Tristán o el pesimismo. Armando Palacio Valdés
y le miraba con mezcla de inquietud y respeto. Al fin, sonriendo con humildad, se atrevió a decir:
–¿No sabes, Tristán? Hoy he tenido una agarrada en el Colegio Platónico.
Tristán sin interrumpir su paseo dejó escapar por la nariz un sonido que indicaba que le había oído.
–Sí, una agarrada con el director y por tu causa.
–¿Por mi causa?—expresó de mala gana el joven dignándose apenas volver la cabeza.
–Sí; no sé quién le fue con el soplo de que yo en la clase de Retórica citaba tus composiciones y se las hacía aprender de memoria a los niños y me llamó y me dijo muy hosco:—«Amigo García, tengo entendido que se permite usted en clase hablar de los versos de un amiguito de usted y ponerlos nada menos que al lado de los grandes modelos literarios. Sepa usted que eso no es tolerable y debiera usted considerar que el afecto y la amistad por apasionada que sea no dan derecho a mixtificar (es una palabreja que emplea a troche y moche), a mixtificar la tierna inteligencia de sus discípulos.»—«Señor director—le contesté—, cuando yo me autorizo el citar con elogio una composición cualquiera es porque estoy persuadido de que lo merece sin que la amistad ni otro motivo cualquiera tenga parte en ello.»—«¿Acaso se figura usted que su amigo (que no pasa de ser un principiante) puede colocarse a la altura de los grandes poetas que hemos tenido y que tenemos en España?»—me pregunta cada vez más encrespado.—«No señor, no me lo figuro, sino que estoy convencido de ello»—le replico.—«¡Vamos, García, déjese usted de badajadas y no sea ganso!» Sí; creo que me llamó ganso. Yo debiera responderle: El ganso y el avestruz y el cernícalo es usted que dirige un colegio en España sin saber castellano… Pero ya ves, amigo Tristán, necesito los quince duros mensuales que me da…
En efecto, García vivía sosteniendo también a su anciana madre con los quince duros que le daban en el Colegio Platónico, veinte del colegio Greco-latino y algunas lecciones particulares. En total cincuenta o sesenta duros al mes. Había hecho ya tres oposiciones a cátedras de Retórica y Poética ocupando segundo y tercer lugar en las ternas y estaba resuelto a oponerse a todas las que vacaran hasta apoderarse de una.
–¡Tú siempre haciendo tonterías, García!—exclamó Tristán con acento donde se transparentaba la complacencia con que las observaba.
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