El principio del mal. Nadia Noor
fuerzas para revelarse contra el mundo entero. Estaba preparada para enfrentar las consecuencias, porque sabía que su mundo no se lo perdonaría. Observó como su madre apuntaba su mirada compasiva en un punto imaginario en el suelo y se preparó para lo peor. Su padre, un fornido albañil, fiel devoto y defensor de las traiciones, se acercó a ella con paso lento y decidido. Le tomó la barbilla con brusquedad y su piel áspera le arañó la piel. Su mirada envenenada escupía fuego y se creció ante el terror que encontró en los ojos de su desobediente hija. Levantó la otra mano y le cruzó el rostro con una sonora bofetada. Rápida, corta, fulminante. Letal.
—A partir de hoy, dejas de ser nuestra hija. Sal de esta casa y no regreses jamás.
Un grito prolongado hizo que los ojos de Bianca se abrieran de golpe. Empapada de sudor miró el reloj y comprobó que había dormido seis horas seguidas. Hacía tiempo que no soñaba con sus padres ni con el último día en su casa. Sentía frío, como cada vez que recordaba el odio y el desprecio que desprendía la mirada de Oleg al despedirse de ella.
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