Un lápiz labial para una momia. Toshiko Tamura
que habría sido capaz de masticar sus propias entrañas con tal de conseguirlo, pero no tenía nada. No le quedaba otra que dejar que ese hombre tan débil la mantuviera.
Finalmente se alzó con un suspiro y se dirigió sin procurar no hacer ruido hacia la cama, donde ya estaba Yoshio. Cogió la manga derecha del edredón y se la quitó.
—Déjame un poco de edredón. Yo también quiero dormir.
La pareja no tenía más que un juego de cama. Al oír su voz, Yoshio se despertó enseguida y buscó sus gafas cerca de la almohada.
—Duérmete —le dijo saliendo de la cama, antes de marcharse a la sala de estar.
Minoru se quedó un rato observando la espalda de su marido. Después, estiró con cuidado el futón que había quedado todo revuelto, cogió su almohada y se metió.
Ya recostada, repasó los días que habían pasado juntos y se dio cuenta de que no había ni uno solo en el que no hubieran chocado o discutido. Al fin y al cabo, él era un hombre honesto que no sabía lo que era la tenacidad, mientras que ella era una mujer persistente que no dudaba en usar ardides para lograr sus propósitos; era normal que siempre discreparan. Y en sus recuerdos no logró encontrar el corazón del hombre que antes era capaz de adornar y colorear, como su pintalabios, los sentimientos que a veces la alteraban.
6 N. De la T.: típicos calcetines japoneses que tienen un espacio que separa el dedo gordo del resto.
7 N. de la T.: tipo de edredón japonés con forma de kimono que se usa para dormir.
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