Pintura creativa: Trazo. Equipo Parramón Paidotribo
Texturas
Al percibir visualmente una textura recordamos una sensación táctil, por eso solemos emplear palabras que se refieren a experiencias táctiles para definirla: pesado-ligero, áspero-suave, blando-duro, rígido-móvil, liso-accidentado (roto, plegado, cortante, poroso, arrugado, agujereado, punzante, estriado, cuarteado...), frío-cálido, seco-húmedo, regular-irregular, consistente- inconsistente, líquido-viscoso, sólido- gaseoso.
En la mayoría de texturas, su atractivo recae en el procedimiento que las ha creado, como las texturas transferidas, impresas y marcadas por huellas de objetos o frottage; o las texturas arañadas, desgastadas y rascadas, que indican una intervención física sobre el material pictórico todavía fresco. En este sentido, hallamos también las texturas clásicas del dibujo y la pintura: texturas tramadas, gráficas y reticulares, más visuales que táctiles, y texturas difuminadas, atmosféricas y vaporosas, que recuerdan sensaciones cálidas y ambientales.
Texturas
Texturas tramadas, gráficas, reticulares...
Texturas atmosféricas difuminadas, borrosas...
Texturas terrosas, ásperas, voluminosas...
Texturas transferidas, Impresas, marcadas...
Texturas empastadas, gelatinosas, cremosas...
Texturas arañadas, desgastadas, rascadas...
Texturas planas, uniformes, lisas...
Otras texturas son verdaderas invitaciones al tacto. Incorporando materiales y cargas se logran efectos reales de relieve, como las terrosas, ásperas y voluminosas, muy apropiadas para paisajes terrestres; así como las texturas empastadas, gelatinosas y cremosas de celajes y marinas.
Atendiendo a este mismo criterio de volumen, hallamos extremos tan opuestos como las texturas planas, uniformes y lisas propias del colage o las texturas reales, matéricas y volumétricas propias de la pintura matérica y la pintura-objeto, que incorporan objetos y materiales de forma directa, sin tratar demasiado.
Gestos
Gestos descriptivos, precisos, directos...
Gestos suaves, fundidos, vaporosos...
Gestos frágiles, quebradizos, débiles...
Gestos enérgicos, dinámicos, apasionados...
Gestos minimalistas, esenclallstas, reflexivos...
Texturas reales, matéricas, volumétricas...
Gestos primitivos, esquemáticos, elementales...
Gestos líquidos, fluidos, deslizados...
El trazo en el cuadro
Antoni Tapies (nacido en 1923) es uno de los máximos exponentes del Informalismo europeo surgido a mediados del siglo xx. Como su nombre indica, esta tendencia, muy transgresora en sus orígenes, se orientó contra lo formal, contra todo academicismo, fuera figurativo o abstracto. En ese momento histórico, el arte viró hacia la búsqueda de la materialidad de la propia obra de arte; la obra de Tapies lo manifiesta en una percepción de la materia en un estado constante de transformación que tiene su base en el pensamiento y la espiritualidad orientales. Su trabajo, comúnmente denominado “pintura matérica”, configura un universo propio donde la acción física sobre los materiales despliega un riquísimo abanico de recursos: pintar, dibujar, pegar (collage), ensamblar (ensamblage), rascar {grattagé), frotar {frottagé) y muchas otras intervenciones menos tradicionales como quemar, agujerear, arrugar, romper, coser, doblar, etc. Tierra y azul es una pintura en técnica mixta sobre tabla, de 146 x 114 cm, cuya estructura geométrica representada trata el símbolo de la cruz, recurrente en su obra, y recuerda el tradicional juego infantil de la rayuela. El cuadro es una metáfora del camino espiritual en la vida: aunque aparece la casilla del cielo como lógico final del recorrido, su propuesta como casilla final es el desierto y la soledad, lugar de encuentro consigo mismo y de evolución personal.
“Cuando miráis no debéis pensar nunca que la pintura -o cualquier otra cosa en el mundo- ‘debe ser’ lo que muchos quieren que se limite a ser. La pintura debe serlo todo. Puede ser una claridad solar en medio de un soplo de viento. Puede ser una nube en la tormenta. Puede ser la huella del pie de un hombre en el camino de la vida, o un pie que ha golpeado en el suelo -¿por qué no?- para decir ‘basta’. Puede ser un aire dulce de la alborada, lleno de esperanzas, o un aliento agrio que despide una cárcel. Pueden ser las manchas de sangre de una herida, o el canto en pleno cielo azul, o amarillo, de todo un pueblo. Puede ser lo que somos, el hoy, el ahora y el siempre. Yo os invito a jugar, a mirar atentamente... yo os invito a pensar. “ Antoni Tapies
Las intervenciones de Tapies en este cuadro son un perfecto resumen de su obra, ya que muestran el equilibrio entre dos mundos: el orden -o lo mental- (símbolo, geometría, abecedario) y el caos -o lo emocional- (juego Infantil, azar, gestualldad Impulsiva).
A. Carga de arena: tierra con cola vlníllca dispuesta sobre la tabla de forma Irregular para reforzar su carácter cambiante, como la de un suelo corriente sobre el que se juega a la rayuela
B. Trazos pictóricos: por un lado, la casilla azul del cielo y, por otro, la descripción gestual de un salto virtual (un doble salto mortal) con rápidos brochazos orgánicos y enérgicos.
El número uno Indica el ¡nielo