Paul Thomas Anderson. José Francisco Montero Martínez

Paul Thomas Anderson -  José Francisco Montero Martínez


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muy cercana, incluso compasiva, algo que se constituye en una seña de identidad inconfundible del cine de Anderson[30]: la secuencia del humillante strip-tease de una pésima cantante dispuesta a todo por triunfar, uno de los mejores y más dolorosos momentos filmados por el director en toda su carrera, anticipa con gran vigor la visión amarga –pero teñida de gran cariño por los personajes– del mundo del espectáculo y sus servidumbres ofrecida por Anderson en Boogie Nights. En definitiva, ambos filmes ponen de manifiesto el carácter engañoso de este ámbito de apariencias: no parece casualidad, sino que probablemente se trate de un préstamo tomado por Anderson de la película de Altman, que tanto en Nashville como en Boogie Nights aparezcan sendos personajes que realizan varios números de magia, que juegan por tanto con las apariencias, personajes ilustrativos, metáforas en el interior del relato, de la naturaleza ilusoria de los universos presentados en ambos filmes.

      Certificando el magisterio de Robert Altman sobre Anderson –a quien está dedicada la última película de éste, Pozos de ambición, entre otras muchas cosas una visión descarnada sobre los cimientos en que se ha fundamentado su nación, sobre los horrores del capitalismo, como más de treinta años atrás lo era otra película de Altman, Los vividores (MacCabe and Mrs Miller, 1971)–, éste ha ejercido de director suplente en el rodaje de El último show, la última película de Altman, terminada poco antes de su muerte, asistiendo Anderson incluso al set de rodaje, ante las imposiciones de las compañías de seguros debido a la avanzada edad y al frágil estado de salud del director de Quinteto. Es conveniente precisar aquí que si en algún momento se especuló con una posible coautoría de Paul Thomas Anderson en El último show –en la que además aparecen John C. Reilly, habitual en su cine, y Maya Rudolph, compañera sentimental del realizador–, hay que decir que esta película es plenamente altmaniana y que la labor de Anderson con toda seguridad no pasó de la señalada.

      Martin Scorsese


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