Historia intelectual y opinión pública en la celebración del bicentenario de la independencia. María Isabel Zapata Villamil

Historia intelectual y opinión pública en la celebración del bicentenario de la independencia - María Isabel Zapata Villamil


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nacional

      Fuente: El Ciclón n.o 27 (6 de agosto de 1909).

      Cuando un periódico o revista de gran éxito implementaba una nueva estrategia, tal esquema no demoraba en ser replicado por otros. Con el boom de la publicidad periodística, lo comercial dejó de estar relegado a las últimas páginas de la publicación. Tanto en Colombia como en México, muchas de ellas empezaron a incluir la publicidad en otras páginas, e incluso empezó a ocupar las primeras; además, se utilizaron cada vez más graficas novedosas, con la finalidad de atraer más clientes y anunciantes. Si bien es claro que la publicidad periodística no nació en el siglo XX, la nueva forma de concebir el periodismo y el objetivo de un periódico hizo que la propaganda ocupara un nuevo lugar mucho más privilegiado, y que se integrara al cuerpo de la publicación.21

      El mundo de los publicistas del siglo XIX, que eran simultáneamente testigos y protagonistas de los hechos, estaba cediendo su espacio al de los periodistas de profesión, que buscaban la información por medio de testigos que presenciaban los hechos. Es posible ilustrar lo anterior con la noticia publicada tanto en La Fusión como en el semanario El Gráfico. En los dos, se narró cómo el 26 de agosto de 1910, en la chichería El Aerolito, el voceador de prensa Antonio Rodríguez mató con una navaja a Castell, un gamín, porque lo agredió verbalmente. En ambos escritos, la información respondía claramente al quiénes, el cuándo, el dónde y el porqué del hecho.22 Por otro lado, la labor de los reporteros no solo era vista en la época de forma peyorativa. Esta también fue contemplada como un quehacer necesario para calmar los temores populares, como fue el caso del choque del cometa Halley contra la tierra. Para calmar los ánimos, se envió a un reportero, Abraham Ledesma, a buscar las opiniones del director del observatorio de Bogotá, Julio Garavito.23 Luego de una pequeña nota introductoria sobre la sentencia de Garavito, en la que explica que no habría peligro de choque, se transcriben preguntas y respuestas caracterizadas con las letras R y G, con lo que se hacía alusión al reportero y a Garavito, respectivamente.24

      Otro tema que no solo contribuyó a la unión de los periódicos colombianos, sino que reunió con un solo fin a periódicos de diferentes tendencias, perfilándose como símbolo de tolerancia en la época del republicanismo, fue el homenaje que la prensa bogotana quiso rendirle a Miguel Antonio Caro tras un año de su muerte. Fueron el R. M. Carrasquilla, director de la Revista del Colegio de Nuestra Señora del Rosario, Ismael Enrique Arciniega, director de El Nuevo Tiempo, Enrique Olaya Herrera, director de la Gaceta Republicana y E. Rodríguez Triana, secretario del comité redactor de La Revolución, miembros de una comisión nombrada para realizar tal evento, quienes publicaron una carta para promover aún más su realización.25 A ese suceso también se sumaron La Fusión, El Centro y La Renovación, con apoyo monetario y objetivos: “A la memoria de quién supo dar tanto brillo a nuestra literatura”, convocatoria así programada para el 2 de febrero en la Sociedad Arboleda.26 Cabe señalar que dicho evento tenía un fuerte componente político. Como se ha mencionado, la intención de dicho evento, el cual fue promovido y publicado por la prensa, consistía en expresar la conciliación con el conservatismo representado mediante la figura de don Miguel Antonio Caro, antiguo contendiente de los republicanos.27

      Las nuevas características que empezaron a notarse, tanto en la prensa colombiana como en la mexicana, pueden ser expresadas en la admiración que periódicos como los de oposición de México y El Gráfico en Colombia expresaban por La Prensa, de Buenos Aires. Además de realzar el poder que aquel medio tenía para influenciar la sociedad con secciones como las dedicadas a la biblioteca y el consultorio médico, enfatizaban su carácter filantrópico: “No es un diario de información sino un trabajador práctico y un espíritu propulsor de vida nacional en sus más altos fines”. De igual modo, destacaban su independencia con respecto al poder político, y su carácter informador sin prejuicios. Asimismo, daban gran importancia a la rapidez con la que trabajaban, y a la calidad que mantenían.28

      En el modelo estratégico de la opinión pública, la prensa jugó un papel fundamental. Durante el siglo XIX y comienzos del XX, aquella prensa fue un espacio de discusión política, como ya se expuso. De igual modo, los diarios eran los difusores de los discursos políticos y de las discusiones que surgían entre partidos y facciones. Cada diario creaba su comunidad de lectores, con lo que reforzaba o creaba una identidad política. No obstante, al mismo tiempo, los periódicos eran actores políticos en tanto que su actividad estaba destinada a la generación de hechos políticos; rasgo que es evidenciado por los mismos periódicos en sus primeras páginas, en las que exponían sus líneas editoriales y motivos de constitución. A principios del siglo XX, en algunos casos, aún afirmaban que su interés era apoyar a determinado candidato en unas elecciones. Tal fue el caso del General Rafael Uribe Uribe, quien recibió el apoyo de El Eco Liberal y de Gil Blas como candidato a la Asamblea Nacional Constituyente de Colombia en el año 1910.29 Igualmente, cuando dichas elecciones pasaban, anunciaban a sus lectores la terminación de la continuidad de la publicación.30 Es posible encontrar ejemplos similares en otros periódicos: La correspondencia31 apoyaba la candidatura de Marco Fidel Suarez, La Actualidad32 respaldaba a Carlos E. Restrepo, y 13 de Marzo33 proponía a Guillermo Quintero Calderón como candidato a la presidencia del país. Dichos ejemplos muestran cómo la intención era buscar el apoyo del candidato, y así alcanzar una mayor influencia política. Por medio de la prensa, se buscaba lograr encuentros entre los políticos en torno de algún candidato o conjunto de propuestas discutidas entre las distintas publicaciones periodísticas. Incluso, el periódico El Hogar Católico reconocía al periodismo como un cuarto poder organizado

      más para destruir, que para edificar. Más que antorcha es volcán para los poderes públicos. Y en vez de ser escuela educadora es cátedra de partido para levantar a sus afiliados en el odio y la anarquía. Hay que ver ese periodismo en 100 años para ver si responde a las legítimas aspiraciones del pueblo.34

      La prensa política tuvo mucha relevancia a lo largo de aquel periodo ya que, además de seguir siendo vehículo de ideas, fue articuladora del sistema político en lo concerniente a argumentos y elementos persuasivos. Como se ha expuesto, la prensa tuvo la capacidad de generar hechos políticos con base en el ejercicio de la negociación, en la medida en que servía como medio para la articulación de redes políticas. Por eso, a finales del siglo XIX y comienzos del XX, la prensa no era concebida por la clase política como la mera representación de una opinión pública ya preconstituida, sino como la entidad que se encargaba de conformar la misma opinión pública y, en esa medida, tenía mucha importancia en las actividades proselitistas de la política.35 Por eso, el género al que se echó mano fue el epidíctico de la oratoria.36 Tal género buscaba movilizar a la audiencia, de modo que despertaba sus instintos y emociones; antes que dirigirse a la racionalidad o la intelectualidad del público lector, se dedicaba a despertar emociones como pena, tristeza u orgullo.37 De esa manera, para finales del siglo XIX y comienzos del XX —al igual que las demás expresiones de la política nacional y del lenguaje por medio del cual se manifestaba lo político—, como una de las actividades proselitistas, la prensa política se caracterizaba por un funcionamiento basado en la lógica de la oposición binaria compuesta del amigo y el enemigo.38 Lo anterior es claro durante la época del centenario, pues en los periódicos colombianos y mexicanos es posible encontrar ejemplos que lo evidencian. Tal es el caso de los escritos publicados por Laureano Gómez en su periódico La Unidad, el cual incluso traía a colación supuestas enemistades entre los héroes de la patria, como sería el caso de Bolívar y Santander, arguyendo así que era imposible que se convocara a un evento para honrar la memoria de Santander, y que este tuviera lugar a la misma hora que la coronación de la estatua de Bolívar.39

      A continuación, se explorará cómo a finales del siglo XIX la prensa mexicana seguiría siendo utilizada como un elemento estratégico en la política. Entre 1874 y 1876, desde la oposición, la prensa porfirista logró apoyar el derrocamiento de Lerdo, y el triunfo de la Revolución de Tuxtepec. Pero dos años luego de Tuxtepec,


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