Meditación para gente ocupada. Osho
sean felices y creativos y estén presentes ofrece a las compañías evidentes ventajas. Se utiliza en los colegios, se ofrece a los veteranos con traumas de guerra, a médicos agotados…, todo lo que se te ocurra ya está en la lista. El respaldo de personajes célebres, que siempre es importante en el mundo actual regido por las celebridades, abarca desde Nelson Mandela y Steve Jobs hasta Madonna, Sting, Tiger Woods, y casi todo lo que hay en el camino.
Indudablemente, vale la pena probar la meditación. Así, al menos, sabrás con seguridad si está justificado tanto interés o si a ti te funciona.
El punto clave es que hay que entender que meditar se refiere a observar, observar lo que está sucediendo dentro y fuera, sin importar lo que suceda. En casa, en el trabajo, por la mañana, por la noche… Siempre hay algo que el observador puede observar.
En segundo lugar, mientras que la mente suele estar fantaseando, el cuerpo siempre está presente, aquí y ahora. De forma que si quieres jugar al juego de encender tu propia vida, el cuerpo es el soporte perfecto.
En tercer lugar, cuando se inventaron todas esas meditaciones en las que hay que estar sentado, la gente era muy distinta. Recuerda que el cerebro es maleable, imagínate lo diferente que sería si trabajases en el campo doce horas, te acostases al anochecer porque no hay luz artificial, y vieses pasar por el pueblo a una persona al año.
La mente hiperactiva de hoy en día no te permite estar sentado. Por eso la clave es la meditación en acción; para empezar es mucho más fácil observar cuando estás activo. De ahí el valor, para las personas ocupadas, de las Meditaciones Activas Osho y las demás meditaciones de este libro. Paradójicamente, si tratas de sentarte y estarte quieto, solo notarás la locura de tu mente dando vueltas. Mientras que si continúas girando a través de tus actividades diarias, y observas, descubrirás que hay un centro silencioso dentro de ti. También es posible que te des cuenta de que tienes que librarte de una parte de esa locura mental antes de poder relajarte y estar en silencio.
Sea cual sea la situación, este es un maravilloso libro con una amplia variedad de formas para descubrirte. O, al menos, para saber lo que no eres.
Acércate a la meditación con sinceridad, y no con seriedad. Juega. Busca métodos que te hagan disfrutar y divertirte, de ese modo tu viaje te llevará a donde tengas que ir.
John Andrews es un autor, científico y meditador, fue médico de cabecera de Osho, y se ocupó de su estado físico durante muchos años, incluidos sus últimos días. Como meditador y médico durante muchas décadas, John Andrews ha sido testigo gozoso de la gradual aceptación de la meditación por parte de la comunidad científica, y del giro hacia la corriente actual de interés. En la actualidad escribe sobre la última etapa de este viaje, de la meditación a las Meditaciones Osho.
Parte I: Comprender el origen del estrés
La tensión no tiene nada que ver con algo que está en el exterior, sino con lo que sucede en tu interior. Siempre buscas una excusa externa que justifique tu tensión porque te resulta sencillamente ridículo estar tenso sin motivo alguno. Pero la tensión no está fuera, es el resultado de una forma de vida incorrecta.
Iluminar el interior
La sabiduría no es una acumulación de datos, fechas o información, sino una transformación.
Estamos viviendo fuera de nosotros mismos y nuestro interior permanece oscuro por ese motivo. Si vamos hacia dentro, si empezamos a enfocarnos hacia dentro, veremos que hay luz. Tenemos todo lo necesario para que haya luz; solo tenemos que reorganizar las cosas.
Es como si alguien hubiese desordenado nuestro cuarto, dejado todos los muebles patas arriba y la lámpara de techo en el suelo. Está todo ahí, pero está descolocado. Es difícil vivir en un lugar que está en ese estado. Tendrás que volver a colocar todo en su sitio.
Así es el ser humano: tenemos todo lo necesario, la existencia nos provee de todo. Nacemos con la capacidad de vivir nuestra vida al máximo, sin embargo, la vivimos al mínimo por el simple hecho de no organizar las cosas. Por ejemplo, nuestra atención se dirige hacia fuera, y somos capaces de ver a todo el mundo excepto a nosotros mismos, a pesar de que somos lo más importante que tenemos que ver. Está bien ver a los demás, pero antes tienes que verte a ti mismo, antes tienes que ser tú. Desde esa perspectiva aventajada, estando centrado, puedes ver a los demás desde una óptica completamente distinta.
De manera que hay que dirigir la mirada hacia dentro. Y descubrirse a uno mismo es precisamente esto: darle un giro de 180 grados a nuestra atención, a nuestra conciencia. Cada vez que enfocamos nuestra atención en algo, lo alumbramos. No estoy en contra del mundo exterior, pero antes hay que ocuparse del mundo interno, y luego vendrá el mundo externo. La persona que sabe ocuparse de su mundo interno, podrá ocuparse del mundo externo.
La sabiduría significa conocerse, y conocerse es el principio de todo conocimiento. Después tu halo de luz se expandirá y abarcará cada vez más cosas. Llegará un momento en el que tu sabiduría lo comprenderá todo, lo incluirá todo. Cuando sientas que no falta nada, que no careces de nada, habrás llegado a casa. Te sentirás relajado, tranquilo, contento, profundamente satisfecho; habrá un silencio, pero estará lleno de música.
La patología de la ambición
Todas las culturas y religiones te condicionan para que tengas un sentimiento negativo respecto a ti mismo. No aprecian ni aman a nadie por ser él o ella misma. Tienes que demostrar tu valor obteniendo medallas de oro en el campo del deporte, logrando el éxito, el dinero, el poder, el prestigio y una buena reputación. ¡Demuestra lo que eres! Intrínsecamente, no tienes valor; esto es lo que te han enseñado. Tienes que demostrar tu mérito.
Y de aquí surge un gran enfrentamiento con uno mismo, sientes profundamente que «tal y como soy no tengo mérito…, a menos que demuestre lo contrario». Hay muy poca gente que logra triunfar en este mundo tan competitivo. Con millones de personas compitiendo, ¿cuántas pueden triunfar? ¿Cuántas se convertirán en presidentes y primeros ministros? En un país con varios millones de habitantes solo uno podrá ser presidente, aunque, en el fondo, todo el mundo desearía tener ese trabajo. Habrá millones de personas que no se sientan dignas de ello. ¿Cuántas personas pueden convertirse en grandes pintores? Sin embargo, todo el mundo es creativo. ¿Cuántos pueden ser grandes poetas como Shakespeare, Milton o Shelley? En cambio, en el fuero interno de cada persona hay poesía; cada uno puede aportar un poco de poesía al mundo. Pero, si se convierte en una ambición, la ambición en sí es antipoética.
La idea del éxito te atormenta. La mayor calamidad que le haya podido ocurrir al ser humano es la idea del éxito, de tener que «triunfar». Y el éxito implica competencia, lucha, tanto si se juega limpio como si no, eso no importa. Si triunfas todo estará bien. La clave es el éxito; aunque lo hagas por las malas, cuando alcanzas el éxito todo lo que hayas hecho es admisible.
El éxito transforma la naturaleza de tus actos. El éxito convierte las malas artes en buenas. La única cuestión es: ¿cómo triunfar, cómo llegar hasta la cumbre? Y, evidentemente, habrá muy pocos que lleguen a la cumbre. Muchas personas quieren subir, pero ¿cuántas personas caben en la cumbre del Everest? Allí no hay mucho espacio, solo hay espacio para una persona. Todos los millones que lo han intentado sentirán que han fracasado, y su alma se llenará de una profunda desesperación. Empezarán a tener un sentimiento de negatividad.
Esta educación –la supuesta «educación» que habéis recibido– es un error y es enormemente perjudicial. El colegio, el instituto y la universidad te envenenan. Te hacen sufrir; aquí es donde se crean los infiernos, pero lo hacen de una forma tan bonita que no te percatas de lo que está ocurriendo. El mundo se ha convertido en un infierno por culpa de una educación equivocada. Siempre que la educación esté basada en el concepto de la ambición, en la Tierra el resultado será el infierno, y lo han conseguido.
Todo el mundo sufre y se siente inferior. Es muy curioso, porque no hay nadie que sea superior o inferior, cada individuo es único y no se puede comparar. Tú eres tú, eres simplemente