Heath's Modern Language Series: Mariucha. Benito Pérez Galdós
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J. Geddes, Jr., Introduction to edition of Marianela, New York, 1903.
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J. León Pagano, Al través de la España literaria, Barcelona, 1904, II, 77-112.
Eduardo de Lustonó, "El primer drama de Galdós," in Nuestro tiempo, 1902, I, pp. 155-65.
E. Martinenche, "El Abuelo," in Revue latine, IV, 419-28.
E. Martinenche, "Le théâtre de M. Pérez Galdós," in Revue des deux mondes, 5me période, vol. 32, pp. 815-50 (1906). [This is, as far as it goes, by far the best study yet made of Galdós' drama. It appeared in a Spanish translation in España moderna, no. 210, pp. 118-58.]
Antonio Maura, Necrología de D. Benito Pérez Galdós, discurso pronunciado en la Real Academia Española. Madrid, 1920. [Contains as appendix a useful Catálogo sincrónico of Galdós' works, compiled by Cotarelo.]
M. Menéndez y Pelayo, "Discurso leído ante la Real Academia Española en la recepción pública del 7 de febrero de 1897" (reprinted in his Estudios de crítica literaria, 5ª serie).
Luis Morote, Teatro y novela, Madrid, 1906, pp. 59-75, 259-70.
E. Pardo Bazán, "Realidad," in Obras completas, vol. VI, 197-239. [A splendid interpretation written in 1892.]
R. D. Perés, "Casandra," in Cultura española, 1906, pp. 135-38.
Ramón Pérez de Ayala, Las máscaras, Madrid, 1917, pp. 17-102. [By a fervent admirer.]
J. Pérez de Guzmán, "Electra en América," in La Ilustración española y americana, 1901, II, pp. 230-31.
Ricardo Rojas, El Alma española, Valencia, n.d., pp. 87-106.
Boris de Tannenberg, "B. Pérez Galdós," in Bulletin hispanique, II (1900), pp. 340-50.
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F. Vézinet, Les maîtres du roman espagnol contemporain, Paris, 1907, pp. 41-128.
R. W. Waldeck, "Benito Pérez Galdós, Novelist, Dramatist and Reformer," in The Critic, vol. 45 (1904), pp. 447-49.
Elizabeth Wallace, "The Spanish Drama of To-day," in The Atlantic Monthly, vol. 102 (1908), pp. 357-66.
José Yxart, El arte escénico en España, I, Barcelona, 1894, 309 to end, passim. [Objective and historical.]
MARIUCHA
PERSONAJES
MARIUCHA
ACTO PRIMERO
Sala en el palacio de Alto-Rey. El soberbio artesonado es el único vestigio de la antigua magnificencia. Las paredes desnudas; el mueblaje moderno, poco elegante; algunas piezas, ordinarias. Puerta al fondo y a la derecha. A la izquierda, ventana o balcón. Cerca de éste una mesa de escribir. A la derecha, sillón de respeto, sillas. Es de día.
Escena Primera
Cirila, arreglando y limpiando los muebles; Corral, El Pocho, que entran por el fondo. Corral viste con afectación y mal gusto, ostentando brillantes gordos en la pechera, cadena de reloj muy llamativa y sortijas con piedras de valor.
Pocho. ¿Dan su permiso?
Cirila. Adelante.
Corral. ¿No han vuelto de misa los señores?
Cirila. No tardarán. (Displicente.) ¡Vaya, otra vez aquí estos moscones!
Pocho. Otra vez, y cien más, hasta que…
Corral. Perdone la señora Cirila, yo no vengo a cobrar.
Cirila. Viene a fisgonear, que es peor, y a meter sus narices en las interioridades de la casa…10
Corral. Ea, no despotrique, señora.
Cirila. (Aparte.) ¡Farsante!
Pocho. Yo no hago papeles. Vengo por el aquél de mi propio derecho. (Saca un papel y lo muestra.) El Sr. D. Pedro de Guzmán, Marqués de Alto-Rey y de San Esteban de Gormaz, es en deber a Francisco Muela, apodado El Pocho, la cantidad de…
Cirila. Basta.
Pocho. Por cuatro servicios de coche…
Cirila. ¡Agobiar al señor por tal porquería!…
Corral. Ya cobrarás, Pocho. (Dando largas.) Ten paciencia…
Pocho. ¡Paciencia!… que es como decir hambre.
Cirila. (Incomodada, señalándoles la puerta.) Hagan el favor… Tengo que hacer…
Pocho. Yo espero al señor.
Corral. Dos preguntas no más, señora Cirila, y perdone. Aún no hace un mes que estos señores Marqueses vinieron acá de Madrid huyendo de la quema. ¿Es cierto que se encuentran ya en situación tan precaria que…?
Cirila. Para nadie es un secreto que los que ayer fueron poderosos hoy no lo son.
Corral. Sí: ya saben hasta los perros de la calle que la casa de Alto-Rey es casa concluida. Hace más de veinte años que viene cayendo, cayendo, y por fin… (Con afectada pena.) ¡Las volteretas que de este mundo loco!… En la villa se dice que los señores Marqueses han llegado a carecer hasta de lo más preciso para la manutención.
Pocho. Y que se ven y se desean para poner un puchero.
Cirila. ¡Eh… habladurías!
Corral. (Queriendo internarse por la derecha.) Déjeme, déjeme ir a la cocina a ver qué es lo que guisan…
Cirila. (Deteniéndole.) Alto ahí… ¡Qué desvergüenza!
Pocho. ¡Si ni tan siquiera tendrán lumbre!
Corral. Hay que ver…
Pocho. (Por Cirila.) ¡Cómo les tapa la miseria! Ésta no les abandona en la desgracia.
Corral. Eso es nobleza.
Cirila. Gratitud. Les quiero…
Corral. Particularmente a la señorita María.
Cirila. ¡Mi niña del alma! Yo la crié; la he servido desde que vino al mundo. Más que cariño, por ella tengo adoración.
Pocho. Y qué re-bonita, y qué re-maja, y qué re-salerosa es la niña, ¡Cristo con ella! No le faltará un ricacho que la saque de pobre. Anímese, don Faustino… Usted rico, usted el más elegante caballero de nuestra villa… ¡Qué mejor proporción…!
Corral. (Pavoneándose.) Verdaderamente, no es uno saco de paja… De menos nos hizo Dios.
Pocho. Pues si yo fuera don Faustino del Corral, cualquiera me quitaba a mí esa niña, ¡Cristo con todos! Si tuviera yo esos diamantes en la pechera, esa cadena de reloj y esos anillos refulgentes, y lo que hay en casa, ¡Cristo conmigo! los dinerales que diz que tenemos en el Banco, ¿eh?… aguardando colocación…
Corral. No es tanto, Pocho. Algo se ha trabajado y no falta para unas sopas. (A Cirila.) Ahora, la última pregunta si usted no se incomoda.
Cirila. Diga.
Corral. ¿Es cierto que el propietario de este palaciote de Alto-Rey lo cede gratuitamente a los señores Marqueses?
Cirila. Así lo entiendo.
Pocho. ¡Y luego dicen…! ¡Vaya, que estos nobles tronados siempre caen de pie! Vendió el Marqués este caserón hace diez años por