Logica. Andres Piquer

Logica - Andres Piquer


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de tales representaciones. Lo que sucede es, que el cuerpo está dispuesto con orden maravilloso para estos fines, á los quales principalmente concurren los órganos de los sentidos y los nervios. El objeto corporeo, arrimado al órgano del sentido, hace impresion en él y en sus nervios, por los quales se comunica hasta la cabeza, donde está el origen de ellos. Así que es preciso que el celebro concurra con su ayuda al exercicio de las operaciones de los sentidos, no porque en él se hagan las sensaciones, sino por las leyes de la necesaria conexîon con que en el cuerpo humano unas partes se socorren de otras, y todas juntas se encaminan á mantener el prodigioso enlace, y á cumplir los fines que les ha prescrito con inefable sabiduría el Hacedor de todas las cosas. En la primera edicion de esta obrita seguia yo otras máxîmas en esto; mas habiéndolo escrito con mas conocimiento en mis Instituciones Médicas, allí se podrá esto ver con mas extension[a]. Concurriendo, pues, todo lo dicho, á la presencia del objeto sensible se sigue la sensacion, y despues la imagen, ó representacion del mismo en la fantasía. El alma percibe distintamente los objetos por la sensacion, y por la imagen que forma de ellos en la imaginativa los alcanza con toda claridad. Así como la sensacion se hace donde quiera que estan los órganos de los sentidos, la especie, imagen, y forma de la imaginativa se exercita siempre en el celebro, á quien por los nervios se comunica la impresion que los objetos sensibles hacen en ellos. Si estan sanos los órganos de los sentidos y bien aplicados á las cosas, la imaginativa bien constituida, y el juicio que acompaña á estas operaciones es recto, se logra una certidumbre entera, como se ve en la seguridad que en esto tiene, sin excepcion, todo el género humano, que se satisface y gobierna por lo que ve, oye, palpa, &c. sin poner nadie replica á estos testimonios quando son exâctos. El conocimiento de la cosa que resulta de la debida aplicacion de los sentidos es el que llamamos experiencia, fuente fecundísima de la mayor parte de las verdades que alcanzan los hombres. Los errores que se cometen en esto, y se quieren dorar con el especioso título de la experiencia, se explicarán mas adelante. Ya hemos visto que el entendimiento por el uso de sus potencias hace reflexîon, sobre sus propios actos. Las imágenes que se forman de estos en la fantasía no son perfectas, ni sensibles, sino formadas por semejanza, tal vez muy remota, de las que exîsten en esta potencia. Con esto se ve que los actos del entendimiento no son materiales, ni corporeos, porque no tienen la solidez y fuerza que hay en la materia y en los cuerpos para impresionar nuestros sentidos. Tampoco tienen extension para ocupar lugar, pues en un solo pensamiento se incluye todo el universo. No son impenetrables, porque en una misma proposicion el predicado está incluido claramente en el sugeto, y en los sylogismos el consiguiente está íntimamente contenido en las premisas. Separan las cosas que en sí son juntas, y unen las que estan separadas, cosa que en la materia no puede suceder. El conocimiento que tiene el hombre del infinito, donde se reduce á un acto indivisible todo lo que exîste y puede exîstir, muestra que quanta es la extension de las cosas está reducida á un concepto mental distinto de todas ellas. A la vista de estas y otras muchas reflexîones, que subministran la Animástica y Metafísica, se entiende, que hay en nosotros un principio producidor de estos actos, el qual es de muy distinto ser y naturaleza que la materia; porque así como conocemos las cosas materiales y corporeas que hay en nosotros por las afecciones perpetuamente inseparables de ellas, como la extension, impenetrabilidad, solidez, &c. que dexan impresion en nuestros sentidos y imágenes en la fantasía, del mismo modo alcanzamos que hay en nuestra constitucion otro principio ageno de las referidas afecciones, con facultad de producir otras muy diversas, no solo en su ser, sino en sus propiedades, de modo que para separar estos principios constitutivos del hombre, así como al que es extenso, sólido é impenetrable le llamamos cuerpo, porque goza de las propiedades inseparables de las cosas corporeas, al otro le llamamos espíritu, porque por el general consentimiento de los Filósofos se da este nombre al ser inmaterial, que no participa ni puede participar de lo corporeo, antes tiene distinta naturaleza y opuestas afecciones á las de la materia. Este es el modo natural primitivo como el hombre, reflexîonando sobre sí mismo, conoce las cosas espirituales, conociendo su propia alma: de aquí pasa al conocimiento de Dios, como espíritu perfectísimo. Dentro de sí mismo tiene el hombre el concepto del infinito, de lo eterno, de lo inmenso, no por los sentidos, sino por la reflexîon. Conoce claramente que su ser es limitado y muy ageno de ser partícipe de aquellos objetos. Estas consideraciones le llevan á entender, que estas cosas se hallan en otro Ser, que es eterno, infinito, é inmenso, y que no le puede engañar esta percepcion mental, pues no descansa mas el entendimiento con la percepcion de las cosas sensibles, quedando satisfecho de su exîstencia quando se le presentan, que lo queda el juicio y la razon de las reflexîones propuestas, las quales halla conexâs con los primeros principios que tiene en sí para juzgar rectamente de las cosas, y son nacidas de la fuerza innata que tiene el entendimiento para producirlas. Añádese que por la facultad natural de juzgar alcanza el hombre, que es causa de una cosa aquello que á su presencia hace exîstir otra. Conoce con mucha claridad, que no exîste por sí mismo, y por consiguiente su ser depende de otro. Este conocimiento le extiende á las demas cosas hasta llegar, como término donde descansa, á un Ser de infinita potencia, de donde dimanan todos los demas seres. Con estas reflexîones entiende, que este Ser inmenso, omnipotente, y eterno es infinitamente sabio: que piensa con infinita perfeccion sin poder errar: que tiene conocimiento de todo infinitamente superior al suyo; de donde concluye con buena razon, que este Ser supremo es espíritu puro, perfectísimo, ageno de todo lo corporeo, é imposible de hallarse en la materia. Esto no es mas que mostrar el origen de nuestros conocimientos, así de los que tienen por objeto lo material y corporeo, como los puros espíritus, por lo que conduce á la Lógica. La buena Metafísica añade á estas primitivas reflexîones algunas otras con que se ilustra mas este asunto. Quando las luces sobrenaturales de la Fe Divina, comunicada por la Iglesia Católica, entran en nuestro entendimiento, fortifican extremamente estas verdades naturales, y se hermanan con ellas, de modo que las nociones que las potencias mentales producen á la ocasion de otras por su fuerza innata, se acomodan con las luces divinas, y juntas ilustran el entendimiento para conocer á Dios, y alabar y engrandecer sus infinitas perfecciones. Para conocer el predominio de cada una de las potencias mentales, es preciso suponer que un gran talento merece llamarse así, quando todas son grandes y cumplidas. Mas este don celestial es muy raro, y en un siglo entero se ve en muy pocos. Una potencia sensitiva fina, delicada, pronta, y expedita: una imaginativa firme, fecunda, exâcta, y acomodable á tantos objetos, como se deben pintar en ella: una memoria felíz, estable, y dilatada: un ingenio agudo, extendido, claro, pronto, descubridor, y desembarazado: un juicio sólido, recto, maduro, firme, seguro, é incorruptible por los afectos del ánimo, son un conjunto de preciosidades tan difíciles de encontrar entre los hombres, como el Fenix. Felíz aquel en quien concurren la mayor parte de estos incomparables bienes, que alguna vez, aunque de tarde en tarde, envia la Divina Providencia para manifestacion de su Gloria, y bien de la Humanidad. Siendo, pues, los hombres por lo comun escasos de tantas luces, y sugiriendo el amor propio á cada uno de nosotros, que las tenemos todas, conviene primero que cada qual estudie y medite qué potencias intelectuales predominan en sí mismo, y qué afectos las acompañan, para adquirir con el estudio y aplicacion lo que le falta, y dominar las pasiones que corrompen el juicio. Despues de haber hecho una averiguacion sana de su propio entendimiento, puede pasar á ver cómo podrá aprovecharse de las luces de los demas. Para esto se ha de saber, que en todas las artes Mecánicas, en que principalmente se exercitan las manos y el cuerpo, la potencia sensitiva, é imaginativa predominan; porque su incumbencia es trabajar sobre cosas sensibles, ya juntándolas, ya desuniéndolas, ya trabándolas de mil maneras entre sí, en lo que los sentidos y la imaginacion estan siempre ocupados. En la pintura, escultura, estatuaria, y otras semejantes facultades domina la imaginacion, pues de ella se vuelven á copiar las imágenes de las cosas. Los Poetas tienen por lo comun la imaginacion vivaz, agitada y fuerte, el ingenio agudo y descubridor, pero corto el juicio, porque aunque algunos le tienen, pero son muy pocos. Los Dialécticos ocupan todo el ingenio. Las verdaderas Ciencias y la sabiduría son obras del juicio, porque dado que todas las potencias deben concurrir, la razon es la que en ellas predomina. La Física pide igual aplicacion de la potencia sensitiva y de la imaginativa con el juicio, porque es necesario percibir los objetos corporeos con delicadeza y distincion, tener las imágenes de ellos en la fantasía exâctas, claras, y sin confusion alguna; pero como no basta esto solo, pues conviene ademas de esto combinar, para lo qual es preciso el ingenio, y sobre todo razonar, arreglar, ordenar, y colocar cada cosa en el punto en que
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