La práctica integral de vida. Ken Wilber
La teoría integral sostiene la esencialidad e irreductibilidad de los cuatro cuadrantes, es decir, del yo, del nosotros, del ello y del ellos. A pesar de todo, sin embargo, la gente suele centrar exclusivamente su atención en uno o dos de esos cuadrantes. Hay quienes, por ejemplo, sólo se interesan en los hechos exteriores, ignorando simultáneamente las interpretaciones interiores o, sin reconocer las dimensiones colectivas o comunitarias, se centran exclusivamente en la experiencia individual. ¿En qué cuadrante tiende usted a centrar su atención en lo que respecta a su trabajo, su salud o sus relaciones? ¿Está usted más interesado en el yo, en el nosotros, en el ello o en el ellos?
4. ¡Utilice los cuatro cuadrantes! Todos ellos son importantes y reales. Sienta, en todo momento, los cuatro cuadrantes de su existencia, es decir, las dimensiones del yo, del nosotros, del ello y del ellos. Luego advierta en cuál de todas ellas suele quedarse atrapado. ¿Está usted mirando de continuo hacia fuera (y viendo tan sólo, por tanto, los espacios del ello y del ellos) y nunca dentro (y soslayando, en consecuencia, los espacios del yo y del nosotros)? ¿O se pierde acaso en las relaciones (nosotros) y es incapaz de encontrar su centro individual (yo)? ¿Se preocupa sólo de su salud corporal exterior (ello), pero está desconectado de su bienestar emocional (yo)? ¿O realmente necesita salir de su cabeza (yo) y prestar atención a su espacio vital (ello)? ¡Los cuatro cuadrantes son importantes, esenciales, reales e irreductibles!
Expanda finalmente todo eso al infinito. Advierta cómo, en este mismo instante, los cuatro cuadrantes están emergiendo de su conciencia, una conciencia tan inmensa que, en ocasiones, se conoce como Gran Mente y que lo incluye todo. Sienta su conciencia pura, la conciencia en la que no sólo emerge su pequeño yo o ego, sino también las dimensiones del nosotros, del ello y del ellos. Sienta esa conciencia placenteramente abierta y manténgase así durante todo el día.
4. El módulo de la sombra
¿Qué es la sombra?
Aunque todo el mundo está familiarizado con las nociones de “cuerpo”, “mente” y “Espíritu”, la PIV considera a la “sombra” como un componente esencial de cualquier práctica que realmente aspire a ser integral. El cuerpo, la mente, el espíritu y la sombra son, pues, las áreas mínimas necesarias para la práctica porque, de otro modo —y por razones que luego veremos—, el proceso transformador tiende a quedarse estancado. Empezaremos prestando atención al módulo de la sombra porque, de todos los enfoques de la práctica, suele ser el más descuidado.
El término “sombra” se refiere al “lado oscuro” del psiquismo, es decir, aquellos aspectos de nosotros que, por una u otra razón, hemos rechazado, negado, ocultado, escindido, enajenado y proyectado. La sombra es, hablando en el lenguaje de la psicoterapia, el “inconsciente reprimido” (¡reprimido porque lo hemos escindido de nuestra conciencia e inconsciente sencillamente porque no somos conscientes de él!)
Pero el hecho de que no seamos conscientes de la sombra no implica que no tenga ningún efecto sobre nosotros. Lo único que ocurre es que se expresa a través de caminos distorsionados e insanos a los que habitualmente agrupamos bajo el epígrafe de “neurosis”.
El objetivo del trabajo con la sombra y del correspondiente módulo consiste en desarticular la represión y reapropiarnos de la sombra para mejorar nuestra lucidez y nuestra salud psicológica. Los beneficios del trabajo con la sombra se extienden de manera natural a todos los módulos básicos (desde el cuerpo hasta la mente y el espíritu) y a cualquier otro dominio de la vida, desde las relaciones hasta el sexo, las emociones, la vitalidad, el trabajo y la situación económica.
Uno de los principales beneficios del trabajo con la sombra es que libera energía que, de otro modo, malgastaríamos peleando imaginariamente con nosotros mismos. ¡Mantener la sombra es un trabajo realmente duro! Es mucha la energía que debemos invertir para ocultar de continuo aquellos aspectos de nosotros mismos que más nos desagradan. Pero, cuando el trabajo con la sombra libera esa energía, podemos utilizarla para alentar nuestro desarrollo y transformación.
Imagine lo que ocurriría si la energía de la que dispone para la transformación estuviera representada por una cuenta bancaria de 600 dólares y el salto al siguiente estado del desarrollo requiriese 800. ¿Y qué sucedería si mantener reprimido el inconsciente insumiese 400 dólares? Bastaría entonces con liberar 200 dólares de esa “cuenta” para disponer de la energía necesaria para alcanzar el siguiente estadio. Así pues, el trabajo con la sombra no sólo nos libera del dolor y el sufrimiento provocados por todos estos problemas psicodinámicos, sino que puede suponer la diferencia incluso entre el estancamiento y el desarrollo.
La psicoterapia y el trabajo con la sombra son las contribuciones más importantes de Occidente al quehacer de la práctica transformadora. Por más profunda que sea su comprensión del desarrollo espiritual, las antiguas tradiciones espirituales no se enfrentan adecuadamente a los problemas generados por la sombra y su dinámica. De hecho, uno de los principales errores en los que suelen incurrir las tradiciones espirituales —y que el trabajo con la sombra de la PIV trata de corregir— consiste en asumir que prácticas como la meditación pueden transformar la totalidad del individuo, cuando lo cierto es que, de hecho, soslayan algunas cuestiones muy importantes del yo como, por ejemplo —y muy especialmente—, la sombra. Y el lamentable resultado de esta situación es, con demasiada frecuencia, una realización de los estadios de conciencia más elevados sin la correspondiente, rigurosa y consciente integración del “lado oscuro” del practicante.
Aunque Freud cometió muchos errores y ahora esté de moda criticarlo, su comprensión fundamental de la naturaleza de la sombra sigue siendo incuestionable: los impulsos y sentimientos inaceptables se ven reprimidos de la conciencia consciente, desde donde siguen influyendo de manera encubierta en nuestra vida.
Décadas de trabajo con la sombra llevado a cabo por miles de investigadores y terapeutas de todo el mundo han corroborado reiteradamente esta conclusión básica relativa a la naturaleza de la sombra.
Pero es que, para complicar todavía más las cosas, la esencia de la sombra consiste en ocultarse de nuestra conciencia. Parcialmente, al menos, no queremos ver nuestra sombra. Es por ello por lo que, para corregirla, necesitamos un tipo especial de trabajo porque, en caso contrario, seguirá imponiendo sutilmente su naturaleza oscura sobre nuestras decisiones y nuestra conducta, y saboteando, en ocasiones, toda nuestra vida.
Nos guste o nos desagrade, la encrucijada ante la que nos hallamos consiste en:
apropiarnos de la sombra, es decir, esforzarnos en tornarnos conscientes de los impulsos, sentimientos, necesidades y potencialidades inconscientes reprimidas y poder tomar entonces decisiones más libres…
o vernos poseídos por ella, es decir, dejar que los impulsos y sentimientos enajenados dirijan nuestra vida por cauces completamente ajenos a nuestras decisiones conscientes.
Son muchas las formas diferentes de trabajar con la sombra. Durante décadas, las personas que han decidido enfrentarse a la sombra han buscado la ayuda de un psicoterapeuta adecuadamente entrenado. Y, aunque esto suela asumir la forma de una psicoterapia individual, también puede tener lugar a lo largo de seminarios intensivos o de sesiones de terapia grupal.
El campo de la psicoterapia es muy diverso. Son muchas las escuelas de psicoanálisis y muchas también las terapias psicodinámicas, varias modalidades generales de terapia cognitiva, una amplia diversidad de terapias de sensibilización, integración y curación de las emociones y numerosos enfoques somáticos o terapias de orientación corporal. Y ésta no es más que una visión muy superficial del campo.
Son muchas las lesiones, contusiones y calambres que, en cada uno de los diferentes estadios del desarrollo humano, puede experimentar el psiquismo humano. Y también nos contraemos y cerramos naturalmente ante la existencia. Cada forma de herida y contracción provoca un tipo único y distinto de sombra y de neurosis. Éste es un terreno que el campo emergente