellas tres perdices que cenemos.
Ramp. ¿Cuáles? ¿aquéstas? Astarnas son, que el otro dia me dieron á comer de una en casa de una cortesana, que mi madre fué á quitar las cejas y yo le llevé los afeites.
Loz. ¿Y dó vive?
Ramp. Aquí abaxo, que por allí habemos de pasar.
Loz. Pues todo eso quiero que me mostreis.
Ramp. Sí haré.
Loz. Quiero que vos seais mi hijo, y dormiréis comigo; y mirá no me lo hagais, que ese bozo dencima demuestra que no sois capon.
Ramp. Si vos me probásedes, no sería capon.
Loz. ¿Por mi vida? Hi, hi; pues comprá de aquellas hostias un par de julios, y acordá dónde irémos á dormir.
Ramp. En casa de una mi tia.
Loz. ¿Y vuestra madre?
Ramp. Que la quemen.
Loz. Llevemos un cardo.
Ramp. Son todos grandes.
Loz. ¿Pues qué se nos da? cueste lo que costáre, que, como dicen, ayunar ó comer trucha.
Ramp. Por esta calle hallarémos tantas cortesanas juntas como colmenas.
Loz. ¿Y cuáles son?
Ramp. Ya las verémos á las gelosías; aquí se dice el Viso, más arriba vereis munchas más.
Loz. ¿Quién es éste? ¿es el Obispo de Córdoba?
Ramp. Ansí viva mi padre es un obispo espigacensis de mala muerte.
Loz. Más triunfo lleva un mameluco.
Ramp. Los cardenales son aquí como los mamelucos.
Loz. Aquéllos se hacen adorar.
Ramp. Y éstos tambien.
Loz. Gran soberbia llevan.
Ramp. El año de veinte y siete me lo dirán.
Loz. Por ellos padecerémos todos.
Ramp. Mal de munchos gozo es; alzá los ojos arriba, y veréis la manifatura de Dios en la señora Clarina, allí me mirá vos, aquélla es gentil mujer.
Loz. Hermano, hermosura en puta, y fuerza en badajo.
Ramp. Mirá esta otra.
Loz. Que presente para triunfar; por eso se dixo: ¿Quién te hizo puta? el vino y la fruta.
Ramp. Es favorida de un perlado; aquí mora la galan portuguesa.
Loz. ¿Quién es? ¿amiga de algun ginoves?
Ramp. Mi agüelo es mi pariente, de ciento y otros veinte.
Loz. ¿Y quién es aquella handorra que va con sombrero tapada, que va culeando y dos mozas lleva?
Ramp. ¿Esa? cualque cortesanilla por ahí; mirá qué otra quinada dellas van por allá, que parescen enxambre, y los galanes tras ellas; á estas horas salen ellas desfrazadas.
Loz. ¿Y dó van?
Ramp. A perdones.
Loz. ¿Sí? por demas lo tenian: ¿putas y perdoneras?
Ramp. Van por recoger para la noche.
Loz. ¿Qué es aquello? ¿qué es aquello?
Ramp. Llévalas la justicia.
Loz. Esperá, no os envolvais con esa gente.
Ramp. No haré, luégo vengo.
Loz. Mirá agora dónde va braguillas, guayas si la sacó, Perico el bravo; ¿que era por mi vida hijo?
Ramp. No nada, sino el tributo que les demandaban, y ellas han dado por no ser vistas, quién anillo, quién cadena, y despues enviará cada una cualque litigante por lo que dió, y es una cosa que pagan cada una un ducado al año al capitan de Torre Sabela.
Loz. ¿Todas?
Ramp. Salvo las casadas.
Loz. Mal hacen, que no habian de pagar sino las que están al burdel.
Ramp. Pues por eso es la mayor parte de Roma burdel, y le dicen Roma putana.
Loz. ¿Y aquéllas qué son? ¿moriscas?
Ramp. No, cuerpo del mundo; son romanas.
Loz. ¿Y por qué van con aquellas almalafas?
Ramp. No son almalafas; son baticulo ó batirrabo y paños listados.
Loz. ¿Y qué quiere decir, que en toda la Italia llevan delante sus paños listados ó velos?
Ramp. Despues acá de Rodriguillo español, van ellas ansí.
Loz. Eso quiero yo saber.
Ramp. No sé más de cuanto lo oí ansí, é os puedo mostrar al Rodriguillo español de bronce; hecha fué estatua en Campidolio, que se saca una espina del pié y está desnudo.
Loz. Por mi vida, que es cosa de saber y ver, que dicen que en aquel tiempo no habia dos españoles en Roma, y agora hay tantos. Verná tiempo que no habrá ninguno y dirán Roma mísera, como dicen España mísera.
Ramp. ¿Veis allí la estufa do salieron las romanas?
Loz. Por vida de tu padre que vamos allá.
Ramp. Pues déxame llevar esto en casa de mi tia, que cerca estamos, y hallarlo hemos aparejado.
Loz. ¿Pues dónde me entraré?
Ramp. Aquí, con esta lavandera milagrosa.
Loz. Bueno será.
Ramp. Señora mia,