Una Vez Atado . Блейк Пирс

Una Vez Atado  - Блейк Пирс


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a Ryan «papá» justo antes de su partida. Antes de eso, lo había llamado «Ryan». Riley estaba segura de que Jilly nunca lo había llamado «señor Paige» antes. La chica estaba expresando perfectamente cómo se sentía.

      Jilly se levantó de su silla y dijo: —Si no les molesta, tengo tarea por hacer.

      —¿Quieres ayuda? —preguntó Ryan.

      Jilly ignoró la pregunta y corrió por las escaleras.

      Ryan miró a Riley. Se veía bastante afligido.

      —¿Qué está pasando aquí? —dijo—. ¿Por qué están tan molestas conmigo?

      Riley suspiró con amargura. A veces su ex era tan inmaduro como ambos habían sido cuando se casaron.

      —Ryan, ¿qué demonios esperabas? —preguntó con toda la paciencia que pudo—. Cuando te mudaste a la casa, las chicas estaban más que encantadas de tenerte cerca. Especialmente Jilly. Ryan, el padre de esa pobre chica era un borracho abusivo. Estuvo a punto de convertirse en prostituta para alejarse de él, ¡y apenas tiene trece años! Significó mucho para ella tener una figura paterna como tú en su vida. ¿No entiendes lo mucho que la destrozó tu partida?

      Ryan se limitó a mirarla con una expresión de desconcierto, como si no tuviera ni la menor idea de lo que estaba hablando.

      Pero Riley recordaba muy bien lo que Ryan le había dicho por teléfono:

      —Necesito un poco de espacio. Todo este asunto de familia... Pensé que estaba preparado para ello, pero no es así.

      Y no había mostrado mucha preocupación por Jilly en ese momento.

      —Riley, Jilly fue tu decisión. Te admiro por ello. Pero yo nunca decidí asumir esa responsabilidad. Una adolescente con problemas es demasiado para mí. No es justo.

      Y ahora estaba aquí, haciéndose el herido porque Jilly ya no quería llamarlo «papá».

      Era demasiado exasperante.

      A Riley no le había sorprendido en nada que sus hijas se habían ido furiosas. Ella tenía ganas de hacer lo mismo. Por desgracia, alguien tenía que ser el adulto en esta situación. Y como Ryan parecía ser incapaz de eso, le tocaba a Riley.

      Antes de que pudiera pensar en qué decir ahora, Ryan se levantó de su silla y se sentó a su lado. Se le acercó, pero Riley lo empujó.

      —Ryan, ¿qué haces?

      —¿Qué crees que estoy haciendo?

      La voz de Ryan sonaba amorosa ahora.

      La ira de Riley iba en aumento.

      —Ni se te ocurra —le dijo—. ¿Cuántas novias has tenido desde que te fuiste?

      —¿Novias? —preguntó Ryan, obviamente tratando de parecer desconcertado por la pregunta.

      —Me oíste bien. ¿O se te olvidó que una de ellas llamó para la casa borracha cuando aún no te habías ido? Me dijiste que se llamaba Lina. Pero sé que Lina no fue la última. ¿Cuántas más has tenido? ¿Siquiera lo sabes? ¿Siquiera recuerdas sus nombres?

      Ryan no respondió. Se veía culpable ahora.

      Todo estaba empezando a tener sentido para Riley. Esto había pasado antes, y se sentía estúpida por no haberlo esperado.

      Ryan no tenía novia en este momento, y supuso que Riley sería suficiente por ahora, dadas las circunstancias.

      No le importaban las niñas, ni siquiera le importaba su propia hija. No eran más que un pretexto para volver con Riley.

      Riley apretó los dientes y dijo: —Creo que será mejor que te vayas.

      —¿Por qué? ¿Qué pasa? No estás saliendo con nadie, ¿o sí?

      —De hecho, sí lo estoy.

      Ahora Ryan se veía totalmente desconcertado, como si no pudiera entender por qué Riley se interesaría en cualquier otro hombre.

      Luego dijo: —Dios mío. No me digas que estás con el cocinero ese.

      Riley soltó un gruñido de rabia y le dijo: —Sabes muy bien que Blaine es un chef experto. También sabes que es dueño de un buen restaurante y que April y su hija son mejores amigas. Es fenomenal con las chicas, todo lo que tú no eres. Y sí, estoy saliendo con él, y las cosas se están poniendo serias. Así que quiero que te vayas de aquí.

      Ryan la miró fijamente durante un momento.

      Finalmente dijo con amargura: —Hacíamos buena pareja.

      Ella no respondió.

      Ryan se levantó del sofá y se dirigió a la puerta.

      —Hazme saber si cambias de parecer —dijo al salir de la casa.

      Riley se sintió tentada a decir...

      —No te hagas ilusiones.

      ... pero logró contenerse. Solo se quedó quieta hasta que oyó el sonido del auto de Ryan alejándose. Luego respiró más tranquila.

      Se quedó sentada allí en silencio durante un rato, pensando en lo que había sucedido.

      Jilly lo había llamado «señor Paige».

      Eso había sido cruel, pero no podía negar que Ryan se lo merecía.

      Aun así, se preguntó qué debía decirle a Jilly sobre ese tipo de crueldad.

      «Ser madre es difícil», pensó.

      Estaba a punto de llamar a Jilly para que bajara a hablar de ello cuando su teléfono sonó. La llamada era de Jenn Roston, una joven agente con la que había trabajado en casos recientes.

      Cuando Riley atendió la llamada, se percató de la tensión en la voz de Jenn.

      —Hola, Riley. Solo quise llamarte para…

      Cayó un silencio. Riley se preguntó qué tenía Jenn en mente.

      Luego Jenn dijo: —Mira, solo quería agradecerles a ti y a Bill por… ya sabes… cuando yo…

      Riley estaba a punto de decirle: —No lo digas por teléfono.

      Afortunadamente, la voz de Jenn se quebró antes de que terminara la frase.

      Aun así, Riley sabía por qué Jenn le estaba dando las gracias.

      Durante el caso que acababan de cerrar, Jenn había desaparecido casi todo un día. Riley había persuadido a Bill que debían cubrirla. Después de todo, Jenn había cubierto a Riley durante una situación algo similar.

      Pero la ausencia de Jenn se había debido a las exigencias de su ex madre de acogida quien también era una mente criminal. Jenn había violado la ley para ayudar a la «tía Cora» con un problema.

      Riley no sabía exactamente lo que había pasado, ya que no había preguntado.

      Oyó a Jenn atragantarse un poco.

      —Riley, he pensado que tal vez debería entregar mi placa. Lo que ocurrió antes podría volver a ocurrir. Y podría ser peor la próxima vez. No creo que se haya terminado.

      Riley sentía que Jenn no le estaba diciendo toda la verdad.

      «La tía Cora la está presionando otra vez», pensó Riley.

      No era nada sorprendente. Si el dominio de la tía Cora era lo suficientemente fuerte, Jenn podría ser un recurso muy útil desde dentro del FBI.

      Riley se preguntó por un momento si Jenn debía renunciar.

      Sin embargo, se dijo a sí misma rápidamente: «No».

      Después de todo, Riley había tenido una relación similar con una mente criminal, con el convicto fugitivo brillante Shane Hatcher. Esa relación había llegado a su fin luego de que Blaine le disparara a Hatcher y Riley lo capturara. Hatcher estaba de vuelta


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